El papa Francisco dedicó la tradicional Misa de Gallo que celebró hoy en el Vaticano a los niños que sufren «las guerras, la pobreza y la injusticia», al tiempo que criticó la «prisa voraz de poseer y consumir» de la humanidad y pidió una Iglesia al servicio de los pobres.
«Mientras los animales en el establo consumen la comida, los hombres en el mundo, hambrientos de poder y de dinero, devoran de igual modo a sus vecinos, a sus hermanos. ¡Cuántas guerras!», criticó el pontífice durante la homilía que recitó en la Basílica de San Pedro, durante su décima misa de Nochebuena desde que fue elegido en marzo de 2013.
«Y en tantos lugares, todavía hoy, la dignidad y la libertad se pisotean. Y las principales víctimas de la voracidad humana siempre son los frágiles, los débiles», agregó luego Francisco, en una referencia implícita al conflicto iniciado en Ucrania hace diez meses y al resto de las guerras abiertas en el mundo, como en Yemen o Siria.
Así, Francisco planteó que «en esta Navidad, como le sucedió a Jesús, una humanidad insaciable de dinero, poder y placer tampoco le hace sitio a los más pequeños, a tantos niños por nacer, a los pobres, a los olvidados».
«Pienso sobre todo en los niños devorados por las guerras, la pobreza y la injusticia», enfatizó.
En ese marco, el Papa envió esta semana a su limosnero, el cardenal polaco Konrad Krajewski, a que reparta generadores de electricidad y camisetas térmicas a la población de Ucrania. El purpurado polaco, de hecho, celebrará mañana la Navidad en Kiev, le confirmó a Télam.
Así, el Papa hizo una «invitación a mirar la vida, la política y la historia con los ojos de los niños».
«En el pesebre del rechazo y de la incomodidad, Dios se acomoda, llega allí, porque allí está el problema de la humanidad, la indiferencia generada por la prisa voraz de poseer y consumir», agregó luego Jorge Bergoglio, de 86 años, quien se mostró notablemente recuperado de la lesión en la rodilla que el año pasado le había impedido encabezar algunas celebraciones.
En una ceremonia que inició a las 19.30 locales (15.30 de Argentina), el pontífice estuvo acompañado por 25 cardenales, 15 obispos y 200 sacerdotes de todo el mundo que concelebraron la misa ante unas 7.000 personas congregadas dentro de la Basílica y otras 3.000 que siguieron la celebración desde las pantallas en la Plaza San Pedro, según la estimación hecha a Télam por el Vaticano.
Durante la celebración, el Papa envió además mensajes para el interior de la Curia romana, al pedir que la Iglesia dirija la mirada hacia los más necesitados.
«Nosotros estamos llamados a ser una Iglesia que adora a Jesús pobre y sirve a Jesús en los pobres», planteó, antes de citar al Santo y mártir salvadoreño Oscar Arnulfo Romero.
«La Iglesia apoya y bendice los esfuerzos por transformar estas estructuras de injusticia y sólo pone una condición: que las transformaciones sociales, económicas y políticas redunden en verdadero beneficio de los pobres», sostuvo Francisco al recordar un texto de Romero.
En esa línea, Francisco sostuvo también que «no es fácil dejar la tibia calidez de la mundanidad para abrazar la belleza agreste de la gruta de Belén, pero recordemos que no es verdaderamente Navidad sin los pobres».
«Sin ellos se festeja la Navidad, pero no la de Jesús. Hermanos, hermanas, en Navidad, Dios es pobre. ¡Que renazca la caridad!», convocó.
La Misa de Nochebuena se inició con la procesión del Papa hacia el altar mayor al son del canto de la «Kalenda», que en latín recorre desde la Creación hasta la noche en la que nació Jesús de acuerdo a los escritos del catolicismo.
En ese marco, el Papa dedicó también un pasaje a criticar el carácter consumista que ha adquirido la celebración.
«Después de dos milenios del nacimiento de Jesús, después de muchas Navidades festejadas entre adornos y regalos, después de todo el consumismo que ha envuelto el misterio que celebramos, hay un riesgo: sabemos muchas cosas sobre la Navidad, pero nos olvidamos del significado», lamentó el pontífice.
La agenda de celebraciones del Papa continúa mañana al mediodía, cuando Francisco dirija su tradicional mensaje navideño, en el que repasará la preocupación del Vaticano por los conflictos abiertos a nivel global, e impartirá la Bendición Apostólica «Urbi et Orbi», es decir a la ciudad de Roma y al mundo.
El lunes 26, en tanto, ofrecerá el Ángelus desde la ventana tradicional del Palacio Apostólico.
En otro de los pasajes de su homilía de este sábado, Francisco recordó además que «el humilde pesebre, por tanto, saca a relucir las verdaderas riquezas de la vida: no el dinero y el poder, sino las relaciones y las personas».
Antes de la Misa, el Papa había pedido por «la Paz Mundial en este momento tan triste» en un videomensaje enviado a la asociación española «Mensajeros de la Paz».
«Pero también la más pequeña paz, la paz de las pequeñas ciudades, la paz de las pequeñas familias que necesitan, la paz de cada persona», sostuvo en el mensaje enviado a la organización que, con base en Madrid, trabaja en más de 50 países a favor de la promoción humana y social de los núcleos más desfavorecidos de la sociedad, adaptándose a las distintas realidades sociales.
Tras las celebraciones de este fin de semana, Francisco celebrará una nueva misa en la Basílica de San Pedro el domingo 1 de enero, en ocasión de la LVI Jornada Mundial de la Paz. Luego, en el mismo escenario, el Papa celebrará la Eucaristía el 6 de enero. Dos días más tarde, en la denominada Fiesta del Bautismo del Señor, el pontífice bautizará a un grupo de hijos de empleados del Vaticano en la Capilla Sixtina.