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Fue condenado por un homicidio a la salida de un after céntrico

Es en calidad de partícipe necesario ya que estaba junto al autor de los disparos y lo sacó de la escena el crimen en noviembre de 2013. La víctima fue Gustavo Serra y la balacera se produjo en un estacionamiento Maipú al 800.

Un hombre de 35 años fue condenado a 11 años de cárcel por el homicidio de Gustavo Serra. El «Ojudo» fue sancionado como partícipe primario del hecho. Para el juez de Sentencia N°3 Edgardo Fertita, fue quien llegó en su auto junto al matador y, tras mantener un conflicto con la víctima, observó cómo su compinche sacó un arma de su auto y baleó a Serra en varias oportunidades. Esta sentencia fue unificada con una condena del fuero federal, por lo que deberá purgar 16 años de prisión. Durante su tránsito en prisión previo al juicio, «Ojudo» tuvo una nueva aparición en las crónicas policiales. Una comunicación telefónica con otro detenido fue intervenida y se conoció un plan criminal para matar a un juez provincial, un fiscal de cámara y un comisario de la División Judiciales, todos ellos vinculados con la instrucción de la conocida causa Monos.

El 24 de noviembre de 2013 la víctima fue a bailar al boliche Moon, en Maipú al 800. Eran cerca de las 9.30 cuando Gustavo Ariel Serra se dirigió al estacionamiento lindero al local bailable e increpó al conductor de un automóvil que esperaba en el habitáculo. Desde atrás, un hombre de camisa rosa y pantalón blanco le efectuó varios disparos de arma de fuego. El joven cayó tendido en el piso. El atacante, junto con otro hombre, se subió al automóvil Chevrolet Astra que conducía Aron César Treves, más conocido como Ojudo, y escaparon del lugar mientras otro joven disparó un arma contra el vehículo.

Esta secuencia quedó registrada en la filmación de una cámara de seguridad del estacionamiento y el empleado del garage de enfrente sostuvo que escuchó una discusión y luego 4 o 5 detonaciones dentro de estacionamiento que está pegado al boliche, tras lo cual salió un vehículo. Detrás, un muchacho con un arma disparó contra el automóvil, al que describió con una remera blanca con una inscripción en el centro.

Treves hizo dos declaraciones en sede judicial, en ambas desentendiéndose del hecho. En la primera sostuvo que fue a sacar el auto y un muchacho se tiró sobre su capot y le gritó, luego se acercó por la puerta del conductor y le tiró un puñetazo y finalmente escuchó disparos. Se agachó y al levantar la vista dos muchachos se subieron a su auto y lo obligaron a sacarlos del lugar. En una segunda ocasión contó que fue a bailar a un local ubicado en el Patio de la Madera, donde se encontró con dos amigos, Jony y Puni. Allí decidieron ir a Zoom, y Jony le preguntó si podía llevar a unos amigos suyos. Cuando decidió irse con Puni, Jony ya se había retirado, estos muchachos le pidieron un aventón pero en eso una mujer vino a buscar a uno de ellos. Ambos salieron con la joven y tras ello apareció la víctima que se le abalanzó. Luego regresaron los dos jóvenes y se escucharon detonaciones. Luego, vio a la víctima en el suelo y estas dos personas se subieron a su auto y lo obligaron a sacarlos del lugar.

Tales expresiones no convencieron al juez Fertita. El magistrado tuvo en cuenta como prueba fundamental: la pericia informática sobre la filmación que se obtuvo en el estacionamiento. Si bien la calidad no era buena, fue esclarecedora para el juez. Del registro fílmico surgió que Treves llegó en su auto Chevrolet Astra a las 7.03 con varias personas, entre ellas el autor del crimen. A las 9.35 se observó al Ojudo en el volante y al homicida sentado en el asiento trasero. Quince segundos después entró en escena una mujer que buscó al atacante y ambos salieron acompañados por un hombre de remera gris. A las 9.36 se observó al homicida y al hombre de remera gris, pasándose un arma y 4 segundos después el atacante disparó contra la víctima. Tras lo cual ambos subieron al Astra y escaparon junto a Treves.

El juez concluyó que no es cierto que un desconocido abordó el auto del acusado y lo obligó a retirarse. Llegaron juntos al boliche, sacaron el arma de su auto y en ningún momento se ve al tirador amenazar al Ojudo. A lo que sumó que, previo a los disparos, Treves posicionó el auto para una huida rauda y concluyó que, evidentemente, la víctima tenía una disputa con Ojudo ya que fue al único al que atacó, incluso pasó al lado del agresor y no lo registró.

También tomó en cuenta que el acusado no identificó a los dos hombres que subieron a su auto, ni brindó elementos para localizarlos. El magistrado concluyó que su declaración sólo tuvo como fin mejorar su situación procesal. Con estos elementos, las pericias del caso y algunos testimonios el juez condenó a Aron Treves a 11 años de prisión por homicidio agravado por el uso de arma de fuego en calidad de partícipe primario. Esta sanción se unificó con una sentencia anterior del fuero federal, donde se le aplicó una pena de 5 años por tenencia de estupefacientes con fines de comercialización y guarda de elementos destinados a la producción o fabricación de estupefaciente. Por lo que deberá purgar 16 años de prisión en total

Un plan criminal

Mientras se tramitaba el juicio, una comunicación telefónica entre el policía Germán Almirón y Treves fue rastreada a partir de una investigación federal que se conoció públicamente en marzo de 2014. Ambos estaban detenidos. El primero era un policía que prestaba servicios en la por entonces cuestionada División Judiciales –que investigó la causa monos a órdenes del juez Juan Carlos Vienna– y estaba preso por una causa por facilitar la fuga de Juan Domingo Ramírez, sindicado miembro de la banda de Los Monos. Esa escucha destapó un presunto plan criminal para matar al juez Vienna, a cargo de la instrucción de la causa monos, al camarista Guillermo Camporini y a otro policía de la brigada. Por su parte Treves había declarado como testigo protegido en dicha causa. Ambos se sentían traicionados y en ese contexto hablaron de eliminar al trío. Este hecho derivó en una investigación penal en el Ministerio Público de la Acusación que terminó desvaneciéndose. El caso fue archivado en Fiscalía al entenderse que no había elementos para determinar la existencia de un delito.

El amigo

Tras el crimen de Serra y la huida del Chevrolet Astra, un joven con una remera blanca y una inscripción en el frente disparó contra el vehículo en varias oportunidades. La pericia balística determinó que dentro del estacionamiento se encontraron vainas calibre 40 y en el exterior 9 milímetros. Por este hecho fue procesado Rubén Dario R., un amigo de Serra, por tenencia de arma y abuso de ella, aunque para Fertita no pudo acreditarse con certeza el delito. Sostuvo que en la filmación se ven unas 20 personas con remeras blancas, y si bien se observa a una de ellas levantar ambas manos, no se logró distinguir fehacientemente si lo que empuñaba era un arma de fuego y absolvió al hombre por el beneficio de la duda.

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