El periodista Eduardo Kimel, de 57 años, falleció ayer en una clínica de Buenos Aires, donde había sido internado el martes último a raíz de una descompensación relacionada con una enfermedad renal que lo aquejaba desde hacía varios años.
La Secretaría de Derechos Humanos expresó su profundo pesar por el fallecimiento de Kimel, “un ferviente defensor de la libertad de expresión”, y destacó la publicación de su libro “La masacre de San Patricio”, en el que investigó el asesinato de tres sacerdotes palotinos y dos seminaristas durante la última dictadura militar.
Además, a través de un comunicado, la Secretaría resaltó que “la lucha judicial de Kimel por hacer efectivo el derecho a la información fue decisiva para que durante el año 2009 se convirtiera en ley la eliminación de los delitos de calumnias e injurias, en casos de interés público”.
Kimel se desempeñaba desde abril de 2008 como editor de información latinoamericana de la agencia alemana de noticias DPA, en Buenos Aires, después de haber trabajado varios años en la sección Internacional de la agencia Télam, donde se desempeñó con marcado profesionalismo en coberturas tanto nacionales como en el exterior.
En 1989 publicó el libro “La masacre de San Patricio”, en el que abordó el asesinato de tres sacerdotes palotinos y dos seminaristas a manos de la última dictadura (1976 a 1983) y en el cual denunció la actuación de las autoridades encargadas de la investigación, entre ellas el juez Guillermo Rivarola.
Seis años después, en 1995, Kimel fue condenado a un año de prisión en suspenso y al pago de una indemnización de 20.000 pesos (por entonces igual a dólares) como culpable de “injuria y calumnia” por una denuncia del juez al que mencionó en su investigación.
“Este proceso fue muy largo pero valió la pena. No por una cuestión personal, sino por lo que tiene que ver con la memoria colectiva. En estos años hubo muchos compañeros que me acompañaron”, señaló Kimel en 2007 al presentar su caso ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que finalmente en 2008 falló a su favor en la apelación que presentó contra el Estado argentino.
En ese mismo ámbito y en esa ocasión, recordó especialmente a su fallecida esposa Griselda Kleiner. “Ella estuvo al lado mío, jamás me abandonó. Era una luchadora social, cordobesa, protagonista del «Cordobazo»”, rememoró.
Andrea Pochak, abogada y directora ejecutiva adjunta del Centro de Estudios Legales y Sociales, se mostró muy golpeada al enterarse de su fallecimiento.