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Finalizó la Fiesta Nacional del Teatro

Fueron días intensos con destacadas propuestas que llegaron a la ciudad desde distintas latitudes para celebrar la edición número 33 del encuentro

La obra santafesina (esto no es) Calígula fue en la noche del sábado la disfrutable frutilla del postre de la Fiesta Nacional del Teatro que este año y después de 20 ediciones de su primer desembarco en la ciudad se realizó en Rosario.

(esto no es) Calígula es un muy divertido y profundo espectáculo a cargo del elenco que lidera Edgardo Dib desde hace 30 años y toma la lectura del texto original de Albert Camus por un actor petulante (Rubén von der Thüsen) y su relación con un criado (Raúl Kreig).

Todo es a partir de la muerte de Drusila, hermana y amante del emperador Calígula y por allí andan un militar y esposo de la fallecida (Sergio Abate), su hijo (Lucas Ruscitti) y otros personajes a cargo de Luchi Gaudio y Silvana Montemurri, en un juego de enorme goce para el espectador.

En el devenir de la fiesta se presentaron las obras Millones de segundos, Yo, Encarnación Escurra y Todo tendría sentido si no existiera la muerte que llegaron desde Buenos Aires, las cordobesas Clase y Agamenón. Volví del supermercado y le di una paliza a mi hijo, la neuquina Vairoleto, pechico libertario, la rosarina Niebla y la santafesina La biunda.

De Tucumán llegó …Que pase algo (título en proceso), de Sergio Miguel Prina, con algún brillo en las actuaciones y un interesante planteo escénico, de Misiones De madres y de niños. Ríos de teatro, escrita y dirigida por Iván Moschner, una válida indagación sobre la necesidad del trabajo en el registro de clown, y la bonaerense Como la espuma de un mar de noche, sobre textos de Alejandro Urdapilleta y con jugadas actuaciones de Matías Sanders y Sofía Fernández.

La actriz entrerriana Candela González Tonón conmovió y sedujo con su unipersonal Guía semanal de ideas, escrito y dirigido por Gastón Díaz, y las salteñas Natalia Aparicio y Daniela Canda hicieron un buen trabajo con La moribunda, de Urdapilleta, mientras Formosa dio su sorpresa con Érase una vez… el lobizón, de Lucas Ramírez, con vestigios de Juan Carlos Chiappe.

Hubo incomodidades con Los reídos, de Luigi Serradori, una jocosa deconstrucción del mito del macho correntino con actores estupendos (Sebastián Cardozo, Darío Lovatto, Carlos Sánchez, Guillermo Zambón) que fue (mal) entendida por algunos sectores que la vieron machista y misógina, todo lo contrario a su intención.

Pero también hubo un puñado de intentos llegados de distintas provincias que carecieron de la entidad artística y aun conceptual como para interesar al público por encima de sus pretenciones, un fenómeno que se repite en forma fluctuante en las Fiestas a través de los años y que la organización debería rever.

En el segmento reconocimientos a la trayectoria, durante una intensa y prolongada sesión, el Premio Nacional fue para Néstor Zapata y los regionales fueron para Mauricio Kartún (Centro), Gerardo Antonio Dayub (Centro Litoral), María Cristina Devoto (NEA), Daniel Nassif (NOA), Marcelo Di Gennaro (Nuevo Cuyo) y Daniel Cazzapa (Patagonia).

En la misma ocasión se reconoció al grupo Libertablas (Capital Federal) con el Premio Nacional y entre los regionales figuraron El Baldío Teatro (Ciudad Jardín, Palomar), El Cuenco (Córdoba), Sala 88 (Chaco), Grupo Jujeño de Teatro (Jujuy), Centro Pro Danza-Grupo Pos Danza (La Rioja) y Tampolín (Bariloche, Río Negro).

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