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Festival del Mercosur, entre tragedias y resignificaciones

En el 8º Festival Internacional de Teatro del Mercosur, se vieron atractivos espectáculos como el uruguayo “Kassandra”, la obra suiza “Track” y el show del Performer español Albert Pla.

Por Miguel Passarini    

La protagonista de "Kassandra", en un pasaje de la obra.

 

 

En las últimas jornadas, Córdoba hizo honor a un prestigio ganado en materia de programación festivalera desde los años 80, tras el advenimiento de la democracia con el recordado Festival Latinoamericano que vio la luz en 1984, y que se revela como la antesala del actual encuentro. Así, conservando la identidad perdida por otros eventos similares, que en pos de “compartir” propuestas se ven desdibujados, y hasta dejan de ser un festival para pasar a ser sólo una muestra de espectáculos, el 8º Festival Internacional de Teatro del Mercosur mostró entre jueves y viernes algunas propuestas verdaderamente innovadoras.

Kassandra, del grupo uruguayo Complot, es un claro ejemplo de lo que implican los desafíos y los riesgos a la hora de pensar y producir teatro en la actualidad. Apelando a un lenguaje que, en principio pareciera complejizar el vínculo de la actriz protagonista con el público, dado que todo el espectáculo es en inglés, Roxana Blanco, de la mano del dramaturgo franco-uruguayo Sergio Blanco, y bajo la dirección del talentoso Gabriel Calderón, logra actualizar lo que para las tragedias clásicas fue siempre un personaje menor, Casandra, una adivinadora del destino que aquí aparece con una sexualidad ambigua. Se trata de una prostituta desolada (una travesti), traicionada y abandonada, que verá ante el público cómo su propio destino, irremediablemente, será la muerte.

Construyendo una trama de solidez inusual, la actriz repasa momentos de la vida de esta mujer, cuyo nombre en griego antiguo significa, nada menos, que “la que enreda a los hombres”.

Doloroso recorrido por los últimos momentos del personaje será el que enfrente el público a través de un texto de palabras simples que al estar dichas en inglés obligan a un nivel de atención particular, apelando al talento de una actriz extraordinaria que nunca pierde el contacto con el público, algo que establece desde que los invitados llegan a la sala, convertida en una especie de prostíbulo-cabaret. Economía de recursos y una historia que va del humor al dolor, sirven para traer al presente a la otrora heroína troyana: una migrante de cualquier lugar, una mujer que al hablar de los personajes y las tragedias del pasado está hablando de las tragedias del mundo presente. Abandonos, problemas de género, relaciones incestuosas, individualismo exacerbado, exilios dolorosos, destinos inmodificables, mediatizaciones enfermantes, incomunicaciones cotidianas atraviesan su frondoso relato.

El mayor capital del trabajo está, más allá de la performance de la estupenda actriz, en el texto de Blanco, quien sostiene que buscó (y consiguió) “una verdadera desescritura del mito”.

El grupo Complot tiene como particularidad, según se encargan de declarar, “objetivos y pensamientos siempre diferentes: las formas de pensar la escena, los resultados buscados, las razones que mueven los diferentes espectáculos y actividades que desarrollamos son siempre distintas y aún mejor, contradictorias”.

Por otra parte, de Suiza llegó a Córdoba Track, del grupo Teatro delle Radici, con las actuaciones de los italianos Andrea Fardella y Camilla Parini, a partir de texto y dirección de la cordobesa radicada en Europa, Cristina Castrillo.

Un compendio de situaciones que por momentos parecieran traer al presente instancias del mejor absurdo beckettiano, transitan los entretelones de Track, una especie de diáspora sobre el vínculo entre un hombre y una mujer que arman un recorrido que parecieran repetir hasta el hastío.

“Hacemos crack porque somos sólo la réplica de nosotros mismos, porque somos sólo sangre rabiosa pero no tenemos ni las pelotas ni la lealtad de defender una idea, un movimiento, una ilusión o la diversidad de una mutación. Hacemos crack porque hemos permitido a nuestro corazón distraerse. Tenemos que hacer crack porque no somos otra cosa que el simulacro de un sueño… y saberlo, hace daño”, escribe la talentosa directora con cuatro décadas de trayectoria, quien en los años 70 integró en su Córdoba natal el emblemático grupo Libre Teatro Libre (LTL), hasta la fundación, en 1980 en Suiza, del prolífico Teatro de las Raíces.

Otro de los puntos más altos de las dos últimas jornadas lo protagonizó el artista catalán Albert Pla, con su espectáculo Tenemos un problema, un singularísimo concierto que el próximo domingo 9 se presentará en el reducto rosarino Pugliese, donde Pla está acompañado por el arrollador guitarrista flamenco Diego Cortés, quien desde su impronta gitana juega con el conocido talento de Pla para pasar, sin escalas, de lo naif a lo tremendo y horroroso, a través de un puñado de canciones maravillosamente llenas de verdad, crudeza y el más potente realismo posmoderno.

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