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Falleció el maestro Roberto De Vicenzo, gloria mayor del golf argentino

Roberto De Vicenzo, el mejor golfista de la historia argentina y uno de los deportistas más destacados del país, falleció este jueves a los 94 años de edad.

Miembro del Salón de la Fama del Golf Mundial y ganador de 230 abiertos, el «Maestro» falleció en su casa ubicada en el partido bonaerense de Berazategui. Su hijo Eduardo confesó que «hasta los 90, 92 años, estuvo bárbaro y hasta se jugaba algunos hoyos», aunque luego entró en «una especie de decaimiento». «Hace poco más de dos meses tuvo un accidente doméstico y se fracturó la cadera. Ese fue el desencadenante. Desde ese entonces, nunca más se recuperó. Y fue yendo para atrás cada día», afirmó en declaraciones formuladas al canal Todo Noticias.

Eduardo contó que desde entonces «nunca se pudo levantar de la cama y fue de a poco dejando de reconocer a las personas». «No va a haber velatorio. Mañana –por el viernes– será cremado en el cementerio Iraola, en Hudson. Pensamos que como mucha gente seguramente quiera despedirlo, ahí será más sencillo», cerró.

Así lo despidieron por redes sociales

Emiliano «Gato» Romero, ex golfista y actual intendente de Villa Allende en Córdoba, escribió en su cuenta de Twitter: «Adiós, MAESTRO. Gracias por abrirnos las puertas del mundo, por tus enseñanzas y por tu humildad. Gracias por tu amistad! #DeVicenzo».

Por su parte, Jorge Contratti, secretario general de PGA de Argentina, emitió un breve comunicado en el que «profesionales de Golf de Argentina cumple en comunicar el lamentable fallecimiento de nuestro distinguido presidente honorario Roberto De Vicenzo».

Por último, Patricio Mussi –intendente de Berazategui– tuiteó: «Un día triste para los berazateguenses, despedimos al Maestro del golf y de la vida, #RobertoDeVicenzo. Gracias x tu ejemplo, valores y amor!».

Un caballero

Roberto De Vicenzo nació el 14 de abril de 1923 en Chilavert, provincia de Buenos Aires.

A Roberto De Vicenzo hay dos maneras de retratarlo: una, con su estirpe de gran campeón e impulsor del golf en la Argentina, y otra con la caballerosidad con la que desempeñó su profesión, que incluso le llevó a perder el Masters de Augusta 1968 por un error involuntario de un colega al llenar su tarjeta. «Qué estúpido que soy», había dicho hace casi 50 años De Vicenzo cuando se dio cuenta que su compañero de línea, Tommy Aaron, le anotó un golpe de más en el hoyo 17, y él firmó sin revisar el tanteador. Ese error determinó que estuviera segundo en la clasificación detrás de Bob Goalby, a la postre ganador del certamen, y de haberse corregido hubieran tenido que desempatar. Nunca De Vicenzo culpó a su compañero de línea, ni criticó al comité del torneo por esa acción, sino que se cuestionó a sí mismo el error.

«Con el paso del tiempo yo he ganado más prestigio firmando mal esa tarjeta, que si hubiera ganado el título. En general el que gana el Masters de Augusta a los tres años la gente se olvida, pero mi nombre, por esa circunstancia, ha quedado grabado para toda la vida», expresó ya en su retiro el golfista. El gran maestro argentino había nacido el 14 de abril de 1923 en la localidad bonaerense de Villa Ballester, y al poco tiempo sus padres se mudaron a Villa Pueyrredón, pero a los 17 años le ofrecieron se aspirante en el Club Ranelagh, localidad donde residió hasta su muerte. De Vicenzo pasó siete años viviendo en México, pero siempre estuvo en Ranelagh, en tiempos, que como él mismo recordó «venían solo 14 jugadores».

En su carrera el gran maestro ganó 230 torneos (de acuerdo al Salón de la Fama del Golf Mundial), incluidos 4 torneos del PGA Tour y el Abierto Británico. El primer título que ganó De Vicenzo fue el «Abierto del Litoral», en Rosario en 1942, y ese mismo año se adjudicó su primer campeonato en Estados Unidos. Precisamente el Open Británico, la mayor cita del golf a nivel mundial, De Vicenzo lo ganó en 1967, pero también consiguió dos segundos puestos y en tres ocasiones terminó tercero. Al coronarse en 1967, recordó que tardó 20 años en poder ganar el torneo y ya tenía 44 cuando se alzó con el mismo. El propio De Vicenzo dijo que él no había nacido jugador de golf «me tuve que hacer golfista», y en ese sentido reconoció que «nunca pensé que iba a llegar adonde llegué».

El Maestro, un hombre de referencia para los golfistas profesionales y amateurs.

Su futuro iba a ser el de «fogonero del ferrocarril», pero en más de una ocasión explicó que ahí apareció una oportunidad de trabajo en Ranelagh y se metió en el mundo de golf a pleno. Durante 35 años el genial argentino se mantuvo entre los mejores 10 jugadores del mundo, y en 1974 se adjudicó el campeonato mundial de Veteranos. De Vicenzo ganó abiertos nacionales de 16 países en 42 ocasiones, y en 1979 su nombre ingresó al Salón de la Fama del golf de los Estados Unidos. Amigo de Juan Manuel Fangio, De Vicenzo recordó que «en el deporte es muy difícil ganarse la vida», y agregó «el deporte es bueno para bajar la barriga, pero para llenarse la barriga es muy difícil, porque hay que tener cara de ángel y alma de diablo, un poco de todo». «Cuando digo diablo, lo digo en el mejor sentido de la palabra y Fangio y yo la teníamos. Si no sos diablo, te ganan de mano», comentó De Vicenzo. El Gran maestro argentino explicó alguna vez que el golf le permitió «conocer gente muy buena, que me ayudó mucho».

«Uno pierde la fuerza pero no la mente, y la mente piensa que vas a hacer birdie en cada hoyo. La desilusión está, pero me divierto, la paso bien. Todavía pego 260 yardas, y si el viento me ayuda, llego a 300», recordó hace pocos años el gran maestro en una entrevista. De Vicenzo, en sus últimos años, siempre fue considerado como un hombre de referencia para los golfistas profesionales y amateurs, y una fuente de consulta para todos aquellos apasionados de la disciplina.

El gran maestro tuvo en su destacada carrera profesional y humana un montón de anécdotas, como cuando un ex vicepresidente lo dio por muerto, y las explicaciones que le dio a Mirtha Legrand por una situación con su esposa.

El día que lo dieron por muerto

El ex vicepresidente Amado Boudou encabezó un acto en Berazategui, tierra en la que De Vicenzo se había afincado desde que era adolescente, y dijo que «desde el cielo» el genial maestro del golf estaría orgulloso del predio que llevaba su nombre. «Imagino a ese adulto mayor de Berazategui, que tiene su nombre este predio, don De Vicenzo hoy debe estar mirando desde el cielo y diciendo ‘la pucha quedó chico’. Así que los Mussi que hagan uno más grande», dijo Boudou en un acto en Berazategui por el Día del Jubilado. Sin embargo, minutos más tarde, el propio De Vicenzo salió a desmentir los dichos del funcionario, aunque con la simpleza que daban sus por entonces 92 años: «Aquí andamos, bien, tranquilos. El cielo está claro y tranquilo. Pero nunca te podés confiar porque en cualquier momento se larga un chaparrón».

La pregunta incómoda de Mirtha Legrand

La diva de los almuerzos también tuvo una anécdota con el gran golfista argentino de todos los tiempos, y alguna vez en su mesa le preguntó si era verdad que cuando él iba a jugar su esposa le «besaba las pelotas». A lo que la propio Legrand agregó: «¿y usted qué hacía?», y el maestro con picardía le respondió: «cerraba los ojos».

De Vicenzo y el sexo adulto

A los 91 años y en una entrevista con Rock and Pop, De Vicenzo se confesó sexualmente y dijo que con su esposa Delia hacía «cinco o seis años que no hay sexo». «El amor no se termina nunca, lo que se termina es el sexo. Hay gente que tiene sexo duradero y otro no», explicó. Incluso reconoció que le había sido infiel a su esposa en alguna ocasión pero «sólo en el sexo, no en el cariño». Al respecto, aseveró que «el hombre nunca es fiel. El hombre a quien le miente más es a la mujer y a la madre. A una la hace sufrir, a la otra la hace enojar». Sin embargo, el gran maestro también dijo que de no haber conocido a su esposa, con quien se casó en la década del 40, «no sé que habría sido de mí».

Su relación con la vejez

«No, creo que la naturaleza te elige. Con mi mujer, Delia, hemos sido unos elegidos. Hay otros que a los 50 años ya están acabados. No sé, es un secreto de la vida que ni los médicos pueden descifrar», indicó en una nota con La Nación. No obstante, comentó que «es lindo llegar a viejo y estar sano. Pero llegar a viejo para estar picado y podrido, mejor no llegar. Porque no solamente sufrís, sino que hacés sufrir a los demás. Algo tiene que haber: yo soy católico, no voy mucho a la iglesia, pero creo en ella. Seguro que hay algo en el mundo que nos mantiene vivos y nos ilusiona».

Agencia NA

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