En febrero de 2009 fue hallado en una precaria vivienda de barrio Tablada el cuerpo de un hombre de 63 años, con un puñal clavado en el pecho. En principio, los investigadores interpretaron que la víctima había agredido a su mujer –que presentaba algunos cortes–, y luego se había suicidado. Sin embargo, peritajes posteriores sobre el cuerpo determinaron que el puntazo había sido efectuado por un tercero, por lo que el hecho fue caratulado como homicidio. El juez de la causa ordenó la detención de la esposa del fallecido, al considerarla la principal sospechosa del crimen, aunque ella siempre sostuvo ser inocente. Esta semana, una resolución judicial dictó la falta de mérito de la mujer, aunque no se aclaró si el hombre se suicidó o si fue víctima de homicidio.
El hecho tuvo lugar cerca de las 14 del 5 de febrero de 2009, cuando personal de Comando Radioeléctrico, alertado por vecinos, se presentó en pasaje Calzada 45 (que une Chacabuco con Necochea, entre Garay y Gaboto).
De acuerdo con la gente que estaba agrupada en la vereda, encerrada dentro de la vivienda había una mujer ensangrentada pidiendo auxilio, por lo que los efectivos decidieron saltar un tapial e ingresar en el domicilio. Pasando la peluquería que funciona en el garaje de la casa, los uniformados encontraron a Susana Gladys P. en estado de shock y con heridas cortantes en los brazos, que aparentaban ser de defensa.
Según dijo la mujer a los policías, momentos antes había mantenido una fuerte discusión con su esposo, Juan José Martín, en su casa ubicada al fondo de un pasillo. De acuerdo con los vecinos, el matrimonio se había separado un tiempo atrás, pero por cuestiones económicas seguían viviendo bajo el mismo techo.
Al ingresar al lugar, los efectivos del Comando observaron sillas corridas y una mesa que, al parecer, momentos antes había estado servida para el almuerzo, desparramada en el piso. Y junto a la mesa estaba un hombre sin vida tendido boca abajo en el suelo con un puñal clavado en la región del tórax.
En un primer momento Susana dijo que había discutido con Juan, pero que luego salió de la casa, dejándolo con vida y sin heridas de consideración. Pero luego la mujer sostuvo que ese día fue víctima de un nuevo episodio de violencia en el que recibió una fuerte paliza por parte de su esposo, que luego se suicidó clavándose un cuchillo en el pecho y dejándose caer, de frente al piso, para que el arma se incrustara con el peso de su cuerpo.
Pero la escena con la que se encontraron los pesquisas en el lugar comprometieron desde un principio la inocencia de la peluquera: un hombre boca abajo con un puñal en el pecho, varios signos de pelea a su alrededor y otro cuchillo quebrado en el piso, además de las heridas que presentaba su mujer, una de ellas en la palma de la mano.
A esto se sumó el primer informe presentado por peritos del Instituto Médico Legal, que indicó que la herida que presentaba el hombre en el pecho debía haber sido perpetrada por un tercero, por lo que se descartó la hipótesis del suicidio y se adoptó la de homicidio. Ante esto se ordenó la detención de Susana P. como principal sospechosa, acusada de homicidio agravado por el vínculo.
Aunque la controversia surgió cuando la defensa de la mujer, a cargo del abogado Marcos Cella, preguntó si también podía ser compatible con una mecánica suicida, según la versión que desde un principio brindó su defendida.
De víctima a sospechosa
Las dos veces que Susana se presentó a declarar brindó detalles estremecedores de la violencia que padeció durante décadas por parte de su marido, incluso durante los cuatro embarazos que cursó. Entre otras cosas, la mujer –madre de tres hijos– atribuye la pérdida de mellizos a una paliza que le propinó Martín, a quien denunció varias veces.
En relación con el día del hecho Susana contó: “Sin mediar una conversación me empezó a pegar, me dijo «te voy a matar», yo le decía que me dejara, que no me hiciera eso pero me pegaba con el puño cerrado. Luego me caí al piso, me pegó trompadas en el pecho, me caí al piso y no me podía levantar, me decía que me iba a matar y se mataría él también”.
En un testimonio la mujer contó que su esposo se subió encima de ella y agarró un cuchillo con el que le tiró varios puntazos que le causaron cortes, hasta que pudo tomar de la hoja el arma y sacársela. Pero la pesadilla continuó: “Luego agarró un segundo cuchillo de arriba de la mesa, también del tipo tramontina, él seguía arriba mío (…) y cuando quiso matarme con esa cuchilla yo pude levantarme y pasar alrededor de la mesa y me dijo «yo ahora me mato»“.
Un caso complejo
En su resolución, la jueza de Instrucción de la 10ª Nominación, Patricia Bilotta, entendió que no quedó superado el estado de sospecha primigenio sobre la imputada. Teniendo en cuenta que el hecho se enmarca en un “crítico episodio de violencia familiar de género”, la magistrada se basó en los dichos de la imputada y en los testimonios de sus hijos, quienes dieron cuenta de los maltratos familiares que padecieron desde niños. Pero también se desprendió, en base a testimonios que Martín dio a conocidos, que ya había amenazado con quitarse la vida en varias oportunidades.
Lo particular de este caso es la controversia en cuanto a los peritajes forenses. De acuerdo a los resultados de un informe autópsico ampliatorio, el profesional dictaminó que “el caso constituye uno de los más complejos” en que ha debido actuar. Es que, según aclara, “todos los fundamentos de certeza que esgrimen los más reconocidos autores de la medicina forense pueden derrumbarse como tales ante la coexistencia de lesiones de defensa, signos evidentes de lucha y heridas múltiples que son admitidas como ciertos, pero ajenos y previos a la lesión mortal, según la versión de la acusada”. Y tras ello concluye que “no debe ser excluida la etiología suicida”.
En su dictamen, la jueza Bilotta se basa también en el dictamen médico: “No se puede afirmar con absoluta certeza que la muerte de Martín ha sido causada por un tercero. Puedo sí entregar certeza pericial en relación a probable mecánica homicida, aun cuando la manera suicida de muerte en casos como el que nos ocupa puede ser observada con excepcionalidad en alienados”.
Su abogado defensor, Marcos Cella, dijo que desde un principio creyó la versión de su defendida y agregó que a la mujer la angustia particularmente quedar como homicida ante la opinión pública, siendo que fue víctima de malos tratos y jamás se hubiera atrevido a lastimar su esposo.