Miles de hinchas rosarinos festejan el triunfo de la selección argentina sobre Grecia en el Monumento a la Bandera, un ícono de los momentos de alegría que ha marcado a fuego a esta ciudad de fuerte impronta futbolera.
Como en otras ciudades del país, Rosario paralizó su actividad casi desde el mediodía, cuando la mayoría de los comercios de los barrios y la zona céntrica cerraron sus puertas hasta después del ansiado triunfo argentino sobre los griegos.
La gente tomó la jornada como si fuera un feriado, y desde las 15 se llenaron los bares, que repetían la postal del televisor embanderado en una punta del salón y una enfervorizada feligresía de parroquianos hipnotizados por la magia futbolera que transmite la selección.
Los escasos comercios que permanecían abiertos, a la hora del inicio del partido, autorizaban a sus empleados a seguir el encuentro por un televisor especialmente instalado.
Los contados peatones que caminaban por las calles también se paraban en las vidrieras de las casas de electrodomésticos, donde algunos hasta se sentaban en la vereda para ver más cómodos el partido de todos.
Las clases estuvieron virtualmente paralizadas en el horario vespertino en todos los niveles educativos.
Es así que miles de jóvenes se congregaron a ver el partido en una pantalla gigante instalada en el Centro de la Juventud, en un gran galpón cercano al Monumento a la Bandera, hacia donde luego rumbearon los festejos.
La jornada laborable se reanudó después del encuentro y le quitó una buena cantidad de gente a los festejos, que fueron mayoritariamente protagonizados por estudiantes secundarios y algunos primarios, a los que hoy no les computaron inasistencia.
Así, como en cada fiesta de la patria futbolera, miles de hinchas rosarinos dijeron presente antes, durante y, sobre todo, después de la victoria, al pie del Monumento a la Bandera.