Por Pablo Taranto / NEX https://nexciencia.exactas.uba.ar/
¿Permitirá la pandemia que el público argentino vuelva a las canchas de fútbol durante el próximo torneo? Es prematuro afirmarlo. Hasta aquí, los estadios vacíos relativizaron la importancia de la localía. Durante la Copa Maradona, el primer campeonato organizado por la Asociación del Fútbol Argentino en la era del COVID, los triunfos visitantes fueron más (56 contra 45). Es lógico imaginar que, con la presión de los hinchas, ser local vuelva a ser un elemento que potencie el rendimiento de los equipos. Ahora bien, ¿con cuánta justicia se adjudica a cada club la localía en un partido y se la quita en otro?
La pregunta suena incorrecta. Porque existe un sorteo. Recientemente, la Liga Profesional de Fútbol dio a conocer el fixture del campeonato 2021, que comienza este fin de semana. Sin embargo, se trata de un “sorteo dirigido”. E involucra una serie de condiciones que conspiran contra un resultado equitativo.
“Lo que suele usar la AFA es una plantilla de partidos en fechas preestablecidas, lo que se conoce como ‘esquema canónico’. Es decir, a priori sabemos en cada fecha quién juega contra quién, a través de números en lugar de equipos, por ejemplo: en la primera fecha el 1 enfrenta al 26; el 2, al 25, etcétera. Algunas ligas del mundo usan este esquema y sobre este esquema sortean a los equipos, asignándole luego un nombre a cada número. Es un sorteo ‘dirigido’ en la medida en que, por ejemplo, una vez que se sortea el lugar de River, automáticamente se fija el de Boca, en el número opuesto de ese esquema. Pero esta vez la Liga quería garantizar otras dos condiciones”, explica Guillermo Durán, investigador principal del CONICET y director del Instituto de Cálculo de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.
En la fase de grupos del último torneo, la Copa de la Liga, la cantidad impar de partidos hizo que la mitad de los equipos jugaran un encuentro más de local. Ahora, se buscaba que esos equipos jugaran uno más de visitante. Y que, además, en los clásicos más importantes se invirtieran las localías con respecto al torneo anterior.
“Entonces, hicieron un sorteo dirigido –continúa Durán– que garantizara esas dos cosas, y solo esas dos cosas. ¿Cuál fue el resultado? Que otra serie de condiciones que serían deseables, no se cumplieran”.
Durán las enumera. Como resultado de ese “sorteo dirigido” sobre un esquema preestablecido, 70 enfrentamientos de este torneo se jugarán por tercera vez consecutiva (o más) en el mismo estadio. En particular, en cinco partidos, el mismo equipo será local por quinta vez consecutiva: Godoy Cruz recibirá a Estudiantes de La Plata; Racing Club, a Godoy Cruz; Lanús, a Rosario Central; Huracán, a Argentinos Juniors, y Talleres, a Vélez Sarsfield. Y en otros 11 partidos se repetirá la localía por cuarta vez consecutiva.
Respecto de los llamados “clásicos”, por tercera vez consecutiva, Independiente vs. Boca se jugará en Avellaneda, y River vs. San Lorenzo, en Núñez. De hecho, la última vez que San Lorenzo fue local ante River Plate fue en 2018.
La mecánica del sorteo dirigido genera otra inequidad respecto de las distancias que debe recorrer cada equipo. A River y a Huracán, por ejemplo, les tocará ser visitantes de Talleres (Córdoba), Godoy Cruz (Mendoza), Atlético Tucumán y Central Córdoba (Santiago del Estero), mientras que Lanús recibirá a los cuatro. El equipo del sur del conurbano deberá desplazarse unos 3 mil kilómetros a lo largo del torneo, menos de un tercio que Huracán y River, que viajarán cerca de 10.500 km cada uno.
La localía contra los equipos grandes también arroja disparidades: Atlético Tucumán y Rosario Central reciben a los cinco. Mientras Defensa y Justicia y Colón de Santa Fe serán visitantes ante los cinco grandes. El «castigo» será mayor para Colón, el último campeón, que también deberá visitar a su clásico rival, Unión.
River será local ante los otros cuatro grandes. Racing, visitante de los cuatro. San Lorenzo, visitante contra todos excepto Racing, y también visitante de Huracán en el clásico barrial.
El inicio del torneo ofrece más inequidades. River arranca con dos partidos de local. Boca, con dos de visitante. Unión enfrenta a ambos en las dos primeras fechas, y a San Lorenzo en la quinta. Un arranque complicado.
Las secuencias de viajes tampoco fueron tenidas en cuenta por el sorteo dirigido. Con solo tres días de diferencia (porque el calendario apretado obliga a jugar partidos entre semana), Defensa y Justicia deberá viajar, en las fechas 21 y 22, a Santa Fe y a Tucumán. Tampoco los desplazamientos fuera del país de los equipos que disputarán copas internacionales. Por ejemplo, Rosario Central juega este jueves 15 de julio en Venezuela, y cuatro días después (lo pasaron para el lunes 19) deberá debutar por el torneo local, de visitante, en Mendoza.
“¿Es todo esto producto de alguna mente perversa que quiere favorecer a unos y perjudicar a otros? -se pregunta Guillermo Durán-. Definitivamente no. Pero es el producto de este sorteo dirigido, sobre el esquema canónico, que hace que el azar provoque inequidades notorias. ¿Cómo se resuelve? Con modelos matemáticos y resolución computacional que permitan que todas las condiciones que el ente organizador considere razonables se cumplan en términos de equidad deportiva”.
Durante dos años, y a partir de un convenio entre la Universidad de Buenos Aires y la hoy desaparecida Superliga, el modelado matemático se utilizó para confeccionar un fixture más justo. Fueron tres torneos: los de 2018-2019, 2019-2020 y la Copa de la Superliga 2020, suspendida al cabo de la primera fecha por la pandemia. “En todos esos campeonatos, esas condiciones que marcamos y algunas otras más, incluido un cierto ordenamiento de los partidos que los haga más atractivos para el público y hasta para la televisión, se cumplieron, consiguiendo la satisfacción de los organizadores, los clubes y los hinchas”, señala Durán, y se lamenta de que no se haya renovado aquel convenio. Su grupo del Instituto de Cálculo sigue colaborando con colegas de la Universidad de Chile, responsables, desde 2005, de programar los torneos de fútbol de Chile, y desde 2019, los de Ecuador.
«La idea es, con un modelo matemático, verificar que se cumpla la mayor cantidad posible de las condiciones de equidad que se busca garantizar. Por supuesto, cuando se introducen muchas condiciones, algunas empiezan a resultar incompatibles entre sí, pero el modelo entrega la formulación que más se ajusta a ese ideal. En todos los deportes profesionales de los Estados Unidos, la aplicación de estas técnicas está expandida desde hace mucho tiempo. En la NBA no sería aceptable, por ejemplo, que los Knicks de Nueva York jueguen un domingo en Los Ángeles, un lunes en Boston y un martes en San Francisco, y que la respuesta de los organizadores sea que es lo que les tocó en el sorteo».
Para Durán «no quedan dudas de que la aplicación de técnicas modernas matemático-computacionales permiten torneos más justos y más atractivos. Solo es cuestión de animarse a usarlas».
Se sorteó el fixture y el clásico Newell’s-Central será en el Coloso en la fecha 7