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Fenomenal hallazgo: la Nasa confirmó que hay agua en la superficie lunar

Nuevas observaciones apuntan a que el satélite tiene grandes reservas de hielo que podrán ser claves para las misiones tripuladas, aunque los especialistas explicaron que todavía es prematuro dar precisiones sobre “la cantidad y el estado en que se encuentra”

En 2018, desde un Boeing 747 que ya alcanzaba los 15 mil metros de altura y a través de una compuerta con mira telescópica ubicada sobre su cola se pudo divisar el espacio con una claridad vedada a cualquier telescopio terrestre, sobre todo por la cantidad de polución que en distintas capas van oscureciendo la atmósfera. Lo que se observaba desde ese telescopio era la superficie lunar.

Una vez en tierra, las imágenes tomadas durante ese vuelo comenzaron a ser analizadas minuciosamente hasta que confirmaron un hallazgo sobre el que mucho se había dicho en innumerables pericias científicas, pero sobre el que ahora había una inequívoca certeza: que en el satélite lunar había agua, y mucha. Uno de esos estudios muestra que el agua aparece acumulada en alrededor de  40 mil kilómetros cuadrados de superficie de la luna.

Este ya “palpable” descubrimiento resulta de extrema importancia para las próximas misiones tripuladas con ese destino, algunas confirmadas como la que llevará a la primera mujer al satélite en 2024.

Seiscientos millones de toneladas de agua en el polo norte de la luna

Los papers científicos vienen demostrando algunas variables que hacían sospechar de esa posibilidad desde hace por lo menos tres décadas. Pero con lo que se acaba de verificar, aquello que podría llamarse el polo norte de la luna contaría con 600 millones de toneladas de este recurso esencial para los humanos. Por otra parte, también el polo sur podría atesorar cantidades considerables de agua pero heladas.

De todos modos, las últimas observaciones no fueron concluyentes porque se ignora aún si es realmente agua (H2O) o grupos de hidroxilo (OH), que no serían potables para los hombres.

Hay sí una certeza: la luz infrarroja en cierta longitud de onda que se captó a través de las cámaras del avión solo puede ser emitida por el agua, puesto que ningún otro material de los existentes en el satélite lunar podría dar esa señal, según lo publicado en la revista científica Nature Astronomy.

Una de las observaciones que dio más resultado fue la que se efectuó a través de un telescopio especial denominado Sofía. Fue hecha desde la Universidad de Hawai y liderada por Casey Honniball, una planetóloga que es también investigadora de la Nasa, y descubrió un boquete de más de 200 kilómetros de diámetro cerca del polo sur de la luna y estableció que en su interior la abundancia de agua sería de unos 200 microgramos por cada gramo de tierra lunar. Un microgramo es una millonésima parte de un gramo.

Esto significa que para poder extraer un litro de agua en la Luna, los astronautas que por allí anden tendrían que juntar cinco toneladas de suelo.

“Aunque pueda parecer poco, hay que recordar que llevar un kilo de material a la Luna cuesta un millón de dólares. Hay que tener en cuenta que esta estimación es un límite inferior y además se trata de una estimación preliminar, pero incluso en este caso la explotación del agua a estas cantidades sería rentable para las futuras misiones porque traerla de la Tierra sería mucho más caro”, apuntó la científica.

El oro de las minas que luego se convierten en piezas comerciales se encuentran a una concentración unas cien veces menor que la estimada para el agua en la Luna, resaltó Honniball.

Las “trampas frías” adonde nunca llega la luz solar

El agua del cráter, al que llamaron Clavius, no está en grandes superficies de hielo puro, sino en pequeños depósitos acumulados entre la tierra o atrapados en cristales producidos por impactos de asteroides.

“La sonda Chandrayaan-1 ya detectó hielo de agua en los polos lunares en zonas no iluminadas por el sol. Ahora presentamos pruebas concluyentes de que hay moléculas de agua también en las zonas iluminadas, lo cual no deja de ser un enorme adelanto”, explica Casey Honniball, coautora del estudio.

Su equipo piensa que las moléculas de agua se formaron al impactar pequeños meteoritos y reaccionar con el OH para formar agua. Las moléculas estarían atrapadas en esos cristales y para sacarla habría que fundirlos, se advierte.

Otro estudio aparecido en la misma revista hace foco en las denominadas “trampas frías”, lugares a los que nunca llega la luz solar. Una “trampa fría” es cualquier punto de la Luna donde la temperatura es menor a 163 grados bajo cero, explicó Paul Hayne, un investigador de la Universidad de Colorado abocado también a probar la existencia de agua sobre la superficie lunar.

Estas trampas son los lugares más fríos del sistema solar, con temperaturas de unos 243 grados bajo cero. “En estos depósitos el agua helada se comporta como una roca y permanece estable durante miles de millones de años”, señaló el científico.

El equipo de Hayne analizó los datos de la sonda lunar LRO programada y ejecutada por la Nasa para calcular cuántas trampas frías hay en la superficie lunar.

En el estudio no solo se fijaron en los depósitos grandes, sino también se tuvieron en cuenta los de menor tamaño. Los cálculos muestran que los depósitos fríos de la Luna ocupan unos 40 mil kilómetros cuadrados. Los más abundantes son los depósitos de apenas unos centímetros acumulados en torno a los dos polos de la Luna.

“No sabemos cuánto grosor tiene el hielo en estos depósitos, pero si hacemos una estimación razonable vemos que solo las “trampas” albergarían unos mil millones de litros de agua”, explicó Hayne, cuyo estudio resalta la importancia que estos depósitos pueden tener para las  futuras misiones humanas que tengan a la luna como destino.

Otra vez a la luna en 2024

El agua de la Luna es exactamente como la de la Tierra y podría beberse del mismo modo explica  Hayne en la misma nota, pero aclara que antes debería ser filtrada, pues podría estar contaminada con  mercurio.

“Serían necesarias nuevas tecnologías para extraer esta agua. Podemos pensar en tractores robóticos que aren la superficie y extraigan el agua de los pequeños depósitos. Esto es algo muy distinto que tener que extraer el hielo de grandes cráteres en sombra perpetua y a kilómetros de profundidad”, resaltó.

Recientemente la Nasa anunció que ya se está planificando el envío de astronautas al polo sur de la Luna en 2024 y está sopesando algunos diseños de bases lunares con grandes paneles solares que permitan iluminar el interior de los cráteres en sombra y extraer el agua acumulada allí.

“Son las mejores noticias que se pueden tener sobre un tema que hace por lo menos cincuenta años que tiene a la comunidad científica en ascuas y sobre el que han hecho una gran cantidad de estudios sobre los materiales con que se contaba”, señaló Didier Schmitt, coordinador de exploración humana y robótica de la Agencia Espacial Europea.

Esta agencia colabora con la Nasa para construir una estación espacial en la Luna y proyecta establecer bases permanentes en la superficie. “En teoría el oxígeno y el hidrógeno que contiene el agua se pueden separar para fabricar combustible para cohetes con los que se podría viajar de la Luna a Marte”, dijo.

“Pero es importante no dejarnos llevar por el optimismo y tener en cuenta que aún quedan muchos pasos intermedios que dar antes de poder siquiera comenzar a poner estos planes en marcha”, concluyó.

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