Diego Montejo
Baradero demostró nuevamente que es una de las plazas más importantes de la música popular argentina. Un festival de nivel que expone a los grandes artistas de convocatoria nacional y además apuesta al futuro con la presentación de nuevas figuras nacidas del seno del mismo festival.
Las luces del anfiteatro Aldo Carozzi de la ciudad de Baradero se encendieron para dar inicio a la 36ª edición de su festival que comenzó el día jueves con la presencia de Los Nocheros y la visita fugaz del gobernador de la provincia de Buenos Aires Daniel Scioli, quien llegó al anfiteatro ya comenzado el espectáculo y evitó mezclarse entre el público debido a la respuesta negativa que había tenido el año pasado por el conflicto entre el campo y el gobierno. Sin dudas que esa noche fue una de las más importantes en concurrencia, puesto que más de ocho mil almas corearon los temas del grupo salteño. También se sumaron a la grilla los padres de la chacarera, Los Manseros Santiagueños, que trajeron toda la magia del monte. También pudo escucharse la voz de María José Demare interpretando una seguidilla de tangos clásicos con énfasis y un inusual desempeño.
La noche del viernes fue una de las menos relevantes en concurrencia, aunque artísticamente presentó algunos momentos de alto tenor, como la actuación de Víctor Heredia, que emocionó a la platea con su repertorio de clásicos de siempre. En conferencia de prensa, el músico acusó a algunos medios de comunicación de no difundir su obra por su cercanía con el gobierno actual. La música ciudadana estuvo a cargo de la orquesta típica El Arranque, una formación que dio cátedra de buen tango en el escenario Abel Figueroa y deslumbró con la presencia de la cantante rosarina Noelia Moncada, que con su fuerte trabajo escénico y deslumbrante belleza, dejó a más de uno emocionado y vibrando al ritmo del dos por cuatro.
El momento festivalero quedó a cargo de Facundo Toro y del riojano Sergio Galleguillo. Por su parte, Toro arribó por primera vez a la ciudad de Baradero y se llevó todo el cariño de las damas del público, las cuales bailaron incesantemente al ritmo de un cuasi carnavalito. El cierre se demoró más de lo previsto y Sergio Galleguillo subió al escenario pasadas las cuatro de la mañana, por lo que el cantante le recriminó a la comisión organizadora dicho desfasaje. En el momento que el nuevo representante del Festival de la Chaya subió a actuar, pocos eran los espectadores que quedaban en la plaza; sin penas ni glorias Galleguillo trajo y publicitó la Chaya en el escenario sin lograr impacto en el público, cosa que sí había logrado en la última edición del festival de Cosquín.
El día sábado contó con la presencia del maestro Leopoldo Federico, quien mantiene la esencia del tango de la vieja guardia y sostiene una de las últimas orquestas típicas históricas de nuestro país.
Otro de los músicos de la partida fue el cordobés Jairo, que majestuosamente pasó por todas las etapas de su carrera culminado su actuación con una versión majestuosa del “Ave María”. El aplauso fue total y su presencia indiscutida; también presentó parte de su nuevo disco, Los Enamorados, en donde retoma la canción romántica.
Otra de las presencias de jerarquía fue la de Roberto Pérez, quien trajo al anfiteatro lo más selecto del folclore tradicional. El ex Tucu Tucu presentó una formación similar a la de su histórico grupo y recordó a sus compañeros desaparecidos en el trágico accidente ocurrido en el año 2007 en la localidad santafesina de San Cristóbal.
El cierre quedó a cargo de Marcela Morello, que apuntó más que nada a la diversión y algarabía, e hizo bailar a la platea que aceptó gustosa. De todos modos, su show no tuvo muchos momentos destacables y su voz, un tanto monocorde, fue incapaz de crear ningún clima interesante. Con la misma frialdad que interpreta su más conocida canción, “Corazones Rotos”, cantó una versión de “Los inundados”, de Ariel Ramírez.
El domingo el anfiteatro regresó al esplendor, ya que no quedó una sola silla desocupada debido a la presencia una de las figuras más convocantes del la música folclórica nacional: Oscar Palavecino, que después de hacer un enorme papelón en la edición anterior del festival, ahora hizo borrón y cuenta nueva y estuvo otra vez en el escenario de Baradero. Su maratónica actuación duró hasta pasadas las cinco de la mañana, hora en que debió retirarse no por quererlo, sino porque en la Capital Federal lo esperaba un avión para llevarlo a su próximo destino.
También fueron de la partida la excelente bailarina Mora Godoy, Marian Farías Gómez y el virtuosísimo violinista Néstor Garnica.