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Fármacos experimentales contra la epidemia del ébola

Ante la imperiosa necesidad de detener al virus, la Organización Mundial de la Salud pasa por alto protocolos básicos.

La urgencia es demasiado grande como para quedarse en formalidades. Una comisión de la OMS pasa por alto postulados farmacológicos básicos y aprueba el uso de medicamentos contra el ébola insuficientemente probados.

La pregunta que se plantea es de índole ética: ¿se puede recurrir a medicamentos cuyos efectos no han sido aún debidamente comprobados para tratar a pacientes que hayan contraído el ébola? Teniendo en cuenta que un contagio representa prácticamente una condena a muerte para un alto porcentaje, la Organización Mundial de la Salud ha dado una respuesta afirmativa a la interrogante.

El empleo de sustancias experimentales en la lucha contra el ébola es admisible “en vista de las circunstancias extraordinarias de este brote y cumpliendo una serie de condiciones”, señaló una comisión de expertos de la OMS, compuesta por médicos, científicos y personas de las naciones más afectadas por esta enfermedad.

El suero ZMapp

Liberia es el primer país del África occidental en que se ha de suministrar el medicamento ZMapp a pacientes. Se trata, en primera línea, de personal sanitario que se ha contagiado en el trato de enfermos de ébola. Según la OMS, en total ya son más de 170 las enfermeras, cuidadoras y médicos que han contraído así el mal. Por lo menos 81 de ellos ha muerto ya.

El suero experimental ZMapp es, por ahora, el producto más promisorio, aunque el sacerdote español Miguel Pajares, al que se le suministró, murió este martes en Madrid.

En cambio, dos ciudadanos estadounidenses que contrajeron el ébola en Liberia y fueron tratados con dicho suero, parecen encontrarse mejor. “Todavía no está claro si la mejora de su estado es realmente atribuible al ZMapp, o si ambos se cuentan simplemente entre el 40 por ciento que sobrevive”, señala David Heymann, presidente de la “United Kingdom’s Health Protection Agency”. Este especialista en enfermedades infecciosas se ocupa desde hace décadas del tema de las epidemias. Ya durante el primer brote de ébola, en 1976, formó parte del equipo que estudió el virus.

Plena transparencia

Según Heymann, el problema básico es un análisis de riesgos y beneficios. Si se demuestra que el riesgo es pequeño, teóricamente un medicamento podría suministrarse a pacientes –bajo estrictas condiciones– “aunque todavía no haya sido probado en seres humanos”.

Los expertos de la OMS subrayaron que en la distribución de tales medicamentos deben cumplirse estrictas normas éticas. “Entre ellas, se cuenta la plena transparencia en el tratamiento y el consentimiento de los pacientes, que debe basarse en informaciones serias”, indicaron los especialistas. Igualmente destacaron la obligación de resguardar el secreto médico y respetar la dignidad de los pacientes.

David Heymann considera imprescindible que los medicamentos, las vacunas y la documentación de las investigaciones estén a disposición lo más temprano posible.

“Hay que realizar este trabajo antes del próximo brote. Si uno observa la actual epidemia, de seguro se podrían acelerar determinadas medidas”, indicó.

La OMS también quiere acelerar la búsqueda de vías para distribuir con equidad los potenciales medicamentos a los países y los pacientes.

El pedido de Ban Ki-Moon

En tanto, en España, la suerte de una auxiliar de enfermería infectada de ébola, cuyo estado de salud se agravó el jueves pasado, causaba inquietud en la opinión pública mundial, que se enfrenta al fantasma de un nuevo sida.

«En los treinta años que llevo trabajando en la salud pública, lo único comparable ha sido el sida», estimó Tom Frieden, director de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) en Estados Unidos. El grito de alarma fue secundado por el presidente de Sierra Leona, Ernest Bai Koroma, que denunció que la respuesta internacional “hasta ahora ha sido más lenta que el ritmo de transmisión de la enfermedad”.

Hace una semana murió un liberiano que estaba internado en Texas (centro-sur de EEUU), y en España son siete las personas que han sido hospitalizadas por el momento por precaución tras haber estado en contacto con la auxiliar Teresa Romero, de 44 años, que se debate entre la vida y la muerte.

La contaminación de Romero en Madrid, en medio de aparentes fallas graves en los protocolos sanitarios, provocaron alarma. El jefe de la ONU, Ban Ki-Moon, pidió multiplicar «por 20» la ayuda actual para intentar poner freno a la epidemia. La vida de Romero corre «un grave riesgo», dijo el presidente de la región de Madrid, Ignacio González.

La técnica sanitaria, internada en el Hospital La Paz-Carlos III, es la primera persona que se contagia fuera de África occidental, donde esta implacable fiebre hemorrágica ha dejado más de 3.900 muertos este año.

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