En el fugaz transcurrir de una semana habrá explosión de adrenalina en la política provincial, donde todo está por definirse y ya casi no queda tiempo para nada. Mientras los candidatos buscan ajustar la sintonía fina para dejar en la retina del votante la frase y la imagen más lograda de la campaña, los santafesinos se aprestan a vivir una nueva elección en sólo siete días, en la que por primera vez en mucho tiempo el socialismo dirimirá sus diferencias internas lejos de los famosos “mates”, y un PJ híper civilizado, entregado a las mieles del romance con Cristina Fernández, terminará de enterrar al reutemismo y se encaminará a consagrar un candidato en la provincia para que la presidenta venga a levantarle la mano.
Por si algo de tensión faltara, también debuta el nuevo sistema de boleta única, el de los cincos colores, los boxes y la urna multiboca, más las mesas unisex, con muchos cambios en los lugares de votación (ver página 11). Demasiado para una sola semana. Explosión de adrenalina en la provincia de Santa Fe.
Todas las miradas sobre Binner
Está claro que todas las miradas el lunes 23 se posarán sobre Hermes Binner, el hombre que más arriesga en esta proceso electoral y que, no por casualidad, fue el encargado de inaugurarlo, allá por mayo de 2010, exactamente un año antes de la fecha elegida para dirimir la interna de los partidos, cuando empezó a posicionar, a los codazos, a su ministro de Gobierno, Antonio Bonfatti.
En aquel momento el gobernador bajó de un hondazo las aspiraciones del intendente Miguel Lifschitz, quien pretendía calzarse el traje de gobernador, y blanqueó un conflicto que venía desde algo más de una década en el socialismo: el enfrentamiento con el senador Rubén Giustiniani, quien pese a todo mantuvo su aspiración a la gobernación.
Terciando en ese panorama complicado del Frente Progresista apareció Mario Barletta, el intendente de Santa Fe, otro que se animó a desafiar al gobernador, amparado en su gestión municipal y el resurgir del radicalismo en los años 2008 y 2009, cuando las figuras de Julio Cobos y Ricardo Alfonsín cotizaban en alza. La caída de esas acciones, y la eterna negociación de un Frente Progresista nacional con el socialismo –que no parece llevar a buen puerto– fueron las piedras en el camino de Barletta, que apuesta a los votos de su ciudad y a la suma de las localidades del interior de la provincia, muchas de ellas en manos radicales.
Barletta, que quedó huérfano de todo apoyo nacional –tuvo que viajar a Capital Federal para conseguir una foto con Alfonsín– y tuvo que soportar que algunos correligionarios fueran en alianza con el binnerismo, fue el primero en utilizar la imagen de Binner para la campaña, aunque gente muy cercana a él también dio la nota cuando lanzó acusaciones al gobierno provincial de otorgar subsidios con fines electorales.
La primera interna socialista
El conflicto Binner-Giustiniani dominó la escena de la campaña electoral santafesina. La jugada del senador, desafiando al hombre que tiene los votos en Santa Fe, hizo que por primera vez en mucho tiempo el socialismo no llegara a consensuar un candidato (el antecedente más cercano significó una ruptura en el partido).
Durante la campaña, Binner no se cansó de provocar a Giustiniani, quien se mantuvo firme en la idea de no contestar, amortiguando cada golpe con la paciencia de un guerrero oriental. Así llegó hasta acá y nada hace suponer que variará de estrategia en la última semana.
Binner, además, insistió en explicar que Bonfatti sabe mejor que nadie cómo se hace para continuar con el proyecto de gobierno, y en los últimos días emprendió una maratónica gira por la provincia para decirlo cara a cara. Además, fue al todo o nada cuando ató su proyección nacional a la suerte de su candidato.
El senador Giustiniani hizo jugar el grado de conocimiento que ya tenía en el electorado luego de su campaña de 2009 para la senaduría nacional, donde peleó palmo a palmo con Carlos Reutemann, se declaró continuador del cambio, apeló a la militancia del partido que preside y recorrió la provincia sabiendo que arrancaba con ventaja sobre Bonfatti.
Los dos candidatos del PS presentaron encuestas que los dan ganadores, mientras que Barletta mostró números que hablan de un virtual triple empate. Las mismas encuestas le dan sólo unas décimas de intención de voto al cuarto candidato, Luis Changui Cáceres (UCR). En siete días habrá ríos de adrenalina corriendo por las venas de los encuestadores.
Un PJ híper civilizado
Aunque las aguas están más calmas que en el socialismo, en el PJ no habrá menos adrenalina que en el PS. Si bien el punto de máxima tensión el peronismo lo vivió en febrero, cuando en un congreso partidario logró salvar la fractura y puso a correr bajo un mismo paraguas a kirchneristas, reutemistas y obeidistas, el PJ juega también en esta elección su chance de volver al gobierno. No tanto por el resultado de la compulsa, sino porque los peronistas saben que la interna no debía dejar heridas, algo que los llevó a mostrarse extrañamente componedores.
Durante la campaña, Agustín Rossi no hizo alusiones despectivas hacia el reutemismo y nadie, salvo el senador Juan Carlos Mercier, osó apuntar al gobierno nacional. Una estrategia que parece inteligente, tanto como lo fue el acuerdo en aquel congreso partidario de febrero.
En la previa de ese acuerdo hubo “bolilla negra” presidencial para el ex gobernador Jorge Obeid, al tiempo qué el máximo referente provincial, Carlos Reutemann, se declaraba prescindente y dejaba que su tropa eligiera libremente “que trole hay que tomar para seguir”. En aquel momento muchos obeidistas y reutemistas se encolumnaron detrás de la propuesta del intendente de Rafaela, Omar Perotti, mientras que otros decidieron acompañar a Rafael Bielsa, quien se mostró siempre como un kirchnerista “más amplio”.
Rossi y Bielsa jugaron un partido aparte con los apoyos de referentes del gobierno nacional que lograban hacer desembarcar en la provincia. El jefe del bloque K en Diputados mostró encuestas que le dan una clara ventaja en la interna. Bielsa difundió las suyas, también con escenario ganador, mientras que Perotti en los últimos días dijo estar creciendo y se animó también a pronosticar un triunfo. Mercier aparece con baja intención de voto en todos los muestreos.
Un Midachi al PRO
La candidatura de Miguel Del Sel fue la última en aparecer, luego de que el cómico de Midachi resolviera algunos problemas contractuales con sus socios, tras la invitación personal que le hiciera Mauricio Macri para sumarse a la política provincial, donde no tenía un referente de peso.
Al no tener competencia en las elecciones primarias, Del Sel guarda energías para los comicios generales, aunque por el momento no parece haber encontrado el discurso que le permita filtrarse en las rendijas que dejan el Frente Progresista y el peronismo.
El humorista muestra encuestas donde supera los dos dígitos de intención de voto, lo que por ahora le sobra para pasar a la general.