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El ex mandatario, que entregó el mando del gobierno cubano a su hermano Raúl cuando su salud empeoró, hizo un resumen de todas esas sensaciones en una larga charla con el diario mexicano «La Jornada». «Llegué a estar muerto», sintetizó Castro, de 84 años, y explicó que ahora pesa 85 kilos, 35 más que los que tenía en el peor momento de la enfermedad.
«Yo ya no aspiraba a vivir. Me pregunté varias veces si esa gente iba a dejarme vivir en esas condiciones o me iba a permitir morir. Luego sobreviví», recordó.
El líder cubano insistió en que pasó cuatro años debatiéndose «entre la vida y la muerte», y que todo ese tiempo lo pasó «en un entrar y salir del quirófano, entubado, recibiendo alimentos a través de venas y catéteres y con pérdidas frecuentes del conocimiento».
En la entrevista, Castro se mostró entusiasmado con el uso de Internet, ya que le permite conectarse con el mundo, y agregó que la conexión a la red es lento en Cuba por la negativa rotunda de EE.UU. a posibilitar un acceso por medio de un cable submarino que pasa cerca de la isla, algo que obliga al país a bajar la señal de un satélite.
«No quiero estar ausente en estos días. El mundo está en la fase más interesente y peligrosa de su existencia y yo estoy bastante comprometido con lo que vaya a pasar. Tengo cosas que hacer todavía», afirmó a la pregunta sobre qué hará en el futuro.
Castro insistió además sobre el peligro de una guerra nuclear en Irán. «Lo de Irán no lo para nadie, porque no hay veto ni chino, ni ruso», apuntó. Entre las tareas que él quiere hacer todavía mencionó «la conformación de todo un movimiento anti-guerra nuclear».