Como es habitual en él, Federer jugó su mejor tenis cuando su adversario comenzó a estar más combativo. Y es que después de que el helvético perdiera su primera manga en cuartos de final ante el ruso Nikolay Davydenko, el suizo no cedió un sólo set en el resto del campeonato.
«Estoy en una nube, jugué uno de los mejores tenis de mi vida», declaró el suizo tras su victora. «Es un momento muy especial porque es mi primera victoria en un Grand Slam como padre», manifestó, aludiendo a sus hijas gemelas, nacidas en julio de 2009.
«Tienen seis meses. Puede que se las vea el año que viene en el público durante la final. Sería estupendo», agregó.
Por su parte, Murray fue víctima de la fuerte presión que se cernía sobre él, pues podía convertirse en el primer británico que levanta un título de un torneo grande del circuito desde 1936.
«Fue mucho más fuerte que yo, recibí muchos apoyos, siento no haberlo logrado pero…», dijo un emocionado Murray sobre Federer. «Puedo llorar como Roger, pero es una pena que no pueda jugar como él», agregó el británico antes de recibir la consolación de su rival.
«Andy, jugaste un torneo fantástico y eres demasiado bueno como para no ganar un Grand Slam un día de estos, no te preocupes», le señaló Federer.
El suizo ganó tres de los últimos cuatro torneos del Grand Slam y nada parece indicar que vaya a frenarse. Ni los récords, ni la edad, ni su paternidad, parecen calmar la sed de victorias del tenista. Ya lo dijo antes del torneo australiano. «Todavía tengo hambre», apuntó.
Con esta victoria, el suizo suma 16 títulos de torneos del Grand Slam, dos más que su predecesor en poseer el récord de trofeos de grandes del circuito, el estadounidense Pete Sampras (14).