“La misión de la Iglesia es identificarse con los pobres, así la Iglesia encuentra su salvación”. La frase es del ex arzobispo salvadoreño Óscar Arnulfo Romero, célebre por su prédica en defensa de los derechos humanos y que este domingo será canonizado por el papa Francisco.
La ceremonia se celebrará en la plaza de San Pedro de Roma ante miles de personas, religiosos y autoridades de los dos continentes, entre ellos 7.000 salvadoreños que viajaron para la canonización de Romero (1917-1980), asesinado en 1980 por los escuadrones de la muerte mientras oficiaba una misa. En la misma ceremonia, el papa argentino también canonizará al papa italiano Pablo VI, el jefe de la Iglesia católica que condenó la píldora anticonceptiva.
Considerado “la voz de los sin voz”, Romero fue ultimado por un sicario que le disparó al corazón mientras oficiaba misa en un hospital para enfermos de cáncer de San Salvador, el 24 de marzo de 1980, en un crimen por encargo de la ultraderecha que aún sigue impune.
“Y si me matan, resucitaré en el pueblo salvadoreño”, había profetizado Romero cuando decidió enfrentar al poder de turno. Y no se equivocó. Acusado por décadas de ser «marxista» y cercano a la Teología de la Liberación, el nuevo santo latinoamericano será venerado en los altares como un ejemplo para los católicos de todo el mundo por su denuncia de las injusticias sociales y la defensa de los derechos humanos.
«Es un regalo de Dios para el pueblo salvadoreño, que está sufriendo por tanto crimen de la violencia social», aseguró esta semana a la agencia AFP el hermano, Gaspar Romero, quien viajó a Roma para la ceremonia junto con otros siete familiares.
Los dos nuevos santos son figuras representativas de la iglesia que impulsa el papa Francisco, «pobre para los pobres», abierta al diálogo, pero también sin etiquetas: ni progresista ni conservadora.
La canonización de Romero en el Vaticano, donde tuvo numerosos enemigos, reivindica también la figura de un obispo que fue perseguido, humillado y amenazado inclusive por la propia curia romana y al que el mismo Juan Pablo II escuchaba poco.
Reconocido como mártir, pero polémico por sus denuncias y por su imagen politizada, caso fue largamente estudiado en la Congregación para las Causas de los Santos del Vaticano. En 1994, el sucesor de Romero como arzobispo salvadoreño, Arturo Rivera y Damas, abrió una causa para la canonización de don Óscar, quien recibió el título de Siervo de Dios. Sin embargo, lento proceso de canonización fue muy lento. Es que, según parece, a la misma Iglesia que santificó en tiempo récord al fundador del oscuro Opus Dei (sostenedor del franquismo y de sangrientas dictaduras como la del chileno Augusto Pinochet), don Josemaría Escrivá de Balaguer, no le resultaba tan grato canonizar a Romero. Quizá sea porque Romero pensaba que “el gobierno no debe tomar al sacerdote que se pronuncia por la justicia social como un político o elemento subversivo, cuando éste está cumpliendo su misión en la política de bien común”.
O tal vez porque sostenía: “La Iglesia no debe meterse en política, pero cuando la política toca el altar de la Iglesia. ¡A la Iglesia le toca defender su altar!”.
O por expresar: “Si denuncio y condeno la injusticia es porque es mi obligación como pastor de un pueblo oprimido y humillado. El evangelio me impulsa a hacerlo y en su nombre estoy dispuesto a ir a los tribunales, a la cárcel y a la muerte”.
O por decir que “ningún soldado está obligado a cumplir una ley en contra de la ley de Dios, pues una ley inmoral nadie tiene por qué cumplirla”.
Con todo, finalmente este domingo será el turno de la canonización, por parte del primer papa latinoamericano de la historia, de aquel a quien los fieles llaman desde hace años «San Romero de América». Son aquellos que mantuvieron la fe en el valiente religioso, más allá de que existiera o no un papel oficial que lo acreditara como santo.
Siete nuevos santos
Junto a monseñor Romero y al papa Pablo VI este domingo también serán elevados a los altares los curas italianos Francesco Spinelli y Vincenzo Romano, las religiosas alemana Maria Caterina Kasper y española Nazaria Ignacia March Mesa y el laico Nunzio Sulprizio.
Para llegar a ser santo hay que haber realizado dos milagros, uno para la beatificación (salvo que sea mártir como ocurre para Romero) y otro para la canonización.
El milagro atribuido a Romero es la curación inexplicable de la señora Cecilia Maribel Flores, que sufrió síndrome de Hellp mientras estaba embarazada. El domingo asistirá junto con su familia a la ceremonia en el Vaticano.
Francisco ha canonizado hasta ahora a 892 personas, incluyendo los siete de este domingo, marcando un récord al ser el papa que más santos canonizó en toda la historia.
El arzobispo que se comprometió
Óscar Arnulfo Romero y Galdámez nació en Ciudad Barrios, un municipio perteneciente al departamento salvadoreño de San Miguel, el 15 de agosto de 1917 y fue ordenado sacerdote el 4 de abril de 1942.
Su labor como sacerdote comenzó en la parroquia de Anamorós, trasladándose poco después a San Miguel, donde durante 20 años realizó labor pastoral. En esos años, su trabajo fue el de un sacerdote dedicado a la oración y la actividad pastoral, pero todavía sin un compromiso social evidente.
Mientras tanto, El Salvador estaba sumido en un caos político y se sucedieron varios golpes de Estado en los que el poder quedó casi siempre en manos de los militares.
Sin embargo, en 1966 fue elegido secretario de la Conferencia Episcopal de El Salvador y comenzó una actividad pública más intensa que coincidió con un período de desarrollo de los movimientos populares que se manifestaría de forma evidente apenas un año más tarde con la primera huelga general obrera.
En junio de 1975 se produjeron los denominados “hechos de Tres Calles” en los cuales la Guardia Nacional salvadoreña asesinó a cinco campesinos. Monseñor Romero llegó al lugar para consolar a los familiares de las víctimas y a celebrar la misa. No hizo una denuncia pública de lo ocurrido, como le habían pedido algunos sectores, pero envió una dura carta al presidente salvadoreño, el coronel Arturo Armando Molina.
Así las cosas, el nombramiento de monseñor Romero como cuarto arzobispo metropolitano de San Salvador, el 23 de febrero de 1977, fue una sorpresa negativa para el sector renovador, que esperaba el nombramiento de monseñor Arturo Rivera y Damas, y una alegría para el gobierno y los grupos de poder, que veían en este religioso de 59 años un posible freno a la actividad de compromiso con los más pobres que estaba desarrollando la arquidiócesis.
Sin embargo, un hecho ocurrido apenas unas semanas más tarde, que se revelará decisivo en la escalada de violencia sufrida en El Salvador, dejó en claro la futura línea de actuación de Romero: el 12 de marzo de 1977 fue asesinado el padre jesuita Rutilio Grande, hombre progresista que colaboraba en la creación de grupos campesinos de autoayuda y buen amigo de Romero.
El recién electo arzobispo instó al presidente Molina para que investigue las circunstancias de la muerte y, ante la pasividad del gobierno y el silencio de la prensa a causa de la censura, amenazó incluso con el cierre de las escuelas y la ausencia de la Iglesia católica en actos oficiales.
Mientras tanto, la postura de monseñor Romero, cada vez más “peligrosamente” comprometida con el pueblo, comenzó a ser conocida y valorada por el contexto internacional: el 14 de febrero de 1978 fue nombrado Doctor Honoris Causa por la Universidad de Georgetown, Estados Unidos; en 1979 fue nominado al premio Nobel de la Paz y en febrero de 1980 fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad de Lovaina, Bélgica. En ese viaje a Europa visitó al papa Juan Pablo II en el Vaticano y le transmitió su inquietud ante la terrible situación que vivía su país.
En efecto, en 1980 El Salvador transitaba una etapa muy violenta en la que el gobierno era uno de los máximos responsables. La Iglesia calcula que, entre enero y marzo de ese año, más de 900 civiles fueron asesinados por fuerzas de seguridad o grupos paramilitares bajo control militar.
Era sabido por todos que el gobierno actuaba en estrecha relación con el grupo paramilitar de ultraderecha Orden y los escuadrones de la muerte dirigidos por el mayor Roberto D’Aubuisson, fundador de la Alianza Republicana Nacionalista (Arena).
En ese marco, el cerco sobre el arzobispo se iba cerrando: a fines de febrero de 1980 arreciaron las amenazas de muerte contra Romero y a comienzos de marzo fue volada una cabina de locución de la emisora radial que transmitía sus homilías dominicales.
Los días 22 y 23 de marzo, las religiosas que atendían el Hospital de la Divina Providencia, donde vivía el arzobispo, recibieron llamadas telefónicas anónimas que lo amenazaron de muerte.
Finalmente, el 24 de ese mismo mes, Romero fue asesinado a balazos por un sicario mientras oficiaba misa en la capilla del hospital. Los funerales del arzobispo, celebrados en la Catedral Metropolitana de San Salvador el 30 de marzo, terminaron en una batalla campal cuando las fuerzas de seguridad acometieron contra miles de salvadoreños concentrados en la plaza de la catedral: hubo 40 muertos y 200 heridos.
La Comisión de la Verdad, creada por las Naciones Unidas para aclarar las atrocidades cometidas en la guerra civil salvadoreña (1980-1992), identificó al mayor D’Aubuisson como uno de los líderes de los temibles escuadrones de la muerte y lo acusó de haber sido el autor intelectual del asesinato de Romero. Pero tal como denunció el informe de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, el gobierno salvadoreño no realizó ninguna investigación exhaustiva sobre el asesinato del arzobispo.
Fechas clave hasta la canonización
El arzobispo de San Salvador Óscar Arnulfo Romero, quien será canonizado este domingo en Roma, sufrió la persecución de una ultraderecha que no le perdonó su mensaje en defensa de los derechos humanos y que pagó 400 dólares a un francotirador por su asesinato.
La siguiente es una cronología de los momentos más significativos de la vida de Romero:
* 1917: El 15 de agosto nace Óscar Arnulfo Romero en Ciudad Barrios, 156 km al noreste de San Salvador.
* 1931: Con 13 años, Romero ingresa al seminario menor de San Miguel.
* 1937: En enero llega al seminario San José de la Montaña, en San Salvador, antes de partir en octubre a Roma, para estudiar en la Universidad Gregoriana, dirigida por jesuitas.
Vida sacerdotal
* 1942: El 4 abril es ordenado sacerdote en Roma.
* 1944: El 11 de enero oficia su primera misa en su natal Ciudad Barrios.
* 1967: El 8 junio la Conferencia Episcopal de El Salvador (Cedes) nombra a Romero como su secretario, cargo que desempeña hasta 1974.
* 1970: El 21 de abril, el papa Pablo VI nombra a Romero obispo auxiliar de San Salvador.
* 1974: El 15 de octubre, es designado obispo de Santiago de María, departamento de Usulután, 112 km al este de San Salvador.
* 1977: El 3 de febrero es nombrado arzobispo de San Salvador.
Conversión
* 1977: El 12 de marzo es asesinado el sacerdote jesuita Rutilio Grande, amigo y colaborador de Romero. Ese acto lo conmueve y marca su conversión, al pasar de una visión conservadora de la Iglesia a una que denuncia la injusticia.
* 1980: El 30 de enero visita a Juan Pablo II en el Vaticano para exponer la represión mortal en El Salvador. Regresa decepcionado.
El 17 de febrero, Romero anuncia que mandó una carta al presidente de Estados Unidos, Jimmy Carter en la que le pide detener la ayuda militar a El Salvador. Al día siguiente, una potente bomba destruye la radio católica YSAX para intentar callar a Romero.
En su última homilía dominical hace un vehemente llamamiento a policías y militares pidiendo el cese de la represión.
Asesinato y guerra civil
* El 24 de marzo, Romero es asesinado de un balazo en el pecho disparado por un francotirador, cuando oficiaba una misa en la capilla del hospital Divina Providencia. Su muerte encendió una guerra civil que duró 12 años (1980*1992) y dejó 75.000 muertos.
* El 30 de marzo, es sepultado en forma apresurada luego de una misa oficiada por el cardenal mexicano Ernesto Corripio Ahumada, quien no pudo finalizar porque los asistentes fueron dispersados a balazos por fuerzas militares. El saldo fue 40 muertos y más de 200 heridos.
* 1983: El 6 de marzo, el papa Juan Pablo II visita San Salvador y acude a la Catedral, donde se arrodilla frente a la tumba de Romero. Repite el gesto en 1996.
* 1990: El 24 de marzo el arzobispo de San Salvador, Arturo Rivera, abre el proceso diocesano para canonizar a Romero.
La ONU Culpa a D’Aubuisson
* 1993: El 15 de marzo una Comisión de la Verdad creada por la ONU concluye que el mayor del ejército y líder derechista Roberto D’Aubuisson ordenó asesinar al arzobispo.
* 1996: El 1 de noviembre el arzobispado de San Salvador envía a Roma el material sobre la vida de Romero a la Sagrada Congregación para la Causa de los Santos.
* 1997: El 4 de julio se recibe de Roma el decreto donde se acepta la causa de Romero como válida.
* 2006: El 9 de abril el cardenal José Saravia Martins, prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, asegura que hace falta esclarecer si Romero fue asesinado por motivos religiosos o políticos.
Funes pide perdón
* 2010: El 24 de marzo el entonces presidente izquierdista de El Salvador, Mauricio Funes, pide perdón en nombre del Estado por el magnicidio y declara a Romero «guía espiritual de la nación».
* 2013: El 21 de abril el postulador de la causa de Romero, Vincenzo Paglia, anuncia que el papa Francisco desbloqueó el proceso de beatificación.
* 2015: El 3 de febrero el papa Francisco firma el decreto de beatificación que reconoció a Romero como mártir de la Iglesia al ser asesinado «por odio a la fe».
* 23 de mayo: En nombre del papa Francisco, el cardenal Angelo Amato preside la beatificación de Romero en una plaza de San Salvador.
Papa firma canonización
* 2018: El 6 de marzo el papa Francisco reconoce un milagro y firma los decretos que permiten la canonización del arzobispo Romero.
* 19 de mayo 2018: El papa informa que Romero será canonizado el 14 de octubre en la Basílica de San Pedro, en Roma.