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Exigir mayor equidad y justicia, pero apoyando las buenas decisiones

A pesar de las voces que pretenden agitar las aguas del descontento social, la estrategia implementada por el gobierno ha resultado positiva para acercarse al objetivo buscado: lograr que el coronavirus no se ría en la cara de todos los argentinos

Elisa Bearzotti

Especial para El Ciudadano

Los recientes disturbios ocurridos en Estados Unidos con motivo del asesinato de George Floyd, una víctima más de la larga lista de afroamericanos (ignotos o famosos como Martin Luther King) masacrados por no pertenecer al imaginario del ciudadano medio americano, reavivó la polémica sobre los derechos civiles en el país del norte, y en todo el mundo. En el fondo, las revueltas callejeras no hacen más que poner en evidencia la intolerancia hacia las culturas, pensamientos e ideologías que divergen de un modo de pensar y vivir. El color de la piel es sólo un detalle dentro de la cosmovisión supremacista, porque en el combo de lo no aceptado entran asiáticos, latinos, europeos del Este y sobre todo, pobres. En definitiva, el otro, el diferente, es generalmente, el “chivo expiatorio” de nuestras propias frustraciones.

En la actualidad, muy a pesar de lo que indicarían las expectativas sobre la evolución de la especie, y la regla básica del aprendizaje suscitado por la experiencia de guerras, hambrunas, destrucción de bienes y vidas, hambre, desolación y expoliación ambiental, pareciera haberse exacerbado la intolerancia por lo diverso. Nos resulta interesante ver el muestrario de estilos y peinados nuevos, las pieles marcadas, los rasgos exóticos… pero por las dudas nos cruzamos de vereda.

Por supuesto nuestro país no escapa a la regla universal, y también ostentamos nuestra grieta vernácula con su consecuencia de violencia y malestares varios, que apunta al metódico objetivo de arruinarnos la vida. En estos días reapareció gracias a la irrupción de dos neologismos que, si no resultaran lamentables, incluso moverían a risa: “infectadura” y “saludcracia”.

Todo comenzó cuando unos 300 intelectuales difundieron un comunicado asegurando que la Argentina vive una “infectadura” como consecuencia del aislamiento obligatorio dispuesto para frenar el avance del coronavirus, y que “la democracia está en peligro”, lo cual provocó una rápida respuesta del jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, quien consideró al texto como “una falta de respeto a la sociedad asustada” y como un ataque directo al gobierno, al que se busca “desgastar”.

Entonces, a lo mejor algunos datos “duros” vienen a poner algo de luz en la disputa, surgida justo en el momento en que se debieran unir esfuerzos para superar una recesión económica que, lejos de resultar una situación de corte local, viene generando un terremoto planetario que tendrá un impacto aún desconocido sobre la siempre enclenque economía argentina.

Suecia, el ejemplo esgrimido con mayor énfasis por quienes están a favor de una estrategia “blanda” en relación al coronavirus, ha registrado 38.589 casos y 4.468 muertos, con una tasa de 43,2 fallecidos por cada 100.000 habitantes, lo cual hizo que el jefe de la Agencia de Salud Pública, Anders Tegnell, reconociera que se debieron tomar otras medidas en el inicio de la pandemia.

No obstante ello, y a pesar de los esfuerzos por mantener andando la economía sueca, la ministra de Finanzas, Magdalena Andersson, advirtió recientemente que Suecia se enfrenta a su peor crisis económica desde la Segunda Guerra Mundial, con un PBI que se desplomará un 7% en 2020, aproximadamente tanto como el resto de la Unión Europea.

Por otra parte, esta semana la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió que América latina se ha convertido en la “zona roja” de transmisión de coronavirus. Michael Ryan, director de Emergencias Médicas de la OMS, dijo que en los últimos días cinco de los diez países que más cantidad de casos de coronavirus han reportado se ubican en nuestro continente. “Se trata de Brasil, Estados Unidos, Perú, Chile y México”, insistió Ryan, destacando que “la cantidad de personas que viven en entornos urbanos y la pobreza son algunos de los factores que están impulsando la intensidad de la transmisión en Latinoamérica”. Por eso, a juicio del experto, hay una “necesidad absoluta” de proteger a América latina y el Caribe. “Nadie está a salvo hasta que todos estemos a salvo”, concluyó.

De acuerdo a las últimas cifras, América latina superó el millón de casos de coronavirus, la mitad de ellos en Brasil, donde al menos 29.314 personas habían muerto por la enfermedad y más de 514 mil se habían contagiado. La pandemia avanza con fuerza también en México, con 9.930 decesos y 90 mil casos confirmados, y en Chile, que ya superó los 1.000 fallecidos y rozó los 100.000 contagios reportados.

En nuestro país, y gracias al esfuerzo conjunto del gobierno y de todos nosotros, los números difieren notablemente. Hasta el momento de este artículo se habían reportado 19.268 contagios y 583 fallecidos, lo que ha permitido abrir paulatinamente el encierro para volver a poner en marcha los sufridos engranajes de la economía local. Se esperaba que el presidente Alberto Fernández anunciara una nueva prórroga de la cuarentena que incorporará mayores flexibilizaciones para casi todo el país, incluyendo la ciudad de Buenos Aires, con excepción del conurbano de la provincia de Buenos Aires, donde los testeos indican que aún es necesario esperar.

En suma, a pesar de las voces que pretenden agitar las aguas del descontento social, la estrategia implementada hasta el momento ha resultado positiva para acercarse al objetivo buscado: lograr que la enfermedad no se ría en la cara de los argentinos, y disponer el sistema sanitario para una contingencia difícil, enfrentando a un enemigo que sembró fiereza, muerte y desolación, incluso en los países más ricos y mejor preparados del planeta.

Entonces, sería bueno para el bienestar presente y futuro que lográramos separar las aguas: debatamos los requisitos necesarios para un impostergable desarrollo, controlemos la conducta de los funcionarios, exijamos el tratamiento de condiciones que generen mayor equidad y justicia; pero también apoyemos las buenas decisiones, fortalezcamos el sistema democrático y vayamos, de una vez por todas, en busca del país que anhelamos para “nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino”.

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