Maite Acosta
Especial para El Ciudadano
Expediente Ricaldoni es una propuesta artística con imágenes, dibujos técnicos, reproducciones de revistas y diarios de principios de 1900, libros y varios documentos organizados en tres núcleos, que bien podrían ser nubes. A partir de esta información es posible ubicarse en ese momento histórico en el que varios pioneros se involucraron en proyectos que formalizaron los primeros pasos en los sistemas y medios de comunicación. Muchos de estos inventores fueron reconocidos internacionalmente, pero no fue tal la suerte de Teobaldo Ricaldoni (1864-1923), ingeniero uruguayo pionero de la radiotelegrafía, quien además diseñó un submarino totalmente desplazado de los paradigmas de su época, y realizó las primeras experiencias con rayos X en Latinoamérica. Esta figura enigmática fue el punto de partida para Expediente Ricaldoni, que consiste en la construcción de un informe biográfico. En el relevamiento de datos hubo grandes dificultades, ya que prácticamente no se conservan registros de sus obras, por lo cual esta investigación se volvió aún más necesaria para Fede Gloriani, el artista que la llevó adelante.
Expediente Ricaldoni está montado como un gran cuadro sinóptico dividido en tres islas, que funciona como síntesis de todo el material recopilado. En la primera de estas islas, la más íntima, hay información biográfica. La segunda es sobre el submarino, y la tercera sobre el telégrafo. Cada uno de los elementos tiene una referencia que permite identificar espacios, momentos, fuentes, certezas e incertidumbres. Las líneas (cintas) que conectan cada una de las partes permiten hilvanar sentidos entre estos datos. Se van dibujando así, en las paredes, posibles caminos hacia ese pasado con el que se convive en esta muestra. Estos cuadros sinópticos están iluminados por artefactos construidos por Gloriani, hechos “a nivel Fede”, como él mismo dice, riéndose de esta precariedad que le interesa y mucho.
Encuentro de arte, ciencia y tecnología
Gloriani estudió artes en la Universidad Nacional de Rosario e investiga desde hace varios años las tecnologías mal llamadas “obsoletas”, los métodos de producción domésticos (do it yourself / hágalo usted mismo) y el uso experimental de los medios de comunicación. Como muchas de las propuestas que desarrolló implicaron conocimientos técnicos específicos, también se formó en electrónica, radiofrecuencia, y programación. Pero advierte: “Más allá de eso, no hago ninguna apología de las tecnologías. Creo en la presencia de la tecnología en todas las cosas que hace el hombre, sin necesidad de que haya leds o sensores infrarrojos”.
Telégrafos, submarinos y relatos
Gloriani recuerda un episodio de hace unos años que lo conmovió: “Todo esto empezó por el caso Pomar, una familia de Pergamino, de donde soy yo, que viajando por la ruta tuvo un accidente, chocaron y pasaron dos meses hasta que encontraron el auto y los cuerpos. En esos dos meses todos los medios de Buenos Aires hicieron muchas especulaciones sobre lo que había pasado con esa familia, que vivía a una cuadra de la casa de mi abuela: que el tipo estaba vinculado a la efedrina y se tuvo que ir del país, que había vendido a su hijita de cinco años a una red de trata, que mató a la mujer, que habían sido abducidos por ovnis”. La reflexión sobre la construcción de la realidad desde los medios le permitió generar otras realidades y ficciones. Como señala el artista, “los medios funcionan como un disparador para pensar otras cosas que están apoyadas en una visión crítica del mundo”.
En su paso por la Facultad, Gloriani leyó a Roberto Jacoby, a Oscar Masotta, y se puso en contacto con el arte de los 60 que tomó a los medios de comunicación como tema y como material de análisis. También se interesó en Dick el Demasiado (radiopirata de España). Gloriani comenta que cuando comenzó a trabajar con los medios, al principio con la radio, imaginaba una técnica de guerrilla. “Como que me iba a poner a la altura de un gran medio, pero eso nunca pasó, no tenía fuerza, no funcionaba como sabotaje real”. Gloriani se remite al telégrafo y afirma que le interesó gracias a Fortunato Lacámera (artista argentino, 1887-1951), quien antes de ser pintor era telegrafista en Ferrocarril del Sud. Y a partir de este dato desarrolló el Proyecto Fonorraggy, en el que trabajó con materiales propios del arte, de las telecomunicaciones y de la propiedad intelectual.
Ficción científica
Gloriani se cuestionó frecuentemente sobre la eficacia y el error, ya que muchos de los objetos que construye, o de las experiencias que genera, funcionan más como hecho artístico que como lo que estaba previsto (como en el caso del submarino o de la radio en el medio de la montaña). “En realidad es en esa ausencia de efectividad donde se encuentra el gesto estético y político”, señala. En su libro recientemente publicado Experiencias con biografías, submarinos y telégrafos (Edición DIY), se dice que este artista “Inventa desde el arte una ficción científica. Una forma de resistir, de enfrentar la obsolescencia tecnológica programada dominante impuesta verticalmente por el capital transnacional”.
Sobre la práctica artística
En el texto que acompaña la muestra, Gloriani comparte: “Al momento de inaugurar esta muestra me sigo preguntando si esta investigación es también una práctica artística (y si hay necesidad de denominarla como tal)”. Al respecto dice: “Hay dos cosas que pasan en esta muestra que son importantes. Hay una propuesta estética, es decir, hay gestos que están pensados visualmente. Y hay mucha información, por lo cual, si viniste hasta acá para ver arte, también te puede interesar eso”.
Cómo, cuándo, dónde
Expediente Ricaldoni, de Fede Gloriani, inauguró el pasado 7 de agosto y podrá verse hasta el 6 de setiembre en la Alianza Francesa de Rosario (San Luis 846), en el marco del Programa de Exposiciones para artistas curadores que lleva adelante la Secretaría de Cultura y Educación de la Municipalidad. Puede visitarse de lunes a viernes de 9 a 12 y de 16 a 21 y los sábados de 9 a 13.