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Femicidio y cómo culpar a la víctima

Empezó el juicio oral contra Andy Alejandro Ruiz, de 21 años. Está acusado por el femicidio de Joana Galarza, asesinada de una puñalada en el corazón en 2015

Ayer comenzó el juicio oral contra Andy Alejandro Ruiz, de 21 años, el hombre acusado por el femicidio de Joana Galarza, asesinada de una puñalada en el corazón a comienzo de 2015. En la primera jornada la fiscalía acusó a Ruiz, en un breve alegato, de haberla atacado con un cuchillo en plena calle, cuando caminaba con su hijita de dos años en brazos, acompañada por un amigo cerca del Puente Negro. La defensa de Ruiz intentó desacreditar a la víctima: el abogado defensor la trató de “violenta” y Ruiz de “adicta”. En cuatro minutos el supuesto femicida se describió como un mujeriego que era acosado por Joana “Ella me atacó. Yo me defendí, porque si no era ella iba a ser yo”, le dijo a los tres jueces. Con esta estrategia su abogado pretende librarlo de la cadena perpetua.

En el público sentado en la pequeña sala de audiencias de tribunales nadie parecía creer ayer que Andy Alejandro era un latin lover. Trigueño y petiso, el acusado es más bien escuálido. Para la ocasión vistió una camisa de jeans con lunares en la espalda que se repetían en los pitucos, y un corte a lo reguetonero. Se sentó junto a su abogado, Rodrigo Mazzuchini, y no paró de hacer acotaciones. Declaró dos veces, una tras escuchar la acusación fiscal. La segunda, luego de la declaración de una hermana de la víctima, que dijo que vendía droga en el barrio. “No soy narco”, juró

Joana tenía 10 hermanos. A sus 23 años era madre de dos hijos y estaba separada de otro hombre. Vivía en una villa al norte de la ciudad, a dos cuadras de la casa de Andy. Su hermana contó ante los jueces que hacía unos 4 o 5 meses tenía un vínculo amoroso con Andy Ruiz, aunque en la clandestinidad. Otra de sus hermanas aseguró que vio al muchacho algunas veces en la casa de Joana, incluso lo vio quedarse a dormir. Y agregó que habían protagonizados peleas donde “los dos se pegaron”. Al momento del crimen, dijo, estaban distanciados porque Joana descubrió que Andy tenía una relación con una de sus primas.

Un picaflor

Mazzuchini planteó una teoría diametralmente opuesta a la fiscalía y arremetió contra la víctima. La describió como una persona agresiva, incluso con sus parejas anteriores. Sostuvo que Ruiz tenía una novia y varias conquistas, entre ellas Joana pero el vínculo entre ambos no era más que eso. Desechó de plano que fueran una pareja como argumento para desestimar la calificación de femicidio que significaría una cadena perpetua. Como no eran pareja no cabe el agravante del vínculo parental, argumentó. “No había una relación de desigualdad ni un contexto de violencia de género, por lo que no corresponde el agravante femicidio”, planteó.

El defensor sostuvo que pasadas las 12 del 21 de enero de 2015, Joana y su amigo Sandro rondaban la casa de Ruiz. Aquella noche el acusado, salió de su vivienda en moto y, según el defensor, fue emboscado, a la altura de Cavia y Washington, en la zona norte de Rosario, cercana al Puente Negro. Ruiz asegura que la víctima se encontraba en un pasillo, armada con un cuchillo. Según Mazzuchin su cliente simplemente se defendió “fue una emboscada y salió mal”.

Andy

Ruiz contó a los jueces su versión: dijo que él estaba con su mujer en su casa y salió con su moto hacia la casa de un tío. Al pasar junto a un pasillo, dijo, apareció Joana y su amigo Sandro. “Se me pararon adelante y me tiraron una patada”, declaró. Ruiz jura que lo tiraron de la moto, que Joana lo quiso apuñalar con una faca. Solo que como se le cayó, con esa misma arma él se defendió. “Yo no sabía que le había pegado”, asumió. Cuando Joana llegó al hospital esa noche del 21 de enero del 2015, tenía un corte el brazo derecho y un puntazo fatal en el costado del torax, que llegó muy cerca del corazón.

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