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Facundo Quiroz, el obrero del ring que aprendió a boxear con la historia

El pupilo del legendario Muller Boxing Club demostró que no sólo los campeones pueden aportar cosas valiosas al deporte de los guantes

El de Nicolás Facundo Quiroz es un caso particular. Alumno del renombrado Muller Boxing Club, allí aprendió todo sobre el arte de los puños y mucho más. El denominado templo del boxeo a cargo de Lito Muller tiene las paredes repletas de fotografías de ídolos de otros tiempos, las que el veterano dueño utilizaba para agregar un round extra a la cultura del pugilismo, contando historias y anécdotas de nuestro boxeo a sus pupilos, algo que Quiroz siempre agradeció con orgullo al fallecido maestro. Ese aporte cultural fue clave para que se involucre en la construcción del “Segundo Round” de la obra literaria Puños Rosarinos, poniendo a disposición más de trescientas revistas “KO Mundial” para la recopilación de datos.

Un obrero del box

Este luchador y apasionado por la cultura del boxeo nació en Rosario el 1º de enero de 1984 y resistió el golpe más duro de su vida cuando a los 19 años, cuando perdió a su padre, en lo que sin duda fue una etapa muy difícil que afrontó junto a su madre y sus dos hermanas.

Su historia comienza cuando, apenas siendo un bebé, sus padres se mudaron a Las Rosas, donde hizo la primaria, pero cuando cumplió los 13 años regresó a Rosario para vivir con su abuela. “Me crie con mis primos en barrio Triángulo, en la zona de Boulevard Seguí y Rouillon, donde también empecé a trabajar. Y como era un barrio picante, siempre estaba agarrándome a las piñas para defenderme. Pero mi ingreso al boxeo vino de la mano de mi viejo, ya que él miraba muchas peleas y me hablaba de Monzón, Galíndez y el Luna Park”, confesó Quiroz.

Para comienzos del año 2000 ya trabajaba de sodero, haciendo los repartos en el camión y una vez pasó por el Club Mar del Plata, donde descubrió que enseñaban boxeo y se anotó. “El entrenador era Juan ‘El Sodero’ González, un destacado peso pesado amateur. Fue así que a los tres meses hice mi primera exhibición ante Santos Villalva, un boxeador mediano que tenía ‘Nino’ Ploner. Después me fui con ‘Chiche’ Céspedes a la Vecinal del barrio 7 de Septiembre, hasta que dejó de funcionar el gimnasio. Entonces fue que en cada festival al que asistía, la gente nombraba siempre al gimnasio de Lito Muller, el cual además llevaba a muchos competidores, todos buenos, que hacían las peleas de fondo”, relató Quiroz.

Y enseguida añadió: “Fue entonces cuando mi cuñado habló con Nelson Medina para ir a entrenar y así conocí el Muller Boxing Club, ubicado en calle Nicaragua y Riobamba. A los dos meses de entrenamiento con el profe Muller ya hice la primera pelea amateur en Los Surgentes, provincia de Córdoba, y desde ese día no me fui más de su lado. Con el viejo hice 106 peleas en el campo aficionado, salía a escena casi todos los fines de semana y con quien me pongan enfrente. Ninguno del gimnasio titubeaba para combatir ante cualquiera. Teníamos buenos deportistas como Noé González, Iván Protti, el ‘Tete’ Monge, Apolinario Godoy y el ‘Pato’ Gómez, por nombrar algunos. El gimnasio era reconocido por los tremendos guanteos, más duros que las peleas, por eso muchos esquivaban ir a cruzar guantes ahí, un ambiente rustico para las piñas. Hasta el ‘Chino’ Maidana fue hacer guantes.

En cuanto a su gran mentor, Quiroz expresó: “Lito fue un hombre muy sabio que me enseñó mucho sobre la cultura y la  historia del boxeo rosarino. Siempre nos contaba sobre los viejos ídolos locales, sus peleas y cuando se metió en el boxeo, reseñaba historias del Estadio Norte, La Carpita, El Cruce Park o el estadio Millia. Con él nunca nos faltó cultura. Sabía mucho y todo el mundo del box lo conocía. Era amigo de Osvaldo Principi y hasta fue a comer a su casa. Yo lo quería mucho e iba para todos lados con él. Siempre estuve a su lado hasta que falleció. Fue muy bueno conmigo y me dejó una gran enseñanza, conservo cientos de revistas ‘KO Mundial’ que el viejo Lito me obsequió y que luego aporté para la investigación del libro ‘Puños Rosarinos’. Toda esa enseñanza me ayudó a comprender la importancia de cuidar los materiales de investigación y las hojas amarillentas de los recuerdos”.

Hasta el último cartucho

Quiroz hoy tiene 39 años y aún está en actividad. Tras debutar como profesional a los 23, dejó la competencia y conoció a su actual pareja, Celeste. “Hice  25 peleas como profesional. Tengo un récord negativo, no lo voy a negar y combatí hasta en peso Crucero, siendo mi categoría natural la de 66,500 kilogramos, pero la cultura que me brindó el boxeo no me la dio ninguna otra institución. También forjé mi personalidad, porque nunca tuve miedo en subir a un cuadrilátero, hasta cuando daba ventajas en la categoría. Entre victorias y derrotas siempre me comporté como un obrero del ring y no reniego de nada, al contrario: lo disfruté porque amo lo que hago”, sentenció Facundo.

Tras la muerte de Lito Muller, Quiroz comenzó a ser parte del equipo de competidores del IMAD, con Iván Protti, con quien después de un riguroso entrenamiento se trajo un empate de visitante. “El boxeo para mí es el deporte más completo, ya que cuando combatís usas todo: es una combinación de cuerpo y mente, cuando estás ahí arriba, no sé cómo explicarlo, es una sensación única y no es miedo, es algo hermoso lo que sucede, una sensación única. Terminar una pelea de pie, por más que el fallo sea adverso, sabiendo que entregaste lo mejor, es totalmente satisfactorio, porque no hay derrota en el deporte, todo es ganancia”, argumenta convencido.

“Espero poder enseñar algún día, es algo que aún debo analizar bien porque no es fácil. Primero quisiera capacitarme, tener mi propio gimnasio y mis alumnos, ya que a pesar de no haber sido campeón, disfruté todo lo que hice. Muchos me conocen, me aprecian y me saludan, ya que hice amistad con la mayoría de mis rivales. Es muy lindo lo que me ofreció este deporte, no solo es piña: esto es cultura también, me apasiona esta actividad y quiero dedicarle toda mi vida”, sentenció este verdadero obrero del box.

Especial para El Ciudadano de Ever Palermo, ex boxeador amateur y autor de “Rebeldes de uniforme” y “Puños Rosarinos: tierra de campeones”, libro declarado de interés Municipal y Provincial.

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