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Expansión europea en momentos de crisis

La expansión del covid-19, con bastante seguridad, abrirá una nueva etapa histórica. Sin embargo, la excepcionalidad de la realidad de las últimas semanas con motivo de la pandemia de coronavirus no paralizó el trabajo interno de la Unión Europea

Sergio Molina García (*) / Especial para El Ciudadano

 

La expansión del covid-19, con bastante seguridad, abrirá una nueva etapa histórica. Por una parte, se ha demostrado que muchos de los problemas actuales no entienden de divisiones entre Estados. Por otra, que la respuesta a la pandemia puede resaltar las fronteras nacionales. Ante esa situación, la Unión Europea, con algunas dificultades, está tratando de lanzar medidas para controlar la situación (sanitaria y económica). Europa cuenta ya con varios problemas y el fortalecimiento de ideas nacionales no le favorece.

Por todo ello, la excepcionalidad de la realidad de las últimas semanas no ha paralizado el trabajo interno de la UE. El pasado martes se celebró un concilum de los ministros de asuntos europeos de los veintisiete países miembros de la UE. En él, se decidió iniciar las negociaciones para la aceptación de Macedonia del Norte y de Albania como socios europeos. Se trata de una iniciativa que se había propuesto en octubre, pero que fue paralizada por el bloqueo de algunos países como Francia o los Países Bajos. Esta semana se ha podido retomar las conversaciones, ya que la UE atendió en febrero a una de las demandas de Francia: endurecer las negociaciones y admitir la posibilidad de paralizarlas en el caso de que los países candidatos no cumplan con lo requerido por la UE.

El inicio de las conversaciones se producirá en un momento complicado para Europa: el Brexit, las dificultades para aprobar los presupuestos comunitarios y los debates sobre la llegada de refugiados han provocado enfrentamientos entre los diferentes países miembros. Esta situación de problemas internos recuerda, salvando las distancias, al proceso de integración de España y Portugal (1978-1986). Las entrevistas con estos dos países se iniciaron en un clima de inestabilidad comunitaria y de crisis económica. Sin embargo, se consiguió desbloquear la situación interna de la UE y, de manera casi paralela, admitir a los países de la península ibérica dentro del Mercado Común.

Apostar por ampliar la UE en un momento complicado es un movimiento arriesgado, pero que puede resultar determinante por varios motivos. En primer lugar, Macedonia del Norte y Albania son países que surgieron de la antigua Yugoslavia. Y, tras la desintegración de la URSS, junto con Croacia, Serbia y algunos otros, se sumergieron en numerosos conflictos que convirtieron a la región de los Balcanes en el punto más sangriento de Europa. La legitimación europea puede servir para reforzar desde el punto de vista político y económico a estos países, siguiendo el ejemplo esloveno (2004) y croata (2013). La debilidad institucional de estos países fue demostrada tras el veto de Europa en octubre de 2019. El presidente de Macedonia del Norte, que había apostado claramente por la inclusión en Europa, tuvo que dimitir. En estos momentos, la pandemia ha obligado a atrasar las elecciones que estaban previstas para el mes de abril.

En segundo lugar, desde el punto de vista geoestratégico, se acabará con el aislamiento que ha sufrido la zona de los Balcanes durante mucho tiempo. Y, además, permitirá a la UE tener más control sobre el Adriático y sobre la llegada de refugiados.

En tercer lugar, la UE necesita nuevos objetivos en los que pueda mostrar sus “armas” políticas, económicas y sociales. Tras de la salida británica, el inicio de negociaciones para volver a ampliar las fronteras de las instituciones europeas es un acto muy simbólico. De esta manera, podrán hablar de la “excepción británica” en un contexto en el que Europa todavía es la aspiración de otros muchos países.

Por último, no puede pasar desapercibido que el anuncio de la apertura de negociaciones se ha producido con la presidencia rotatoria de Croacia. Este país, como se ha comentado, está situado en la región de los Balcanes y ha compartido con Macedonia del Norte y con Albania parte de su historia, en muchos momentos traumática, de finales del siglo XX.

En definitiva, la UE se enfrenta a su noveno proceso de ampliación con una gran experiencia en este tipo de procedimientos. Y puede ser el momento de fortalecer la idea de una Europa social y política. De mostrarle a los ciudadanos de Macedonia del Norte, de Albania, y también a los del resto de países, que la UE no es solo ayudas económicas. Se puede construir una verdadera conciencia democrática comunitaria asentada en, por ejemplo, la equiparación de derechos de los trabajadores y de cobertura social. Por tanto, utilizar la ampliación de la UE para relanzar su imagen puede ser una buena opción. Pero para ello, las instituciones deben tener claro cuál es el programa de futuro. Y esto último es lo que todavía no se conoce.

 

(*) Seminario de Estudios del Franquismo y la Transición, Universidad de Castilla-La Mancha

 

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