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Evocación de la candidata a presidenta

Luis Novaresio, especial para El Ciudadano.

María Eugenia Bielsa tiene decidido presidir la Cámara de Diputados de la provincia. Pero para asumir ese cargo, o para cualquier otro lugar del poder, no va a aceptar condicionamientos. Su planteo suena, casi, a un todo o nada. “Es así o mi destino es ser por cuatro años una diputada rasa. Si la cosa se hace demasiado dura, me vuelvo a mi casa”, le hizo saber a su familia.

La arquitecta rosarina que ostenta el privilegio de ser la mujer más votada por los santafesinos y una de las dirigentes con más proyección política para los próximos años se siente en condiciones de anteponer sus principios y convicciones a cualquier requerimiento que no comparta y que venga exigido desde las construcciones del poder.

Bielsa está convencida de que la elección en Santa Fe demostró que no es verdad que para ganar en las urnas hay que tener estructura territorial y apoyo burocrático. De hecho, ella no los tuvo. “La gente respeta trayectorias, coherencias y que nosotros seamos como realmente somos”, resume ante sus íntimos cuando se le advierte sobre su falta de “espacio propio” en el Partido Justicialista.

Si confirma que no hay periodistas, en reuniones de trabajo se anima con definiciones tan tajantes como su propio carácter. Cuentan sus colaboradores cercanos para resumir su ánimo general que ya avisó que no está dispuesta a ningún trueque frente a decisiones no compartidas. Está entusiasmada, y mucho, con un segundo mandato “distinto” de Cristina Kirchner, con quien se tutea, y no cambió luego de la elección su respeto o su rencor por los peronistas más notorios de Santa Fe como Carlos Reutemann, Agustín Rossi, Jorge Obeid u Omar Perotti.

La Cámara

La menor de los tres hermanos Bielsa ya tiene un plan de trabajo para presidir la Cámara de Diputados de Santa Fe. No sólo desempolvó las estrategias que usó en el Senado cuando fue vicegobernadora sino que ya conversó con quienes podrían ser sus colaboradores. “Por ahora el peronismo muestra consenso”, confesó a los suyos para describir la calma coincidencia con la que todos los sectores del PJ parecen aceptar –“por ahora”, se ocupa de remarcar la concejala rosarina– su postulación.

Sin embargo, lo que hoy más teme no es la interna de ese partido sino ciertas prácticas tradicionales previas e inmediatamente posteriores a una eventual asunción.

Desde 2001 existe una ley que impide la incorporación de personal de planta a la Legislatura. Esa norma se aprobó junto con las iniciativas que Esteban Borgonovo impulsó para disminuir el número de concejales y acotar el gasto público. María Eugenia cree que lo de los palacios legislativos locales fue un error porque quitó representatividad. Pero está segura de que con el actual número de empleados en el Congreso de Santa Fe es más que suficiente. ¿Alguien ya decidió ampliar la planta de personal? Una fuente de la Casa Gris lo confirmó: “La decisión está tomada en un 90 por ciento”. Bielsa no lo va a confesar públicamente pero ella está preocupada por una iniciativa que, en sospechosa sordina, se está impulsando entre los hombres de Hermes Binner y la oposición peronista tendiente a voltear ese límite legal y dar rienda suelta a los pagos de favores de los punteros y hombres fuertes de ambos partidos. “Una cosa es habilitar al que hace años es empleado precario. Otra, nombrar gente que no hace falta”, le dijo la diputada electa a un hombre fuerte del PJ. Y coronó con un contundente: “Yo no pienso bancarme un pedido semejante de los de mi lista”. Se cuida muy bien de no usar el giro “los de mi partido” porque también tiene claro que no va a afiliarse al peronismo. “Comulgo con los grandes trazos de este movimiento. Pero no es necesaria la ficha”, suele decir.

Su preocupación por el manejo de la Cámara se trasluce en cierto reclamo que hace sobre la falta de lupa pública de los gastos actuales de los legisladores en concepto de subsidios. La edila rosarina cree, y con razón, que los dineros extra que se reparten desde las bancas del Congreso triplican o cuadruplican los que se manejaban cuando ella presidía el Senado (¿80 mil pesos por mes?) y la transparencia en su otorgamiento es nula. “A mí me tomaban examen diario. Hoy, nada”, se queja amargamente en privado y mira hacia el lado de Griselda Tessio y Eduardo Di Pollina.

Dos mujeres

Cristina Kirchner le dispensa a María Eugenia Bielsa un cálido trato personal. Los que asistieron a sus varios encuentros se sorprendieron por la confianza y la empatía en el diálogo. La presidenta repasó, cada vez que conversaron, el ajedrez santafesino. Los jóvenes K, el Movimiento Evita, “dónde están Rossi, Perotti u Obeid” o el destino de Carlos Reutemann. La arquitecta rosarina no le ocultó, sobre este último, su poca simpatía. Le contó de la única charla telefónica poselectoral en términos irónicos. “Debe haber durado tres minutos y medio. Qué tal, cómo le va y muchas gracias de nada”, le graficó a la presidenta. Bielsa y Reutemann no se quieren nada.

Si sus más allegados la indagan para saber sobre su convicción íntima como kirchnerista, María Eugenia no duda en adherir al espacio. Pero con miradas propias. Ella cree haber podido señalarle a la titular el Ejecutivo nacional que hay que reforzar una demanda institucional de transparencia (“hay que serlo y parecerlo”, Bielsa dixit) y proponerle a Cristina un segundo período menos tenso, con más sentido histórico. La concejala cree que esto es posible.

Cuenta un secretario de Estado que asistió a parte de una charla con CFK que a la hora de opinar sobre la gestión socialista no ahorró contundencia: “Si no tuvieran el formidable aparato mediático que tienen y una buena gestión en Cultura con su ministra Chiqui González, el resultado sería terrible”, le dijo a la presidenta. Ella tomó nota. Bielsa cree que los próximos cuatro años pueden ser mejores porque Bonfatti se puede apoyar en cierto expertice gubernamental de este período y un carácter menos caprichoso que el actual gobernador. “Al peronismo le cabe la tarea de ser sólidos, buenos controladores y evitar ser dañinos: no sé si todos estamos convencidos de lo mismo”, definió.

Los hombres del PJ

Descartado todo diálogo con el senador Reutemann, María Eugenia Bielsa sigue considerando al obeidismo de la provincia. Caminó en campaña con Mario Lacava y Silvina Frana. Cree que la decisión de Agustín Rossi de postularse como gobernador fue un error. “La historia ya lo había probado. No se puede ser jefe de bancada y aspirar a ser querido por la gente que decide con su voto para gobernador”, graficó la legisladora ante un ministro. Así y todo, habla con mucho respeto y afecto por quien se puso al frente de los diputados nacionales y admira su coraje y lealtad. ¿Y con Omar Perotti? “Con él todo bien”, dicen los bielsistas. Pero no agregan mucho más.

Habrá que bucear en la misoginia peronista a la hora de ver proyectada a esta mujer que se sienta sobre una enorme cantidad de votos y un prestigio personal que reconocen propios y ajenos para saber si su futuro promisorio, hoy en potencia, se transforma mañana en verdadero acto. “Su horizonte es infinito”, habría dicho la presidenta de la Nación cuando la vio irse de su despacho. Y Bielsa lo sabe.

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