Ayer a la tarde murió el escritor Fabricio Simeoni y desató de inmediato una cadena de tristeza en las redes sociales. Quizás porque Fabricio Simeoni fue un luchador. Un tipo que tenía 39 años y a quien nadie se atrevía a decirle discapacitado pese a que se movilizaba en una silla. Escritor prolífico, de un humor único, ponía ese toque distintivo a la realidad que supo transgredir a través de su obra y a fuerza de estar presente en todos los boliches y en todos los bares, donde siempre lo acompañaba un nutrido grupo de amigos. Su trabajo por la cultura fue muy grande, con talleres literarios que llegaron a bibliotecas barriales, pero también al Instituto de Rehabilitación para Adolescentes, donde dio una pelea más por esos pibes por los que pocos pelean.
Decía él, quizás hablando de sí mismo: “Estoy acostumbrado a acostumbrarme/ con el insignificante sentido de las palabras/ y no sé si el hombre le dio horas al tiempo/ o el tiempo horas al hombre. Estoy libre en mis prisiones/ calma siniestra por escapar/y no sé si los dioses crearon/ el mundo para los hombres/ o los hombres el mundo para los dioses./Estoy viviendo mi muerte/ tácito pasillo que aborrece de oscuridad/y no sé si soy yo quien intenta escribir /o escribe quien intenta ser yo”. Ese el poema que encabeza su página web, que contiene gran parte de su obra.
Trabajaba en planta permanente del Ministerio de Innovación y Cultura de la provincia en el equipo de Prensa y Difusión de Plaza Cívica. Fue coordinador de las revistas literarias “Boga” y “Los lanzallamas”. También, trabajó como columnista en el programa 10 puntos, de Luis Novaresio, que se emitía por Radio 2, donde realizaba micros sobre filosofía adaptados a la realidad política. Según él mismo contó, pudo ensamblar la parte filosófica con la política sin volverse demasiado intelectual para evitar el tedio de los oyentes y de esa manera decir muchos conceptos que incorporó. Condujo, junto a tres amigos, un programa de radio en vivo: “La cofradía del tío Ben”. En mayo del año 2005 fue declarado “Artista distinguido” en Rosario por su trayectoria poética, literaria y periodística por el Honorable Concejo Municipal. En diciembre de 2006 recibió la distinción como “Artista de la Provincia de Santa Fe”, por la Cámara de Diputados de la provincia, también en homenaje a labor en cultura y divulgación. En 2007, su libro “Cavidades de recreo”, escrito en forma conjunta con Fernando Marquínez, recibió el primer premio de cuentos Felipe Aldana.
Dirigió talleres literarios en Rosario y Villa Gobernador Gálvez, en el Penal Nº 5 de la cárcel de mujeres y en el Instituto de Rehabilitación de Adolescentes de Rosario (Irar). Publicó una veintena de libros, algunos de ellos logrados gracias al esfuerzo y la cooperación de sus alumnos de taller.
Abocado de lleno a la escritura, el estudio y el trabajo, Simeoni fue un ejemplo de vida, en especial para jóvenes y adolescentes. Desde temprana edad sufría una enfermedad congénita medular que paralizó, en forma progresiva, sus miembros inferiores y superiores pero no fue obstáculo alguno para desarrollar al máximo sus capacidades intelectuales, laborales y destacarse notoriamente.
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