Lo del Chino Luna es un cheque al portador, no se trata de una apuesta más. Acá, Miguel Russo y dirigencia fueron a lo seguro. Si Luna está bien físicamente va a enamorar a la hinchada canalla. Y arrancó con eso. Un golazo en el epílogo del primer tiempo para abrazarse con Abreu, sus com-pañeros y sentir en su piel el primer, “Chino, chino, ole, ole, ole”. Carlos Luna debutó y dejó su marca en el orillo.
La historia futbolera de Central habla del fútbol de toque y ele-gante que supo darle Don Ángel a sus equipos, la agresividad de ir a buscar siempre en cualquier cancha. Pero también hubo capí-tulos muy ricos desde los indivi-dual, desde el inigualable Mario Alberto kempes, una bestia que además sabía jugar, al Puma Jo-sé Luis Rodríguez, picardía y provocación y valenetía para en-cer a sus hinchas. Hasta este, mucho más modesto por cierto, pero que en este tiempo adquie-re vuelo, como el Chino Luna.
No se trata de una comparación asoma como ridícula, se trata de un estilo más allá de los tiempos. El que habla de delanteros ague-rridos. Luna no necesitó ninguna adaptación, llegó, jugó, se peleó con los defensores de Quilmes, corrió muchísimo. Sin ángulo un centro suyo fue casi autogol de Leyes, y luego la joya de la no-che. Un tremendo pase de Nery Domínguez, pecho de Luna y buscar su remate (siendo dies-tro) de zurda, no importa el perfil los buenos patean como pueden, no se acomodan demasiado. Lu-na eso lo sabe, como también enamorar a una hinchada nece-sitada de cariño.