El base cordobés Facundo Campazzo debutó anoche oficialmente en Denver Nuggets, que cayó como local ante Sacramento Kings por 124 a 122 en tiempo suplementario, se convirtió en el decimotercer jugador argentino en acceder a la NBA e hizo renacer la esperanza de contar con un compatriota en el máximo nivel del básquetbol mundial, algo de lo que mucho se dudaba tras el retiro de Emanuel Ginóbili.
«Facu», como lo llamó el relator del partido televisado por el sitio de la NBA, ingresó por primera vez oficialmente en la liga norteamericana a los 7 minutos y 56 segundos del primer cuarto en reemplazo de Gary Harris, vistiendo la camiseta azul con el número 7 en blanco y su apellido escrito en amarillo. Era el momento histórico del debut del decimotercer argentino de la historia en este nivel.
Hasta el final de ese primer cuarto Campazzo solamente cometió una falta en su registro estadístico, que por lo demás permaneció en cero. Siguió en cancha hasta el final de ese segmento y arrancó el segundo, pero fue reemplazado por el propio Harris apenas a los 53 segundos, y ya no volvería a ver acción hasta el final de la manga siguiente, en un partido sin público en las graderías por la pandemia de coronavirus,
Campazzo pisó por primera vez el piso flotante del Ball Arena de Denver para este enfrentamiento entre dos equipos de la Conferencia Oeste cuando el suyo ganaba por 24 a 17, pero cuando volvió, ya estaba abajo en el marcador.
Por eso el entrenador Michael Malone lo mandó de vuelta a la cancha para que con su energía innata oficiara como un revulsivo para unos Nuggets que venían cayéndose en picada.
Y a pesar de que no llegó a estar ni cuatro minutos más en cancha (en total jugó en todo el partido 8 minutos y 8 segundos), cumplió, acertando el único triple que lanzó y que le significaron sus primeros tres puntos en la NBA, pese a que su equipo perdió, aunque tuvo en su excompañero en Real Madrid con el que ahora se reencontró en Denver, el serbio Nikola Jokic, al goleador del juego, con 29 tantos.
Así se consumió el debut de Campazzo en la NBA, con un aporte quizá menor de lo deseado pero acorde a lo que representó para él este día, el de su primera vez «por los puntos» en el lugar más grande del mundo basquetbolístico. Ya tendrá tiempo para seguir creciendo, porque si algo no le falta a Campazzo son agallas.
Pero por lo pronto este miércoles (en Denver hay cuatro horas menos que en Argentina), Campazzo dejó huella en primer lugar porque es el décimotercero de estos 12 antecesores: «Manu» Ginóbili, más el único sobreviviente que le queda hoy a la Generación Dorada, Luis Scola, el también cordobés Fabricio Oberto, Andrés Nocioni, Carlos Delfino, Walter Herrmann, Rubén Wolkowyski, Juan Ignacio Sánchez, Pablo Prigioni, Patricio Garino, Nicolás Laprovíttola y Nicolás Brussino.
Y en cuanto a lo segundo, la llegada de Campazzo a la NBA fue más deseada que esperada, ya que días antes de solucionar su incorporación a los Nuggets fue drafteado el también cordobés Leandro Bolmaro, pero sus escasos 20 años hicieron que Minnesota, la franquicia en la que finalmente recayó tras ser elegido inicialmente por New York Knicks, decidiera que permanezca una temporada más en Barcelona para tomar experiencia.
Y las expectativas que quedaban por Campazzo estaban recortadas por el techo bajo que suponía para los especialistas de la NBA precisamente su talla (1,79 metros), y su edad (29 años), casi 10 más que el mencionado Bolmaro.
Pero su fantástica temporada en Real Madrid, que lo encumbró como MVP en varias definiciones internacionales y lo puso entre los mejores bases de Europa, llevaron a los Nuggets a contratarlo por dos años, con un salario global de 6.000.000 de dólares, el mismo monto que él debió abonarle a los madrileños de su bolsillo para desvincularse.
Claro que los prejuicios surgieron inmediatamente, ya que lo primero que se destacó del ex Peñarol, de Mar del Plata entre la «cátedra» fue que Campazzo es «el jugador de menor estatura que llega a la NBA sin haber sido drafteado ni pasado por ninguna universidad estadounidense».
También se le cuestionó, sin verlo jugar, su aparente flaqueza para defender y se le ponderó solamente su habilidad y su condición de muy buen pasador.
Pero bastaron tres amistosos previos al comienzo de la temporada oficial para que todos esos pruritos desaparecieran y fuera su entrenador en Denver, Michael Malone, quien destacara sus virtudes que, entre más, apuntaban a su «enorme agresividad defensiva».
Campazzo, que el 23 de marzo próximo cumplirá 30 años, exactamente tres meses antes hizo realidad su sueño basquetbolístico de toda la vida, ese que empezó a crecer en Unión Eléctrica, de Córdoba, se proyectó en el Peñarol marplatense, siguió por Murcia y Real Madrid, y así, paso a paso, llegó a su meta.
Claro que esta historia recién empezó a escribirse, y el básquetbol argentino tiene a partir de ahora alguien a quien mirar cuando de la NBA se trata.
El alejamiento de Ginóbili en 2018 parecía ser definitivo para los jugadores argentinos, porque el «último gran mohicano» de los basquetbolistas nacionales no dejaba una estela por detrás como para que siguiera su navegación hacia la cúpula de este deporte. Pero entonces apareció Campazzo, un 23 de diciembre de 2020, para seguir haciendo historia.