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Francisco celebró el Sínodo y dijo que «la Iglesia debe curar las heridas y dar esperanza»

El Papa encabezó la misa de del Sínodo sobre la familia y consideró que ha sido una "gran experiencia" de unión. En la ceremonia fue beatificado Pablo VI.

El papa Francisco afirmó durante la misa de clausura del Sínodo sobre la familia que ha sido una «gran experiencia» de unión y recordó que la Iglesia está llamada a curar las heridas y a dar esperanza.

Durante su homilía, Francisco aseguró que el Sínodo, que ha debatido durante dos semanas temas relacionados con la familia, «ha sido una gran experiencia» vivida con «sinodalidad» y «colegialidad».

El Papa añadió que durante estos días los participantes en la asamblea de los obispos han sentido «la fuerza del Espíritu Santo que guía y renueva sin cesar a la Iglesia, llamada, con premura, a hacerse cargo de las heridas abiertas y a devolver la esperanza a tantas personas que la han perdido».

Por ello, Francisco dio gracias a Dios «por el don de este Sínodo y por el espíritu constructivo con que todos han colaborado».

«Que el Espíritu Santo que, en estos días intensos, nos ha concedido trabajar generosamente con verdadera libertad y humilde creatividad, acompañe ahora, en las Iglesias de toda la Tierra, el camino de preparación del Sínodo Ordinario de los Obispos del próximo mes de octubre de 2015», agregó.

«Hemos sembrado y seguiremos sembrando con paciencia y perseverancia, con la certeza de que es el Señor quien da el crecimiento», concluyó.

En la ceremonia de hoy también fue beatificado Pablo VI (1897-1978), a quien se debe la creación del Sínodo de los obispos.

A la misa de clausura del Sínodo y beatificación de Pablo VI asistieron decenas de miles de personas, sobre todo desde Brescia, localidad natal del pontífice, y desde Milán, la ciudad de la que fue arzobispo, que llenaron la plaza de San Pedro.

También participó el papa emérito Benedicto XVI, que fue nombrado cardenal por Pablo VI, y cerca de los 200 participantes en el Sínodo de estos días.

El Sínodo de obispos aprobó un extenso documento que lanza una reflexión sobre problemas de la familia actual, como los divorciados vueltos a casar, y respalda una Iglesia que incluya a todos, incluidos los homosexuales.

La «Relatio Synodi», su documento final y toda una novedad respecto a otras asambleas, fue sometido a votación punto por punto por los «padres sinodales», obispos y cardenales con derecho a voto, y fue divulgada a petición expresa del papa Francisco.

El pontífice quiso dejar claro que en esta asamblea no se ha puesto en entredicho la «verdad fundamental» del «sacramento del matrimonio: la indisolubilidad». Y recordó que su papel como líder de la Iglesia Católica es el de «garantizar la unidad».

Bergoglio admitió que en los debates se pudieron apreciar «tensiones y tentaciones», entre las cuales mencionó la tentación de la «rigidez hostil», que resumió en la actitud de «querer encerrarse en lo que está escrito (la letra)».

Y advirtió contra la «tentación» que plantean los que calificó como «tradicionalistas» o «miedosos», pero también aquellos que definió como «denominados progresistas y liberales».

El papa, y esto es una novedad, quiso que se publicasen también cuántos votos tuvo cada punto, para que quedasen plasmados qué temas eran los menos compartidos y sobre los que habrá que trabajar durante el próximo Sínodo, previsto dentro de un año.

 

Y es que la «Relatio Synodi» no incluye conclusiones, sino temas y proposiciones que tendrán que ser ahora «madurados y analizados» por las Iglesias locales.

El gran denominador común, como ya reflejó el mensaje de clausura aprobado por los obispos durante la mañana, es que la Iglesia debe ser «una casa con la puerta siempre abierta, recibiendo a todos sin excluir a nadie».

Prueba de ello fue que uno de los puntos que obtuvo 155 votos a favor y sólo 19 en contra fue el que pedía «acompañamiento de gran respeto y evitar un lenguaje y actitud que haga sentir discriminados» también a los divorciados que han vuelto a casarse.

Como quedó patente durante estas dos semanas de debates, los obispos siguen muy divididos sobre algunos temas como el de poder dar la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar y así se comprobó durante las votaciones.

Aunque el papa Francisco en su discurso de clausura del Sínodo se mostró muy satisfecho por el debate y las «animadas discusiones» y aseguró que se habría quedado «muy preocupado y triste» si todos hubieran estado de acuerdo o hubiese reinado una falsa y tranquila paz.

Como se observa de los resultados de las votaciones, no todos los 62 puntos obtuvieron la mayoría de los dos tercios que se requerían en el pasado para este tipo de documentos, pero no obstante consiguieron una mayoría y por tanto forman parte del documento.

Entre ellos, el punto 52 en el que se proponía estudiar un camino penitencial para que los divorciados que se han vuelto a casar pudiesen recibir los sacramentos, fue el que más votaciones en contra tuvo, pero fue aprobado por 104 a favor y 74 en contra.

Lo mismo ocurrió con el punto 53 -112 a favor y 63 en contra- que instaba a continuar estudiando la posibilidad de que los divorciados que han vuelto a casarse puedan recibir «la comunión espiritual» o el «por qué no pueden recibir la comunión sacramental».

Otro de los puntos aprobados, aunque con 62 votos contrarios, fue el que hablaba de los homosexuales. Pero la mayoría aprobó que «los hombres y las mujeres con tendencias homosexuales deben ser acogidos con respeto y delicadeza» y que se «evitará cualquier marca de discriminación».

Aunque subrayaron «que no se pueden establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el diseño de Dios sobre el matrimonio y la familia».

El documento contiene un párrafo en el que se considera «del todo inaceptable» que la Iglesia y sus representantes sufran presiones en esta materia y que los organismos internacionales condicionen sus ayudas a los países pobres a la aprobación de leyes que admitan el matrimonio entre personas del mismo sexo.

El documento dedica un amplio espacio a exaltar «la belleza» de la familia tradicional y fiel, pero asegura que la Iglesia «como madre atenta» debe acompañar «con misericordia y paciencia» a las familias frágiles o heridas.

Además, la Iglesia intentará «ayudar a lograr la plenitud del plan de Dios» a las parejas casadas por lo civil, divorciados y vueltos a casar, o que simplemente conviven, afirma el documento.

El texto reconoce también algunos valores en estas parejas que «cumplen el bien, se hacen cargo los unos de los otros y están al servicio de las comunidades en las que viven y trabajan».

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