Francia definirá hoy a su nuevo presidente en el balotaje entre el liberal independiente y favorito Emmanuel Macron y la ultraderechista Marine Le Pen, en una elección abierta debido a que si el abstencionismo es más importante de lo previsto se incrementarán las posibilidades de la extrema derecha, en unos comicios que podrían incidir en el futuro de la Unión Europea (UE).
En tanto, ayer comenzó la votación en los territorios franceses de ultramar, de la Polinesia, América del Sur y el Caribe, y en los consulados galos de todo el mundo, incluyendo en los tres que se encuentran en la Argentina: Buenos Aires, Córdoba y Mendoza.
En la Francia continental se votará a partir de las 8 (las 3 de la Argentina) y hasta las 19 (14 de la Argentina), aunque en París y otras grandes ciudades los centros de voto cerrarán una hora más tarde, a las 20.
A partir de esa hora los medios galos, que trabajan conjuntamente con las principales encuestadoras del país, avanzarán el resultado en base a proyecciones de boca de urna.
Macron, de 39 años, europeísta convencido y defensor de políticas económicas liberales, es el favorito en todas los sondeos, pero la incertidumbre se mantiene en torno de si conseguirá llegar a la presidencia por el temor a que una elevada abstención.
Por su parte, Le Pen, de 48 años, defiende políticas proteccionistas a nivel económico, pregona un “Frexit”, la salida de la UE y del euro, poner fin a la libre circulación entre los países que integran el bloque comunitario (el espacio Schengen) y reducir la inmigración a 10.000 personas por año.
En total 47.591.118 franceses se encuentran habilitados para votar, aunque para ello hay que inscribirse previamente, ya que el voto no es obligatorio.
En la primera vuelta del mes pasado, 10.577.572 no se inscribieron o no fueron a votar, según el Ministerio del Interior. La cifra equivale a una abstención del 22,3% –un 2% más que en las últimas 10 elecciones presidenciales–, un resultado intermedio entre lo obtenido el 23 de abril por Macron (24%) y Le Pen (21,3%).
Tercero finalizó el conservador Francois Fillon (20%), favorito a ganar la presidencia tres meses antes de la elección pero que cayó en desgracia al ser imputado por la Justicia por “malversación de fondos públicos”; cuarto el izquierdista Jean-Luc Mélenchon (19,6%), y quinto, el socialista Benoit Hamon (6,4%).
De esta forma, Fillon y Hamon, los candidatos de los dos partidos que tradicionalmente se alternaron en el poder, conservadores y socialistas, quedaron marginados del balotaje.
Los sondeos predicen una cómoda victoria del liberal ex ministro de Economía e Industria del actual gobierno socialista de Francois Hollande, dado que el rechazo que generan las posiciones ultranacionalistas de Le Pen hicieron que casi todos los otros candidatos que compitieron en el primer turno llamaran a votar por él.
La excepción fue el izquierdista Mélenchon, quien cosechó 7 millones de votos y fue duramente criticado por haber dicho que irá a votar y que no lo hará por el Frente Nacional (FN) de Le Pen, pero sin revelar si lo hará por Macron o en blanco, otra eventualidad que beneficiaría a la candidata que aspira a ser la primera mujer en presidir a Francia.
Si el electorado se dispersara más de lo esperado, Le Pen podría incrementar dramáticamente su nivel de apoyo, puesto que entre sus filas el abstencionismo es muy bajo y el mayor porcentaje de ausentismo en las urnas provendría de los electores de izquierda.
El día después del balotaje es feriado, porque se conmemora el armisticio de la Segunda Guerra Mundial, y un fin de semana largo en plena primavera es otro factor que podría aumentar el abstencionismo.
En medio de una gran campaña en favor de ir a las urnas, el diario Libération publicó en su edición de ayer su tapa en fondo blanco con la consigna en letras negras: “Hagan lo que quieran pero voten a Macron”.
Alentada por la inesperada elección de Donald Trump en Estados Unidos y por el voto del Brexit en el Reino Unido para salir de la UE, la euroescéptica Le Pen, anticipó que la elección francesa sería el siguiente paso en lo que definió como una rebelión mundial popular.
En cambio, Macron –que puede ser el presidente más joven de la historia de Francia– es la esperanza de la clase dirigente europea que trata de no exteriorizar demasiado su apoyo al candidato liberal para que este no se vuelva un lastre para su figura.
Sin embargo, la UE es menos popular en Francia que en el Reino Unido, que hace casi un año voto en referendum salir del bloque comunitario. Pero, pese a esa impopularidad, el 72% de los votantes franceses quiere mantener el euro, según un sondeo de Ifop publicado en el diario Le Figaro a fines de abril.
En todo caso, la UE espera que una victoria de Macron frene la ola de populismo nacionalista tras la derrota de Geert Wilders en marzo último en Holanda y de cara a los comicios de septiembre en Alemania, donde compite el partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD).
Ganar el balotaje sólo será el comienzo de una extensa lista de desafíos para el mandatario que el 14 de mayo tome las riendas de un país que es la quinta economía mundial, pero que desde hace varios años flirtea con la recesión y no puede contener la desocupación por debajo del 10%.
En línea con la forma de gobierno semipresidencialista del país, Francia celebra elecciones legislativas a dos vueltas el 11 y el 18 de junio, y de la composición de la Asamblea Nacional (Diputados) dependerá el color político del primer ministro y su gabinete, que podría o no ser del mismo partido que el presidente. De concretarse este atípico y complicado escenario llamado “cohabitación”, el nuevo mandatario deberá convivir con un primer ministro de otra formación política o gobernar por “ordonnance” (decreto).