Postulamos la necesidad impostergable de desarrollar una educación integral y emancipadora, educación que no implica domesticación y adoctrinamiento, veneración de héroes y reverencia a las autoridades. Educación es la posibilidad de construir de manera colectiva herramientas para comprender la realidad social y transformarla; todo lo contrario del fomento de la competencia y sí impulso de la solidaridad social.
Planteado esto, una de las figuras insoslayables para apuntalarlo es la del pedagogo libertario catalán Francisco Ferrer i Guardia.
En efecto, este maestro anarquista nacido en Alella, Maresme, el 10 de enero de 1859, fundó en 1901 la Escuela Moderna, poniendo en práctica innovadoras estrategias de enseñanza que se proponían brindar herramientas de conocimiento de la naturaleza y la sociedad.
Ferrer i Guardia proponía una forma de aprender a partir de la práctica al aire libre investigando las plantas, los animales y el entorno natural y social, sin prejuicios ni dogmas, y la convivencia en el ámbito de aprendizaje de niñas y niños, impulsando así concepciones no sexistas.
Postulaba además la amplia difusión de todas las ideas filosóficas y científicas para contribuir a conformar personalidades alejadas de la intolerancia, el racismo y cualquier clase de fanatismo.
“La Escuela Moderna generó enseguida la crítica de los ambientes e instituciones más conservadoras y sobre todo de la Iglesia Católica, pues ponía en entredicho sus postulados dogmáticos, sus métodos y el poder económico de los centros educativos de la Iglesia. Es así que desde esta institución no cejaron hasta cerrar la Escuela Moderna y destruir a su fundador. Pero a su pesar, durante todo el primer tercio del siglo XX decenas de escuelas, ateneos libertarios y universidades populares de toda Europa seguirían los planteamientos de la Escuela Moderna.
Enseñanza abierta
Una de las formas de expresión de las ideas de Ferrer i Guardia, aún cerradas las escuelas, fueron los ateneos libertarios, opuestos a la rigidez y dogmatismo de la enseñanza existente y a la falta de infraestructuras educativas oficiales para la propia clase trabajadora. Y aunque se constituyeron como asociaciones culturales, funcionaron en la práctica como escuelas para miles de personas sin recursos para poder pagar una enseñanza privada.
Vale recordar las palabras de este pedagogo cuando fue detenido por primera vez en 1906.
Dijo en esa oportunidad:“La Escuela Moderna pretende combatir cuantos prejuicios dificulten la emancipación total del individuo, y para ello adopta el racionalismo humanitario, que consiste en inculcar a la infancia el afán de conocer el origen de todas las injusticias sociales para que, con su conocimiento, puedan luego combatirlas y oponerse a ellas. (Propicia además) el estudio de cuanto sea favorable a la libertad del individuo y a la armonía de la colectividad, mediante un régimen de paz, de amor y bienestar para todos sin distinción de clases ni de sexos”.
Reconocimientos
El propagandista ácrata ruso Piotr Kropotkin envió una carta al creador de la Escuela Moderna a propósito de la publicación de la revista L’École Rénovée.
En ella, Kropotkin argüía en el primer párrafo: “Todo está por hacer en la escuela actual. Ante todo, la educación propiamente dicha: (…) la formación del ser moral, individuo activo, lleno de iniciativa, emprendedor, valiente (…) y al mismo tiempo sociable, igualitario (…) y capaz de sentir su unidad con todos los hombres del universo entero”.
Por su parte, el escritor francés Anatole France afirma en una carta abierta referida a Francisco Ferrer i Guardia que “su crimen fue ser republicano, socialista, librepensador. Su crimen fue haber creado la enseñanza laica en Barcelona, instruir a miles de niños en la moral independiente. Su crimen fue haber fundado escuelas”.
Muerte y legado
Fracciones del clero ibérico junto sectores militaristas y de terratenientes acusaron a Ferrer i Guardia de instigar la violencia durante la llamada Semana Trágica en Barcelona y el educador murió fusilado en los fosos del castillo de Montjuich el 13 de octubre 1909.
En el presente, más de un siglo después, múltiples iniciativas como las surgidas a partir de las postulaciones de movimientos sociales autónomos se inspiran en este pedagogo libertario precursor de nobles prácticas sociales autogestivas y solidarias.
Los principios básicos de la Escuela Moderna
Francisco Ferrer i Guardia propuso la igualdad de pobres y ricos a la hora de impartir la enseñanza en las aulas. “Ésa en la escuela buena, necesaria y reparadora”, sostuvo en uno de sus postulados.
Los siguientes son los principios básicos de la Escuela Moderna que fundó en 1901.
1. La educación de la infancia debe fundamentarse sobre una base científica y racional; en consecuencia, es preciso separar de ella toda noción mística o sobrenatural.
2. La instrucción es parte de esta educación. La instrucción debe comprender también, junto a la formación de la inteligencia, el desarrollo del carácter, la cultura de la voluntad, la preparación de un ser moral y físico bien equilibrado cuyas facultades estén asociadas y elevadas a su máximo de potencia.
3. La educación moral, mucho menos teórica que práctica, debe resultar principalmente del ejemplo y apoyarse sobre la gran ley natural de la solidaridad.
4. Es necesario, sobre todo en la enseñanza de la primera infancia, que los programas y los métodos estén adaptados lo más posible a la psicología del niño, lo que casi no sucede en ninguna parte, ni en la enseñanza pública ni en la privada.
5. El propósito de la enseñanza es que los niños de ambos sexos tengan idéntica educación; que por semejante manera desenvuelvan la inteligencia, purifiquen el corazón y templen sus voluntades; que la humanidad femenina y masculina se compenetren, desde la infancia, llegando a ser la mujer, no de nombre, sino en realidad de verdad, la compañera del hombre.
6. La coeducación de pobres y ricos, que pone en contacto unos con otros en la inocente igualdad de la infancia, por medio de la sistemática igualdad de la escuela racional, ésa es la escuela: buena, necesaria y reparadora.
7. Establecer la protección e instrucción higiénica en las escuelas. No se necesitan palacios relumbrantes. Para difundir la instrucción bastan salas amplias, de luz abundante y aire puro, donde los escolares estén protegidos.
8. El juego es indispensable a los niños. Por lo que mira a su constitución, salud y desarrollo físico, todo el mundo estará conforme, pero acontece que únicamente para la atención en la cantidad de desarrollo físico que producen los juegos.
9. Es de vital importancia la preparación de los maestros y una vida y sueldo digno para ellos. El verdadero educador es el que, contra sus propias ideas y sus voluntades, puede defender al niño, apelando en mayor grado a las energías propias del mismo niño.
10. La escuela debe renovarse para renovar la sociedad, una sociedad que repruebe los convencionalismos, las crueldades, los artificios y las mentiras que sirven de base a la sociedad moderna.
11. Partiendo de una educación en solidaridad y de la igualdad no hay que crear una desigualdad nueva, y, por tanto, en la Escuela Moderna no hay premios, ni castigos, ni exámenes en que hubiera alumnos ensoberbecidos con la nota de sobresaliente, medianías que se conformaran con la vulgarísima nota de aprobados ni infelices que sufrieran el oprobio de verse despreciados por incapaces.
12. Los niños y las niñas deben tener vitalidad cerebral propia, a fin de que cuando se emancipen de su racional tutoría continúen siendo en el mundo social enemigos mortales de prejuicios de toda clase, propendiendo a formarse convicciones razonadas, propias, sobre todo lo que sea objeto del pensamiento.
13. El propósito culminante de la Escuela Moderna es fomentar la evolución progresiva de la infancia evitando los atavismos regresivos que son como rémoras que opone el pasado a los avances francos y decididos hacia el porvenir.