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Federico Lifschitz: «Mi viejo era un tipo de acción y yo vengo a representar esa impronta»

"No somos tipos que venimos sólo a hablar, a sacarnos una foto, no hacemos política detrás de un escritorio, sino que venimos a hacer, a transformar y a mejorarle la vida a la gente", se presentó el candidato a concejal por el sector de Maximiliano Pullaro 

Federico Lifschitz es dueño de un apellido emblemático cuya ausencia todavía resuena en toda la política local y provincial. Cierta cadencia al hablar y algunas acentuaciones traen el recuerdo de su padre. Militó siempre en el socialismo de la mano de su padre y de su madre, la primera esposa del ex gobernador Miguel Lifschtiz. Pero no tomó el camino de la carrera de nombramientos y cargos políticos. Eso recién llegó en 2019. Mucho antes de eso vendió pochoclo en el Parque Independencia a los 17 años, instaló acondicionadores de aire en casas particulares, se compró un camión volcador y con el tiempo terminó teniendo una empresa de transporte, que hoy maneja. Hace gala de su perfil en la actividad privada y, en parte desde ahí, cuestiona muy duro a parte de la política y en especial al Concejo. Casi como un outsider de la política, pone el foco en el gasto del Palacio Vasallo y en las funciones de ediles y asesores. En su primera intervención electoral, como candidato a concejal, lo sedujo más «el proyecto de Maximiliano Pullaro» que su corazón socialista.

—Tenés el apellido más conocido de la política y una de las historias personales menos conocidas.

—Sí. Nosotros nos hemos criado, tanto yo como mis hermanas, como unos vecinos más de esta ciudad. Y tampoco hemos ocupado cargos públicos, ni en la administración municipal ni provincial. Por lo tanto, es razonable que la gente, el vecino de Rosario no nos conozca, porque hemos tenido perfil muy bajo y hemos transcurrido nuestras vidas como unos vecinos más.

—¿Cuántas hermanas tenés?

—Tengo 3 hermanas mujeres. Dos más grandes y una más chica. Todos del primer matrimonio.

—¿Cuáles de ellas se dedicaron a la política?

—Todas, en mayor o menor medida. La más grande quizás es la que me acompaña de manera más activa en este nuevo desafío. La que le sigue, arquitecta, fue presidenta del centro de estudiantes de su facultad, de la agrupación de estudiantes referenciada en el Movimiento Nacional Reformista. Hoy está en Córdoba, un poco más alejada de las cuestiones políticas. Y la más chica ha tenido un perfil más bajo, una participación más pasiva, pero acompaña, de una o de otra manera.

—¿Vos qué estudiaste?

—Yo estudié licenciatura en administración. Me quedan muy poquitas materias. Comencé en la UNR y me terminé yendo a la UCEL por cuestiones de trabajo. Yo trabajé siempre en lo privado, desde los 17 años. Hice muchísimas cosas. A los 25 fui papá, así que entre mi trabajo y mi responsabilidad como padre no me quedó mucho tiempo.

—¿Cómo fue ese arranque laboral a los 17 años?

—Desde vender pochoclos en el Parque Independencia, porque parte de mi familia materna (Adad) se dedicó a eso, hasta instalar aire acondicionado en viviendas particulares.

—¿Cómo es eso de los pochoclos?

—Pochoclo Adad es un emprendimiento de la familia de mi mamá. Por eso yo de chico, para hacerme unos mangos para salir con amigos, trabajé con el hermano de mi vieja. A los 16, 17 años ya empecé a ir los fines de semana.

—¿Qué decía tu papá?

—Mi viejo en ese sentido siempre nos alentó a que cada uno haga su experiencia.

—Que sintieran que había que aprender a ganarse la vida.

—Tal cual, de hecho yo fui muy crítico de mi viejo porque veía cómo mucha gente de su entorno crecía, progresaba al lado de él, y sin embargo sus hijos estaban trabajando vendiendo pochoclos en el Parque Independencia. Hoy se lo agradezco porque me dio las herramientas para desenvolverme mucho mejor en la vida. Y creo que de eso se trataba. En su momento lo veía con enojo, «cómo puede ser que todos tengan una oportunidad y nosotros que también veníamos de una militancia política, partidaria, no». Y en algún momento me lo dijo: «Si te llevo acá te vas a achanchar, andá a laburar a lo privado, hacé, formate, viví tu experiencia y ya llegará el momento».

—¿Y ese momento llegó?

—Recién en el 2019, cuando me convocó a trabajar en la Legislatura provincial.

—¿Qué valor le das a esa decisión de tu padre de que te insertaras en el mundo de lo privado?

—Viéndolo en perspectiva lo valoro y se lo agradezco, porque me ha permitido tener una mirada mucho más integral, mucho más global, de cuál es la realidad que se vive no sólo desde el Estado, sino del sector privado, como un emprendedor más.

—¿La familia Adad sigue con los pochoclos?

—Sí, tercera generación. Por eso fueron de los primeros puestos de pochoclos en la ciudad. Y continúan con eso.

—¿Tu madre?

—Mi vieja es militante, se conocieron en la militancia universitaria. Ella es abogada, estudió en la UNR y militó en el MNR: Mi viejo militó en Ingeniería y se conocieron en ese ámbito. Ella tuvo su carrera en la gestión pública, fue parte de la gestión del Frente Progresista en la provincia de Santa Fe y hoy está jubilada, retirada.

—¿Después de los pochoclos qué vino?

—Empecé a instalar aire acondicionado. Primero como ayudante, apenas terminé el secundario en el inicio de la carrera de ingeniero industrial. A los seis meses me dí cuenta de que eso no iba y el resto del año me puse a trabajar con otro tío, que hacía refrigeración, a instalar aires. Y ya después lo continué por mis propios medios. Aprendí rápido porque me daba maña.

—¿Y después de eso?

—Después, con unos ahorros, me compré un camioncito volcador, un Ford 1972. Me lo traje de Pujato, lo manejé también. Hacía algún movimiento de suelo, de limpieza de terrenos, llevaba materiales, arena…Quise ir por ahí de inquieto nomás. Y después comencé a hacer transporte y logística, que es la actividad que mantenemos al día de hoy. Tanto mi empresa, con camiones propios.

—¿Viajes de media distancia?

—Estoy transportando contenedores desde el puerto de Rosario y el Cordón a Buenos Aires, Córdoba. Y a partir del 2019, cuando mi viejo me convoca a trabajar con sus equipos, todo lo que es obra o movimiento de suelos lo dejé de hacer y me quedé con lo que es logística.

—Igual vos en un principio esperabas que te llevara a trabajar con él.

—Sí y no. De hecho en el 2015, me hace una pequeña oferta. Mi viejo era de pocas palabras, en el 2015 me hizo una pequeña oferta, pero la verdad es que yo ya venía trabajando en lo privado, la verdad que lo privado me gusta, tengo vocación por lo privado, pero también tengo vocación por lo público, porque nunca, desde los 17 años, he dejado mi participación política, pero la verdad que lo privado es algo que me apasiona. En el 2015 me hace una oferta, que no termina de ser muy clara y yo decido en ese momento continuar con mi actividad. Ya en el 2019 me vuelve a proponer que me sume a sus equipos, en un momento particular para el socialismo, porque venía de perder la gestión provincial y la gestión local, y con una debilidad interna en la ciudad de Rosario particularmente importante donde él no sólo me convoca a trabajar en sus equipos sino que me pide que asuma una responsabilidad en la reconstrucción de nuestro desarrollo territorial, sobre todo en la ciudad de Rosario.

—¿Qué fue lo que te pidió expresamente?

—Poder convocar a todos los socialistas que supieron acompañarnos, recuperar la presencia del Partido Socialista en cada barrio de Rosario. Recuperar ese trabajo codo a codo con el vecino, que nos permitió en su momento llegar al gobierno de la ciudad de Rosario y posteriormente, en el 2007, llegar al gobierno de la provincia de Santa Fe. Y que después, por diferentes motivos, por el desgaste mismo de la gestión, por la demanda en la gestión y también por la dinámica de los ciclos políticos termina de esta manera. El desafío era recuperar nuestra presencia en cada barrio para poder reconstruir o fortalecer esos vínculos. Porque mi viejo siempre entendió la política de esa manera, y entendía que no había otra manera de llegar y hacer bien las cosas si no era esa cercanía con el vecino.

—¿Con qué parte del perfil político de tu papá te sentís más identificado?

—Yo a mi viejo lo defino no como a un buen político sino como una buena persona que se dedicó a la política. No es algo menor. Es un requisito indispensable a la hora de hacer buena política. Quizás no sea todo, pero es una base importante. Y me quedo con esos valores, con esos principios, con esos ideales, con todas esas enseñanzas. Y también con la acción, mi viejo era un tipo de acción y me parece que yo vengo a representar esa impronta. No somos tipos que venimos sólo a hablar, a sacarnos una foto, no hacemos política detrás de un escritorio, sino que venimos a hacer, a transformar y a mejorarle la vida a la gente. Y entendemos la política de esa manera, si no sería algo muy superfluo. Y de hecho hoy vemos como la política ha ido virando a eso, una política alejada de la realidad, alejada de la gente, de sus problemas, que está más pensando en cómo llega a una elección, en sus internas partidarias, en cargos, en recursos, en lugar de realmente ocuparse de los problemas y mejorarle la vida a cada uno de los rosarinos y santafesinos. Me quedo con esas dos cosas: los valores y un tipo de acción. Es lo que mejor lo representa.

—Y esa acción que necesita la política ¿hoy qué implica?

—Implica patear el tablero, decir las cosas como son, hacer un llamado de atención a la política, yo en particular al Concejo Municipal, yo en particular les pido que dejen de discutir temas menores, que dejen de discutir pavadas, cuestiones que no le van a mejorar o resolver el problema al vecino, y que se metan en los temas calientes.

—Temas calientes ¿cómo cuáles?

—Hoy en Rosario es la inseguridad. Yo entiendo que los concejales no tengan todas las herramientas o atributos para ocuparse. Pero me parece que tampoco pueden mirar para otro lado, que tampoco pueden estar ausentes en los problemas que tanto nos afectan en Rosario. Que tienen que tener propuestas, que tienen que tener proyectos, que tienen que conocer sobre seguridad pública, que tienen que incidir en las políticas que lleva adelante un intendente. Que tienen que exigirle al gobierno provincial un plan de seguridad que se pueda aplicar en Rosario y que sea efectivo. En todo eso tiene que estar el Concejo.

—Si fueras elegido como concejal ¿le darías prioridad a la seguridad?

—Me parece que sí, porque si Rosario no aborda la seguridad difícilmente pueda proyectarse a futuro. Y hoy lo estamos viendo. Tuvimos un nene baleado a la salida de una escuela. Tenés escuelas que cierran y los chicos sin clases, tenés comercios que bajan sus persianas y dejan empleados sin trabajo. Tenés centros de salud que no están abriendo sus puertas. Tenés todo un sistema que no está pudiendo funcionar. En el último fin de semana largo hubo un 50% menos de turismo, frente a otras provincias en las que aumentó. Si Rosario no aborda el tema seguridad de manera seria, y no lo hacemos entre todos, de aquel que tiene mayor responsabilidad al que tiene menor responsabilidad, difícilmente esta ciudad pueda salir adelante. No se salva nadie por sí solo. Tenemos que estar todos trabajando y dejar de ocupar tiempo en otras cosas. Yo no comparto esa mirada que tienen los concejales, tienen que tener un rol mucho más activo, involucrarnos mucho más. Tenemos que, como mínimo, exigir que las cosas se hagan, poner el problema sobre la mesa y no patearla afuera. Porque lo más cómodo es decir que nada se puede hacer desde el Concejo, y si es así yo les diría a los concejales que cierren el Concejo, que todos los rosarinos nos ahorraríamos una torta de guita, y que se vayan a sus casas. Me parece que se pueden hacer cosas, no creo que no se pueda hacer nada. Hay políticas o dispositivos que se pueden implementar desde la Municipalidad de Rosario, que hay que fortalecer y equipar a las áreas de control, que hay que articular con la policía provincial distintos esquemas y operativos para poder recuperar cierto control y orden sobre las calles rosarinas, que hay que trabajar sobre el transporte público, porque no es menor que hoy un laburante esté esperando 30, 40, 50 minutos un colectivo con los hechos de inseguridad que estamos viviendo, que podemos trabajar un mejor sistema de taxis, que puedan llegar las obras a los barrios. El Estado local es el que tiene mayor cercanía con los rosarinos, tiene que estar mucho más metido, tiene que saber lo que está pasando en cada uno de esos barrios, y tiene herramientas para poder contribuir a bajar los niveles de violencia y de desigualdad. Está bien, después la provincia tendrá que hacer su parte, para prevenir el delito, para poder perseguirlo, para lograr que los presos no sigan operando desde las cárceles, pero desde Rosario se puede hacer mucho, ése es nuestro compromiso. Nosotros vamos a trabajar en ese sentido, lo venimos haciendo con Maximiliano Pullaro, que es nuestro candidato a gobernador, nosotros somos parte de su plan de Seguridad, no es algo que está craneando él con tres o cuatro cuadros técnicos, lo venimos discutiendo con los integrantes de las listas de concejales, con los vecinos y vecinas de Rosario, que en definitiva son los que viven y conocen el problema.

—Vos causaste una doble sorpresa en el inicio de la campaña, primero con el tono y el eslogan «basta de boludeces», que impactó, y después con el alineamiento con Maximiliano Pullaro. ¿Cómo fue eso?

—El «basta de boludeces» no es sólo lo que yo pienso sino lo que perciben muchos rosarinos y rosarinas, en su gran mayoría. Cuando uno habla con cada uno de ellos dicen lo mismo.

—La sorpresa también está en que es una frase que se espera venga más desde fuera de la política, sin tener el antecedente político enorme familiar que vos tenés. ¿Se entiende?

—Sí, fue disruptivo. Pero en eso mi viejo era igual. Lo que está bien, está bien y lo que está mal, está mal. No importa si lo que está mal venga de la política o no. De nuestro partido, de los radicales o de los peronistas. Lo que está bien, está bien y lo que está mal, está mal. Yo veo hoy un Concejo que está funcionando mal, que está alejado de la realidad, que está ausente, que no rinde cuentas por lo que está haciendo y lo que va a hacer, y también de lo que gasta. Un Concejo que gasta mucho, que desconocemos cuál es el destino y la eficiencia de ese gasto, y que por sobre todo no se ve reflejado en los resultados. Porque si eso lo viéramos reflejado en un trabajo eficiente que termina resolviéndoles los problemas a los rosarinos…

—El gasto ¿subió por inflación o en términos reales?

—En términos reales. Nosotros tenemos una ley que no permitiría tener al Concejo municipal un presupuesto por encima del 2 por ciento, y hoy estamos muy por encima de eso, está cerca del 3% y algunas décimas más. Hoy el Concejo municipal debe estar gastando cerca de 900 millones de pesos por encima de lo que debiese gastar. Pero tampoco esos números se conocen públicamente, porque hoy el Concejo no es transparente. Hoy necesitamos saber cuánto gana un concejal, cuánto gana un asesor, cuántos asesores hay, dónde están puestos esos recursos, hoy eso no se sabe y sería importante conocer qué está pasando en el Concejo municipal, en qué se gastan esos recursos y sobre todo cuál es la labor de cada uno de los concejales a la hora de ocuparse de los problemas que hoy tenemos.

—¿Por qué Pullaro y por qué no el socialismo?

—Yo no sigo sellos o sólo partidos políticos, obviamente que vengo del socialismo, venga de una formación socialista y mi corazón es socialista. No dejo de ser socialista por las definiciones que he tomado o vaya a tomar, pero sobre todo sigo ideas, sigo propuestas, sigo proyectos y a mí el proyecto de Maximiliano Pullaro hoy me representa. Y no sólo a mí, sino que también a muchos socialistas que hoy me están acompañando en este desafío. Y entendemos que Maximiliano Pullaro es quien está mejor preparado para gobernar esta provincia y para recuperar el rumbo de una provincia que en los últimos años retrocedió muchísimo, no solo en materia de seguridad sino que educación, salud, infraestructura. Área que agarremos nos vamos a dar cuenta del deterioro y el retroceso que hubo. No será de mi partido político, pero entiendo que Pullaro hoy es quién le puede ofrecer un proyecto de cambio, de futuro, a la provincia de Santa Fe y a la ciudad de Rosario. Y yo voy a ser totalmente coherente con mis ideas y con lo que creo que Rosario y Santa Fe necesita. Nada está por encima de eso, ni un vínculo personal, ni un compromiso, ni un partido.

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