Este 2022 que está terminando ha sido el año Fito Páez. En un gran momento de su carrera con tres discos recientemente editados, una autobiografía publicada en octubre, una serie en Netflix sobre su vida que se conocerá en 2023, una sucesión de premios y reconocimientos y los aplausos y las ovaciones de un público incondicional que excede ampliamente las fronteras del país e incluso del continente, el destacado músico rosarino desembarca este jueves en Rosario, desde las 21 en el Anfiteatro Municipal Humberto de Nito, con tres shows agotados hace meses (repite sábado y domingo en el mismo horario) para festejar los treinta años del lanzamiento de su disco El amor después del amor.
La serie de presentaciones del destacado artista para celebrar el 30° aniversario del disco lanzado al mercado en 1992, que se convirtió en el más vendido de la historia del rock argentino, tuvo su paso, además de las funciones estreno en el porteño Movistar Arena, por la Costa Este de Estados Unidos, Orlando, Mami y el Radio City Music Hall de Nueva York, además de Venezuela, Madrid y Barcelona en España y recientemente en Montevideo, Uruguay para, luego de Rosario, la semana próxima desembarcar una vez más en el porteño Movistar Arena y a días de haber anunciado un multitudinario show en el Estadio de Vélez para el 1° de abril del año próximo.
El 1° de junio de 1992 salió a la venta El amor después del amor, álbum que para fines de ese año había alcanzado las 175 mil unidades vendidas y a mediados de 1993 se convirtió en cuádruple Disco de Platino. Ese mismo año, el rosarino ofreció más de cien shows, y el 24 y 25 de abril lo presentó con dos conciertos en el estadio de Vélez Sarsfield, donde fueron a ovacionarlo más de 70 mil personas.
Ahora, tras agotar sistemáticamente los ocho conciertos que ofreció en el Movistar Arena, Páez decidió volver a Vélez “para que nadie se quede afuera”, en uno de los mejores momentos de su carrera artística y al mismo tiempo personal.
De todos modos, el tour seguirá en 2023 y se presentará en otras ciudades de Argentina, Brasil, Paraguay, Perú, Ecuador, Colombia, México, Costa Rica, República Dominicana, Puerto Rico, Estados Unidos, Canadá, Israel y Europa.
En el marco de esta larga grilla de shows, Páez grabó además una nueva versión de su clásico álbum El amor después del amor en estudios de Los Ángeles, acompañado por Gustavo Borner y Diego Olivero. En ese marco, expresó: “Un día te llaman y te dicen que El amor después del amor va a cumplir 30 años de su salida y lo primero que pensás es «uf, qué rápido pasa el tiempo», lo segundo que pensás es que eso no te gusta nada y lo tercero es que es una realidad, entonces aparecen muchas sensaciones muy hermosas porque todas las sensaciones ligadas a ese álbum fueron y son muy hermosas”.
En cierta forma, los primero festejos por el trigésimo aniversario de este disco emblemático comenzaron en junio cuando el rosarino hizo una publicación en Instagram recordando esa fecha y los clásicos que componen esta pieza icónica de la música popular argentina contemporánea, cuyo repertorio emblemático de catorce canciones incluye «Dos días en la vida», «Pétalo de sal», «Un vestido y un amor», «Tumbas de la Gloria», «La rueda mágica», «Detrás del muro de los lamentos», «Brillante sobre el Mic» y «A rodar mi vida», entre más.
Se trata de un puñado de canciones que son parte de cada una de las presentaciones en las que el rosarino está acompañado por una poderosa banda que integran Diego Olivero en bajo, Gastón Baremberg en batería, Juan Absatz teclados y coros, Juani Agüero y Vandera en guitarras y Mariela Emme Vitale en coros, más la cuerda de vientos con Alejo von der Pahlen en saxo alto y barítono, Manu Calvo en trombón y Ervin Stutz en trompeta y flugelhorn.
Pero el año Páez no se detiene y hace algunas semanas el músico presentó oficialmente Infancia y juventud, una autobiografía escrita durante los días de encierro y tedio de la pandemia, en la que recorre una infancia arropada por dos mujeres cálidas y omnipresentes en Rosario pero también marcada por la muerte, la forma en la que la música llegó para cambiar su existencia, el delirio de los años de éxito y creación y la forma en la que construyó una tribu que lo acompaña en la intimidad y la creación.
Cuenta en el prólogo que fue necesario que llegara el tiempo excepcional de las restricciones pandémicas para que evaluara por primera vez seriamente el llamado insistente de su amigo Nacho Iraola, el entonces director de Planeta. “El tiempo libre y la desesperación fueron el terreno donde se abonó este libro. Ahora no tenía argumentos para escaparme de mi insistente editor planetario. «Dale, ya no tenés excusas», me decía Nacho detrás del teléfono, con su voz agitada plena de entusiasmo. «No voy a hacer eso, amigo. ¡No tengo capacidad física ni intelectual para meterme allí!»», relata Páez en las primeras páginas de un texto que empezó a trabajar una noche con el recuerdo de las visitas a la tumba de su madre junto a su papá en la primera infancia y que meses después sumaría 600 páginas llenas de momentos felices y otros también dolorosos, esos que marcaron el pulso de toda su carrera artística.