En Rosario aún no hay constancia de casos de divorcio cuyas causas se remiten a infidelidades relacionadas con la red social Facebook. Sin embargo, los expertos en materia legal sostienen que ese recurso de contactos informáticos podría originar un cambio en la ética aplicada a los pedidos de disolver los vínculos matrimoniales. Según apuntan los expertos, el dispositivo favorece la desinhibición de sus usuarios, pero ninguno se atreve todavía a afirmar que generó un aumento en las separaciones desde su masificación durante los últimos años.
“Hoy, si hay problemas vinculares entre dos personas, se espían los mails o los amigos virtuales pero no es distinto de cuando se revisaban la correspondencia, agendas, bolsillos o cuellos de camisas”, analizó la psicóloga Marisa Germain.
Las redes sociales virtuales se han convertido sí en uno de los motivos de divorcio más comunes en Estados Unidos. Al menos así lo afirma el sitio web Divorce Online: especifica que una de cada cinco personas decidió poner fin a su matrimonio durante 2009 citando Facebook en su alegato. MySpace, Bebo y Twitter comparten la nómina de redes sociales mencionadas en los 5.000 divorcios sobre los que se realizó el estudio.
A nivel local, la jurisprudencia al respecto no es abundante. En diálogo con El Ciudadano, el abogado de familia Gerardo Casadei explicó que si bien es probable que el fenómeno de los divorcios por el uso o abuso de la información privada “subida” a internet sea causal de ruptura matrimonial en los países más desarrollados técnicamente, su efecto todavía no es perceptible en el derecho de familia argentino. “Al menos no es significativo en los tribunales de Rosario, lo que no implica que, con el tiempo, esta red pueda originar un aumento en la casuística (la ética que, más que en razonamiento o reglas, se apoya en los casos concretos)”, señaló el letrado. El antecedente más próximo al vínculo judicial de las causas de familia e internet es el mail –correo electrónico–, que según Casadei “sí generó más antecedentes jurisprudenciales, ya que fue presentado como prueba de adulterios e infidelidades y, según la valoración de cada juez de familia, fue tomada como prueba válida o no en un divorcio contencioso”.
Para el abogado rosarino, las redes sociales tienen sistemas de navegación no seguros, por lo que las recomendaciones para el usuario parten de la regla elemental de no subir información privada que puede ser observada por cualquiera. “Este es el mayor problema de las redes. Todo medio de prueba en un juicio de divorcio por adulterio tiene que tener idoneidad. Y ser suficiente, es decir, alcanzar el grado de certeza que un juez necesita para declarar una prueba como válida. No basta con ser un mero indicio, debe tener autonomía para fundamentar una sentencia judicial en contra de una de las partes”, explicó Casadei.
Las licencias del panóptico
Tal como señalara el pensador Michel Foucault en su libro Vigilar y Castigar (1975), la sociedad del control se erige bajo el precepto de la vigilancia, esto es, la mirada del otro como supuesto coercitivo ante los impulsos de cada individuo. Facebook es un panóptico –figura operativa y arquitectura modelo de antiguas cárceles y hospitales que permitía a quien ocupaba el “centro” del esquema observar un “todo” fragmentado sin ser observado– en tanto muestrario de la vida.
Antes blogs y correos electrónicos, y ahora perfiles de Facebook y Twitter, ocupan buena parte de la actividad virtual frente a las pantallas y configuran una realidad a veces tan fuerte como la que transcurre fuera de internet.
En diálogo con El Ciudadano, la psicóloga Marisa Germain ofreció una perspectiva sociológica con respecto a las redes sociales y las infidelidades. “Facebook, como los medios virtuales, tiene características distintas a los antiguos dispositivos, fundamentalmente no requieren la presencia física. Al no tener enfrente a una persona, el medio favorece cierto levantamiento del pudor y las inhibiciones. Por ello, se puede encontrar que en los dispositivos virtuales la gente manifiesta más abiertamente cuestiones privadas sin demasiado miedo”, explicó la profesional.
De acuerdo con Germain, el usuario no registra la presencia real y directa de la mirada del otro –origen de las censuras– lo que constituye un juego ficcional, que en algunos puntos puede volverse real. “La desinhibición también puede llevar al establecimiento de vínculos eróticos, aunque no creo que sea metodológicamente mensurable un aumento de divorcios o separaciones por el Facebook. Creo que los problemas vinculares siempre estuvieron y cambian los dispositivos. El Facebook no favorece ni desfavorece. Hoy, si hay problemas vinculares entre dos personas, se espían los mails o los amigos virtuales pero no es distinto de cuando se revisaba la correspondencia, agendas, bolsillos o cuellos de camisas”, analizó.
Según apuntó Germain, la señalada desinhibición se nota mucho en el lenguaje. “Hay determinadas expresiones que imagino no se encontrarían en un cara a cara. Por ejemplo, los más jóvenes haciendo referencia a lenguaje vinculado a prácticas sexuales que no realizan”.