Un hombre de 56 años quedó a un paso de un juicio oral y público por el femicidio de su pareja, Norma Quiroga, y la violencia ejercida contra su hija Laura. La Cámara Penal confirmó la resolución que admitió la acusación en su contra y la prisión preventiva que lo mantendrá encerrado hasta el debate oral.
En la presentación del fiscal Gastón Ávila se explicó que el crimen se produjo en un contexto de violencia de género donde Rubén Lucio G. ejercía su dominio físico, económico y psicológico en la casa que compartían en barrio Qom. “El homicidio fue la culminación, el punto final de una sucesión de ataques de distinta índole contra la integridad de la mujer”, remarcaron desde la acusación.
El hombre mantenía encerrada a Norma y a su hija Laura, les restringía la comida, y golpeaba y violaba a su pareja, hasta que la asesinó por asfixia mecánica.
El caso se conoció el 28 de agosto de 2019 cuando un patrullero que circulaba por la zona oeste fue detenido por una persona que le dijo que había una mujer encerrada y no la dejaban salir, tampoco le permitían entrar a los médicos del Sies para asistirla.
Cuando los uniformados ingresaron a la casa, ubicada en pasaje 1821 al 6200, encontraron a Laura llorando en la cocina y en la habitación hallaron el cuerpo de una mujer con un hombre su lado que no paraba de gritar y orar.
Laura dijo que el hombre había llegado de la iglesia y se puso a orar. La chica contó que les decía que tenían demonios. Empezó a golpear a su madre, ella se asustó y corrió hasta la casa de una vecina para pedirle ayuda.
Cuando volvió, vio a su madre tirada en el piso y a su padre que la quería revivir. La joven, quien luego se conocería que tenía un grave cuadro de desnutrición, contó que le tenían miedo, las tenía amenazadas, las encerraba, las golpeaba y les reducía los alimentos.
La joven agregó que su mamá estaba enferma y su padre no la dejaba ir al Centro de Salud del barrio. Contó que tenía mucha tos incluso a veces con sangre.
Laura habló con una trabajadora social que la entrevistó en el marco de la investigación y le contó que en 2005 su madre perdió un embarazo y su padre no le había permitió recibir asistencia médica. En 2013, se separaron y su padre se fue a vivir a otra provincia, pero volvió cinco años después.
A partir de allí todo fue de mal en peor. No les daba dinero para comprar la comida, no tenían llaves para salir de la casa, cuando salían las dejaba encerradas y les decía que si pasaban la puerta las iba a matar. Su mamá era víctima de gritos, malos tratos, golpes, no le permitía pintarse o usar ropa ajustada. Una de las formas de violentarla era pisarles los pies hasta dejarle moretones, fue una de las tantas descripciones que hizo Laura sobre las agresiones que recibía su madre.
En los últimos tiempos, su mamá no se levantaba de la cama debido a la debilidad que tenía y su padre se ponía a orar, hacía una especie de ritual “para sacarle el demonio”. Norma le pedía agua y no le daba, la violaba, le tenía miedo, continuó.
La sala de atención médica del barrio está ubicada a dos cuadras de la vivienda de las mujeres y la asistente social contó que no había registros de atenciones médicas. El informe de autopsia realizada a Norma corroboró lo contado por su hija, donde constan distintas lesiones incluidas aquellas compatibles con abuso sexual y la causa de la muerte arrojó que se produjo por asfixia mecánica compatible con sofocación.
En la acusación, el fiscal Ávila dijo que el crimen «se produjo en un contexto de violencia de género donde Rubén G. ejercía su dominio físico, económico y psicológico. El homicidio fue la culminación, el punto final de una sucesión de ataques de distinta índole contra la integridad de la mujer, de 53 años».
Su accionar violento también estuvo dirigido a su hija que relató el temor de su madre, la violencia verbal y económica que su padre ejercía sobre ambas. Tras esta reconstrucción, el fiscal pidió prisión perpetua por los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada por ser cometida mediante amenazas y violencias y por resultar un grave daño a la salud de la ofendida, abandono de persona agravado por el vínculo, abuso sexual con acceso carnal gravemente ultrajante agravado por el grave daño a la salud de la víctima y homicidio calificado por el vínculo dentro de un contexto de violencia de género.
El acusado había sido imputado a finales de agosto del año pasado por el hecho y en mayo de este año se amplio imputación. Permanece en prisión preventiva desde su detención el mismo día del hecho.
La defensora oficial Susana Brindisi que representa al acusado apeló la resolución que admitió la acusación fiscal y cuestionó la autoría del hecho en cabeza de su defendido. También discutió la medida cautelar de encierro y la declaración en Cámara Gesell que hizo su hija.
Mientras que el fiscal Ávila pidió la confirmación de la resolución, dijo que la hipótesis defensista debe discutirse en juicio y sostuvo la necesidad de la medida cautelar ante la posibilidad de fuga debido a la pena en expectativa que enfrenta el acusado.
En cuanto al testimonio en Cámara Gesell de la hija de la víctima y el victimario dijo que, a pesar de sus 30 años, se realizó por este medio por la especial situación de vulnerabilidad de la víctima y principal testigo del caso.
El camarista Alfredo Ivaldi Artacho resolvió confirmar la resolución apelada en forma íntegra lo que implica la admisión de la acusación fiscal y el sostenimiento de la prisión preventiva dictada en contra de Rubén Lucio G.