La anunciada devolución de los restos de Liempichún Sakamata por parte del Museo del Hombre, de París, Francia, donde estuvieron exhibidos hasta el 2009, representa para el pueblo tehuelche «una avance» para su «propia historia» y demuestra que están «vivos y presentes», reflexionó Cristina Liempichún.
«Nos emociona saber que volverá. Vemos que, después de 126 años, finalmente estamos más cerca de completar nuestro deber para con él, de darle su descanso final al resguardo de nuestras familias y nuestros pueblos tehuelche y mapuche», dijo a Télam.
De esta forma se refirió al anuncio dado a conocer días atrás por Télam de que Francia había aceptado devolver los restos de su ancestro Liempichún Sakamata, cuyo esqueleto recaló en el Museo del Hombre luego de que, en 1896, el conde Henry de La Vaulx profanara su tumba y se lo llevara a tierras galas.
En esa ocasión, de La Vaulx se apropió además del ajuar funerario, compuesto por un estribo, pendientes y monedas -todo de plata-, entre otras pertenencias del hijo del cacique Liempichún, a quien el conde había conocido en persona.
«Para todos nosotros esta noticia nos abre la esperanza que al final nuestro kewkko (ancestro) pueda volver a nuestro ayke (paraje), lugar donde nunca debió haber sido profanado y estará junto a nuestros ancestros, entre ellos nuestro longko (cacique) gamakia Juan Sacamata y Ciriaco Chaquila», precisó con orgullo Cristina Liempichún.
En ese sentido, agregó: «Esto marca un avance para nuestra propia historia. Estas acciones marcan a todas nuestras familias, nuestra comunidad y a todo un pueblo porque no solo implica repatriar su cuerpo sino además toda una historia, la memoria oral de nuestros mayores, los cantos antiguos, que forman parte de nuestra historia como pueblo y ellos nos dicen quiénes somos, nos dan fuerza en el presente y en el futuro».
«Repatriarlo nos permitirá establecer el kume felen (equilibrio vital) en nuestros territorios, su restitución tiene importancia política, social, cultural y espiritual», aseguró y destacó que «es también una forma de reparación histórica hacia nosotros como pueblos originarios. Es reconocer que, como chewüacheken (tehuelche del borde de la Cordillera), estamos vivos y presentes en el territorio».
Días atrás, el antropólogo del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (Inai) Fernando Miguel Pepe, quien desde el 2015 acompaña el reclamo de la comunidad tehuelche Liempichún Sakamata, del Paraje Payagniyeo, en Chubut, anunció a Télam que Francia había aceptado devolver los restos de Liempichún Sakamata.
«Nos confirmaron del Ministerio de Europa y Asuntos Exteriores de Francia que los restos serán restituidos por ley pero hasta tanto se promulgue esa ley los restos de Sakamata ya pueden viajar hacia la Argentina para esperar el final del proceso burocrático en nuestro país», contó.
Pepe destacó que «este nuevo paso se enmarca en el proceso de reparación histórica hacia nuestros pueblos, hay que sanar las heridas que dejó el genocidio, y este es solo un granito de maíz en ese tremendo desafío».
Entre marzo de 1896 y julio de 1897, el conde de La Vaulx recorrió el sur del país y tomó contactos con los tehuelches de esa región, de quienes simuló hacerse amigo.
La estatura de los tehuelches, y en especial de Liempichún Sakamata, le llamó poderosamente la atención por lo que a la muerte de éste desenterró sus huesos y se apoderó de su ajuar funerario, con el fin de llevarlo a su país y entregarlo al Museo del Hombre.
Se llevó unos 1.400 objetos entre minerales, metales, cerámicas, insectos, esqueletos de mamíferos y una importante «colección» de restos humanos de las comunidades originarias de la región, todo embalado en 29 cajas con un peso total de 1.371 kilos.
«Por estas profanaciones, de La Vaulx se ganó fama de «kalku» (brujo) entre las comunidades, y la condena a muerte por los parientes de Liempichún Sakamata por «profanar el suelo de los ancestros», precisó a Télam Fernando Pepe.
Cristina Liempichún contó que su ancestro «era hijo de Antonio ´Teutrif´» Liempichún y Ana Cochoquil, tenía 7 hermanos, entre ellos Constancio Liempichún, bisabuelo de nuestro actual longko, su padre, de allí nuestro parentesco directo con él».
«Sabemos que falleció joven y que fue enterrado de acuerdo a nuestras costumbres antiguas en la zona de Choiquenilahue y que nuestra familia tenía una estatus social importante en aquella época y contaban con una caballada importante».
La mujer, quien agradeció «a todas las personas que nos han acompañado a lo largo de estos años en esta lucha», explicó que los restos de Liempichún Sakamata serán enterrados según los rituales de la comunidad en su territorio ancestral.
«Como comunidad seguimos aguardando su retorno. ¡Wenai sh osh pekk! (acá estamos)», concluyó con emoción.