La FIFA, que en diciembre tuvo que hacer frente a acusaciones de corrupción en la elección de las sedes de los Mundiales de 2018 y 2022, afronta un nuevo escándalo seis meses después en las elecciones a la presidencia del organismo, el miércoles 1 de junio.
El 2 de diciembre, la FIFA recibió algunas críticas Rusia y Qatar fueron designados para albergar los Mundiales de 2018 y 2022.
Pero seis meses después, con las elecciones a la presidencia para los próximos cuatro años, a la que concurrían el suizo Joseph Blatter, que busca un cuarto mandato, y el catarí Mohamed Bin Hammam, presidente de la Confederación Asiática, nuevas sospechas de corrupción han enturbiado la imagen del organismo.
Una guerra parece haberse desatado entre diversas partes. Todo se desencadenó con el presunto caso de corrupción en una reunión de la Confederación Caribeña de Fútbol (CFU), el 10 y 11 de mayo, en la que participaron Bin Hammam y Jack Warner, presidente de la Concacaf, y en la que se habrían pagado sobornos para influir en el resultado de las elecciones.
El Comité de Ética de la FIFA suspendió provisionalmente a Mohamed Bin Hammam y Jack Warner, hasta que termine la investigación en curso. Pero las acusaciones procedentes de diversos lados han alcanzado también a Blatter y a su secretario general, el francés Jerome Valcke.