El papa Francisco advirtió que «la indiferencia es el mayor pecado contra los pobres», al remarcar hoy que «cuidar de ellos es un deber del Evangelio» para los cristianos.
«La omisión es también el mayor pecado contra los pobres. Aquí adopta un nombre preciso: indiferencia», subrayó al encabezar la misa por la celebración de la primera edición de la Jornada Mundial de los Pobres que instauró el año pasado.
De frente a 4.000 personas de bajos recursos, inmigrantes y refugiados que llenaron la Basílica de San Pedro, aseguró que ese comportamiento «es decir: ‘no es algo que me concierne, no es mi problema, es culpa de la sociedad'».
Antes de compartir un almuerzo con 1.500 de ellos en el Aula Pablo VI del Vaticano, el obispo de Roma criticó que esa actitud «es mirar a otro lado cuando el hermano pasa necesidad, es cambiar de canal cuando una cuestión seria nos molesta, es también indignarse ante el mal, pero no hacer nada».
«Dios, sin embargo, no nos preguntará si nos hemos indignado con razón, sino si hicimos el bien», puntualizó en referencia a que estas jornadas fueron convocadas en 2016, al concluir el Jubileo Extraordinario de la Misericordia, bajo el lema «no amemos de palabra sino con obras».
«Es para nosotros un deber evangélico cuidar de ellos, que son nuestra verdadera riqueza, y hacerlo no sólo dando pan, sino también partiendo con ellos el pan de la Palabra, pues son sus destinatarios más naturales», apuntó.
«Amar al pobre significa luchar contra todas las pobrezas, espirituales y materiales», señaló Francisco, para quien «el hambriento y el enfermo, el forastero y el encarcelado, el pobre y el abandonado, el que sufre sin ayuda y el necesitado descartado» son los «predilectos» de la Iglesia.