El ex primer ministro Iyad Allawi ganó las elecciones legislativas iraquíes del 7 de marzo pasado, aunque con sólo dos escaños de ventaja sobre el primer ministro saliente, Nuri al Maliki, según los resultados oficiales anunciados ayer, que auguran ásperas discusiones para formar un gobierno de coalición.
El Boque Iraquí de Allawi obtuvo 91 escaños en el Parlamento, mientras la Alianza del Estado de Derecho (AED) de Maliki obtuvo 89.
La Alianza Nacional Iraquí (ANI), que agrupa partidos religiosos chiítas, quedó en tercera posición, con 70 escaños. La Alianza Kurdistania de los dos grandes partidos kurdos obtuvo 43 escaños. La Asamblea, que tiene 325 escaños, será completada por diputados de diversas minorías.
En una primera reacción, el portavoz del Departamento de Estado norteamericano, Philip Crowley, calificó el fin del proceso electoral en Irak de “etapa significativa” para el desarrollo de la democracia en el país.
El enviado especial de la ONU en Irak, Ad Melkert, felicitó al pueblo iraquí por el “éxito” de estas elecciones “fiables”, y exhortó a todos los partidos a “aceptar los resultados”. Un llamamiento que no fue escuchado por Al Maliki, quien rehusó reconocer su derrota, estimando que los resultados anunciados no son definitivos. Iyad Allawi, por su parte, declaró que va a trabajar “con todos los partidos” para formar un gobierno próximamente.
Al Maliki y Allawi, ambos chiítas, aunque el segundo es laico y en su bloque participan también candidatos sunnitas, tenían resultados muy similares desde el inicio del recuento. La lentitud del recuento, debida según la comisión a los numerosos niveles de verificación de los resultados, provocó acusaciones de fraude y de manipulaciones en casi todos partidos en pugna.
Si la AED no reconoce los resultados alegando irregularidades, el país podría hundirse en una grave crisis y prolongar la duración de un vacío político propicio a la violencia.
Como quiera que sea, el nuevo gobierno no será formado hasta dentro de varias semanas o, incluso, meses.
El vencedor no dispone de mayoría absoluta en el Parlamento para formar solo el próximo gabinete, y tendrá que realizar difíciles negociaciones con los otros partidos para reunir una coalición.
Un clima de tensión se instaló en el país, donde los partidarios de Al Maliki multiplicaron en los últimos días las manifestaciones para pedir un nuevo recuento, recurriendo incluso a amenazas veladas de acciones futuras.
El propio Al Maliki evocó el fantasma de la violencia al defender la idea de un nuevo recuento para “impedir una degradación de la seguridad y un retorno a la violencia”.
La comisión electoral rechazó su pedido, considerando que las acusaciones de fraude carecen de fundamento.