“Nosotros vemos que la ciudad no está bien. La ciudad tiene por un lado un nivel de desigualdad muy grande porque hay sectores que viven muy bien pero otros que viven muy mal”, sostuvo Fernando “Chino” Rosúa, quien encabeza la lista a concejales por el Movimiento Evita que irá a internas abiertas el 12 de agosto en el espacio del Frente para la Victoria (FpV), donde también confluirá la lista integrada por el rossismo, con Norma López, y el Partido del Progreso Social (PPS), con el Tigre Héctor Cavallero. Rosúa, que está acompañado entre otros por el periodista radial Francisco Bessone, por la militante de base Alejandra Fedele, y el ex director técnico de Newell’s Old Boys Javier Torrente, entre otros, sostuvo que Rosario necesita un shock de igualdad al referirse a la falta de vivienda e infraestructura urbana en la ciudad. En una entrevista con El Ciudadano, Rosúa se refirió a éste y otros temas como la violencia, la juventud y la realidad de la ciudad.
—¿Cómo se presenta en estas elecciones el Movimiento Evita en Rosario?
—Conformamos una lista donde el Movimiento Evita y otros sectores del kirchnerismo y del peronismo histórico confluyen en nuestra propuesta, una propuesta común. La idea es tener un punto de confluencia para ir por dentro del Frente para la Victoria en las internas del 12 de agosto.
—¿Cuáles son las propuestas que tienen ustedes para el Concejo Municipal?
—Nosotros vemos que la ciudad no está bien. La ciudad tiene por un lado un nivel de desigualdad muy grande porque hay sectores que viven muy bien pero otros que viven muy mal. Donde las calidades urbanas, de vida, son disímiles porque hay gente que no tiene cuestiones básicas para su vida, partiendo de que hay alrededor de 200 mil personas viviendo en villas de emergencia, sin una vivienda digna. También hay cientos de miles de rosarinos sin agua potable, o con dificultades de acceso al agua, sumado a problemas de saneamiento, cloacas, basurales, zanjas con agua podrida. Toda una serie de cuestiones básicas de calidad de vida de la ciudad que es absolutamente desigual. Hay partes que tienen casi todo y otras que no tienen casi nada; y este último grupo comprende a muchas personas. El otro gran problema es el nivel de violencia y conflictividad que está viviendo la ciudad como nunca antes se había visto. Hoy no sólo están las cuestiones vinculadas al delito común, sino que también se sumó todo el tema con el conflicto con el narcotráfico, la violencia de la lucha por la tierra. En Rosario se está viviendo una guerra porque no hay terrenos urbanizados para que la gente pueda tener su hogar. Entonces se formó una puja permanente en ese sentido. Todas estas cosas muestran que la ciudad no está bien, sino que está mal. Y la agenda del socialismo está vinculada a una ilusión de construir la “Rosario turística” y no miró de frente lo que estaba pasando en las grandes barriadas rosarinas. Hoy se llegó a esta situación problemática porque hubo una política equivocada.
—¿Cómo se puede hacer para tomar otro rumbo?
—Nosotros proponemos una agenda distinta, Rosario debe tener una agenda distinta. El peronismo, a nuestro entender, debe proponer un plan diferente para la ciudad. Nosotros decimos que Rosario necesita un shock de igualdad y ¿cómo se instrumenta esto? Primero con un fuerte plan de infraestructura y vivienda para la ciudad, que se puede hacer perfectamente. Para resolver las calidades mínimas de vida y que todo rosarino tenga (para habitar) un piso de calidades urbanas común. Que todos tengan vivienda, agua, luz, cloacas, limpieza, entre otras cosas más. Y esto requiere lo que nosotros llamamos un shock, es decir, grandes inversiones en infraestructura, algo que el socialismo nunca se ha decidido a encarar. Por otro lado se necesita una fuerte política de acompañamiento para los jóvenes que no estudian ni trabajan y que están fuera del sistema. Quizás donde las familias no pueden ser el elemento contenedor, debe estar el estado apuntalando y acompañando. Esto requiere una política decidida por parte del Ejecutivo municipal y que hoy no existe. Lo que hay son experiencias fragmentadas, donde hay alguna actividad cultural aquí, otra actividad allá, pero no existe una política donde esto sea la prioridad de gobierno. Lo preocupante es que si las tendencias disgregantes actuales continúan, vamos a una ciudad de altísimo nivel de conflictividad y esto es lo que hay que abortar.
—¿Le reconocés a la gestión del socialismo algún acierto en todo este tiempo?
—Considero que la gestión del socialismo recogió algunas cuestiones durante todo este tiempo con las que el rosarino se sintió contento. Una vez leí que un asesor del socialismo decía que “al rosarino le gusta que le acaricien el lomo”. Toda esta cuestión de rosarinidad que fue impulsada por el socialismo, lo del enfrentamiento con la ciudad de Santa Fe, crear esta idea de Rosario como la ciudad diferente del país, vinculada a un modelo europeo. Toda esta construcción que hizo el socialismo vinculada a una ideología más que nada socialdemócrata, de imaginar Rosario la ciudad europea, linda, participativa. La realidad le pasó por arriba porque el temor, el miedo que siente hoy el ciudadano rosarino, no le permite disfrutar esas partes de la ciudad que son lindas. Me parece que el socialismo se creyó su propia estrategia de marketing. Porque podrían decir de posicionar la idea de la “marca ciudad”, vender la ciudad en su aspecto turístico. Pero paralelamente tenés que resolver los problemas básicos. Y no, ellos se engancharon en esta, les gustó, les fascina que venga el Dakar, pero al mismo tiempo en los barrios se están matando, la gente tiene miedo, lucha por la tierra, por el agua. La gente no se enferma lo mismo en el centro que en los barrios ni en las villas. Se enferman de cosas distintas y más veces. Los problemas que hoy plantean los trabajadores del sistema de salud es que no dan abasto por la demanda y la complejidad, y conflictividad sobre temas de salud en los barrios. Creo entonces que al socialismo le sirvió en un momento histórico, se diferenció del neoliberalismo imperante en los 90, pero a partir de la llegada de Néstor Kirchner a la presidencia con una política de desarrollo, de distribución de las riquezas, con un Estado presente; frente a eso el socialismo quedó a la derecha divagando en ese sueño de la ciudad europea sin un anclaje en la realidad.
Una Policía local que dependa del intendente
A la hora de referirse al tema de la violencia en Rosario, Rosúa señaló que “hay causas estructurales que tienen que ver con calidades y proyectos de vida”.
“Hay que actuar respecto a estas cuestiones pero también hay que avanzar en los instrumentos estatales acordes al momento. Hoy tenemos una Policía que ha roto los vínculos con la sociedad porque la gente ya no confía en la institución policial”, destacó Rosúa, y agregó: “Esto no se puede permitir porque no hay sociedad que pueda funcionar como tal con una desconfianza absoluta en la fuerza de seguridad”.
Para Rosúa, “todo el proceso de reformas policiales que se venían intentando desde el justicialismo en el gobierno provincial, se perdió a partir de la gestión de Hermes Binner, que marcó un retroceso notable en materia de profesionalización policial”.
“Durante su mandato en la provincia, Binner exacerbó todos los vicios de la Policía como la autonomía, la anarquía, la corrupción, la violencia institucional. Todo esto impide hoy generar una política gradualista de reformas. Hoy necesitamos una nueva política de cara a una nueva Policía. La reforma tiene que ser también de manera rápida, también un shock porque el gradualismo dejó de servir para esta etapa. Quedó demostrado eso el otro día que para realizar operativos antidrogas, hubo que traer policía del otro lado de la provincia porque no podían ser policías de Rosario porque si no se abortaba el operativo”.
Rosúa fue más allá, al señalar que “la Policía de Rosario está terminada y tenemos que hacer una nueva Policía”.
“El elemento fundamental es que la conducción de la Policía tiene que tener gran poder político, y la figura con mayor poder político en Rosario es el intendente. Por eso tenemos que construir una Policía de Rosario que dependa del intendente de la ciudad”, remató Rosúa.