Hace poco más de dos meses, en el predio de Puerto Norte donde se construye un nuevo complejo de viviendas, los trabajos de remoción de tierra dejaron al descubierto una extraña estructura. Fue en Echeverría y French, frente a la planta potabilizadora de Aguas Santafesinas. El hallazgo interesó a quienes pasaban por el lugar y activó obligatorios estudios para determinar si se trata o no de un patrimonio histórico que había que preservar. Esa tarea, que encaró la Municipalidad pero también un antropólogo convocado por la constructora MSR.
Aquellos restos llamaron la atención por su forma y tamaño, a horno industrial, y también comenzó a aflorar una especie de pared de ladrillos frente a ese horno a unos metros de distancia, mientras las excavadoras y camiones seguían el curso de trabajo sin tocar aquella zona.
En plena etapa de construcción de un edificio en Puerto Norte apareció una curiosa estructura
Un equipo de arqueólogos del Departamento de Arqueología de la Escuela Superior de Museología, dependiente de la Secretaría de Cultura y Educación de la Municipalidad, informó mediante un comunicado que el hallazgo “no constituye una ruina clásica». En cambio, sigue el texto, «son restos de construcciones antiguamente demolidas, y esas alteraciones dificultan el arribo a contextualizaciones cronológicas más precisas que permitan identificar con mayor precisión su antigua funcionalidad”. Es decir, no tienen, hasta donde llega la posibilidad de investigación, ningún valor patrimonial. Lo que sigue, entonces, es la pronta demolición de la estructura de ladrillos para continuar las obras edilicias.
Desde la constructora MSR resaltaron a este diario que cumplieron con la paralización de la obra en el espacio donde se encontraron los restos para permitir las evaluaciones, y que una vez determinado que no hay obligación de preservar la vieja estructura, se les informó que pueden disponer de los restos con libertad.
¿Un horno?
El arqueólogo y arquitecto Gustavo Fernetti en diálogo con El Ciudadano que probablemente en el predio que antiguamente era un galpón haya existido una caldera. “Esto que se encontró ha sido un hogar o fogón de la caldera, es el lugar donde se quema material para que después la caldera genere vapor y probablemente electricidad o una fuerza motriz”, explicó
Las calderas se usaban para mover motores y dínamos, sea para grúas, guinches u obtener electricidad.
Señaló también que en la mampostería del resto hallado se encontró poco hollín. “O bien hay mucha limpieza lo cual dudo o bien se usó combustible líquido”, indicó haciendo referencia al interior del horno.
Fernetti remarca que probablemente es una parte de una estructura más grande que ya fue demolida y cuyos restos ya ni figuran entre tierra removida. Por ejemplo se han encontrado vidrios retorcidos, casi fundidos en el interior de ese fogón. Las botellas de vidrio datarían de entre 1900 y 1945. Probablemente la demolición se haya efectuado entre 1950 y 1970, en 1990 ya no existía.
“Con el corte que hizo la máquina se ve prefecto el suelo rellenado y vuelto a rellenar. Hay parte de hormigón parte del asfalto y deja entrever que aparentemente este hogar estaba en el sótano, la caldera estaría a nivel de piso y el hogar debajo y por eso también una de las justificaciones que no se conserve”, indica el arqueólogo y remata: “No es arquitectura, no forma un paisaje, siempre estuvo destinado a no ser visto, no tiene sentido su conservación porque le falta la caldera, le falta la chimenea- que probablemente haya sido muy pequeña-. Como así la preservación de los ladrillos ya que están pegados con una cal especial, una cal hidráulica que fragua sin aire a diferencia de las cales comunes, es casi un cemento. Es más fácil comprar ladrillos nuevos que desmontar eso”.
El enfoque de la investigación para otro lado
Gustavo Fernetti indica que sería más útil que el estudio resto hallado una investigación sobre cómo era la tecnología de producción de electricidad o de la tecnología de producción de fuerza motriz. Y vuelve a repetir: “No es necesario conservar el vestigio, basta con mirarlo, se tomaron su diámetro, su volumen y a partir de ahí hay que reconstruir hipotéticamente que era lo que había arriba”.
Zona de depósitos
Para entender qué es aquel horno, que fue, donde estaba hay que repasar un poco la historia del barrio Refinería, como era un morfología, que en la actualidad dista mucho de aquella zona de depósito hoy convertida en uno de los barrios más codiciados de la ciudad: Puerto Norte.
El predio que está en plena construcción a cargo de MSR antes no estaba abierto por calles. De hecho la apertura de calle French es muy nueva. Se trata de una apertura de calles por medio de una ordenanza, pero esas calles no estaban marcadas.
El antropólogo y arquitecto Gustavo Fernetti señala haciendo una cronología de lo que hubo en dicha zona que en 1858 Urquiza con sus socios establecen un saladero denominado «11 de Septiembre». El emprendimiento dura pocos años y abarcaba desde la barranca sobre el Paraná, hacia el oeste, aproximadamente hasta bulevar Avellaneda. De acuerdo al acta de remate, la empresa edificó galpones, por lo cual probablemente no existieron cimientos. Tampoco se hallaron ladrillos de gran dimensión, para la época medían 40 x 20.
A fin del siglo XIX, José Arijón compra la lonja del ex-Saladero y alrededor de 1910 se construye la planta de Aguas Corrientes, actualmente Aguas Provinciales.
Para principios del siglo XX, se construyeron varios galpones-depósito de acopio de bolsas, destinados a los distintos embarcaderos con sus muelles entre ellos la empresa Remonda Monserrat y alrededor de 1900 construye otros galpones, todavía en pie, en la barranca.
La zona durante el siglo XX se destinó a depósitos agrícolas, para acopio de bolsas de granos. En French y la prolongación de Falucho había una pequeña usina perteneciente a una empresa privada, generadora de energía para fuerza motriz y brindar iluminación a edificios.
En 1968, por el Plan Regulador se estableció que el uso de la zona (Puerto Norte) ya no podía ser de puerto de embarque.
En 1977, el gobierno militar no toma en cuenta el Plan Regulador y otorga el uso a distintas empresas y cooperativas cerealeras, por 30 años. La zona se despeja de galpones para servir como playa de camiones, ya que el cereal ya no viene embolsado.
Pasado el tiempo de autorización otorgado por los militares, 20 años, se desalojan las cerealeras, siendo la última Genaro García.
Y comienza la nueva fisionomía, a la que los rosarinos ya se van acostumbrando, que pueden incluso transitar por avenida Carballo los días domingos cuando se transforma en calle Recreativa o cuando se da un paseo por el centro comercial de Puerto Norte o simplemente visualizar cómo del lado del río ( a partir de la altura del barquito) hay nuevos y modernos edificios y otros predios con futuras edificaciones y del lado de en frente aún se respira en las fachadas el barrio de Refinería.