La renovada fiesta por el Día de la Bandera en Rosario, con una marca artística-cultural por sobre el desfile cívico militar de celebraciones anteriores, conjugó el homenaje al general Manuel Belgrano, creador del emblema nacional, con shows musicales, de danza y un fuerte contenido político como cada vez que la presidenta Cristina Fernández encabeza un acto patrio. La jefa del Estado y la intendenta socialista Mónica Fein fueron las únicas oradoras. En ambos discursos se mezclaron referencias históricas y se contrapusieron sendos proyectos políticos. Fein fue más allá de lo protocolar, repasó logros de gestión, hizo hincapié en la bandera argentina como símbolo de unidad y se declaró heredera de Belgrano. CFK atribuyó el crecimiento de la ciudad y de la provincia al modelo nacional y dijo que si Belgrano viviera sería kirchnerista. La presidenta puso el eje de su alocución en el Poder Judicial y volvió a criticar con dureza e ironía el fallo de la Corte contra la reforma del Consejo de la Magistratura. Fue un festejo distendido, con buena onda política. La militancia kirchnerista ocupó un lugar central en el acto y aportó color y calor en una jornada de sol radiante pero de bajas temperaturas. Especial atención cobraron las caras del justicialismo santafesino que acompañaron a la presidenta en el palco, a pocas horas del cierre de listas rumbo a las elecciones legislativas de octubre. El ex gobernador Jorge Obeid se sentó entre los ministros del gabinete nacional, toda una señal. Opositores al gobierno eligieron llamar a las radios y despacharse en las redes sociales para expresar descontento con la organización y por la “apropiación K” de la movida.
El acceso
Ayer, desde temprano, miles de ciudadanos fueron copando de a poco la zona del parque a la Bandera para participar de la ceremonia patria, al cumplirse 193 años de la muerte de Belgrano. El centro rosarino amaneció embanderado de celeste y blanco. Familias, parejas, grupos de amigos se acomodaban frente al escenario principal montado en la explanada del Monumento, mirando al río Paraná. También se paraban sobre avenida Belgrano. El acceso era dificultoso por el vallado y el operativo de seguridad. Unas cuatro mil sillas estaban ocupadas frente al escenario, flanqueado por dos pantallas gigantes, dos torres de sonido y, más allá, dos tribunas laterales, que cerca del mediodía ya se veían acaparadas por La Cámpora y el Movimiento Evita.
Frío, espera y lepra
Los actos conmemorativos arrancaron pasadas las 8 con el izamiento de la bandera en el mástil mayor del Monumento, a cargo de la intendenta Fein y el vicegobernador Jorge Henn, entre otras autoridades. Todos lucían bien abrigados ya que a esa hora la sensación térmica medía bajo cero. Henn reemplazó al gobernador Antonio Bonfatti, quien participó de la sesión del Comité Descolonización de la ONU, donde la Argentina presenta anualmente su reclamo de soberanía sobre las islas Malvinas.
Más tarde, el grupo chamamecero de Mauricio y Simón Merlo, hijos del legendario Monchito Merlo, le puso ritmo litoraleño a la fría mañana. No hubo desfile cívico militar, poca presencia de agrupaciones gauchescas y faltó la bandera más larga del mundo de Julio Vacaflor. Fue un acto desacartonado. Las insignias argentinas se confundían en lo alto con los “trapos” de las organizaciones políticas, como los de Descamisados, Corriente de la Militancia, Kolina, Miles, Unidos y Organizados, UES y Peronismo Militante, entre otras. También dieron el presente organizaciones sociales, de derechos humanos y sindicales, entre las que sobresalía un globo dirigible del Sindicato de Comercio. Más alejados del escenario, muchos rosarinos y turistas “sueltos” agitaban sus banderitas argentinas y vivaban a la figura de la presidenta. Otros sólo asistieron por curiosidad. Un micro helicóptero a control remoto corte ovni capturaba imágenes desde el aire.
La Fanfarria Militar Alto Perú animó la fiesta tocando la marcha a Malvinas, la zamba López Pereyra y el conocido Avanti morocha, tema de los Caballeros de la Quema que por lo general suena en los actos en los que participa CFK. Los simpatizantes kirchneristas estaban alegres, pero los leprosos-kirchneristas tenían doble cara de felicidad. Se vieron algunas banderas de Newell’s, que desde el día anterior hinchas del club del parque Independencia agitaron para celebrar el campeonato obtenido el miércoles. En las inmediaciones del Monumento la oferta gastronómica era variada: empanadas, locro, panes frutados, tortas fritas, churros; los infaltables choripanes, hamburguesas y hasta tiras de vacío se asaban a la parrilla.
Un momento emotivo previo a la aparición de la mandataria fue cuando se proyectaron en pantalla gigante pasajes de la película Belgrano de Juan José Campanella. El izamiento de la bandera y las palabras de Belgrano a los soldados (que en el filme encarna Pablo Rago), conmovieron a los presentes, que acompañaban a grito pelado con un “viva la Patria”. Y la muchedumbre exaltada vociferaba “Patria sí, colonia no”.
CFK tocó suelo rosarino alrededor de las 13. Unos veinte minutos más tarde subió al escenario, acompañada por autoridades nacionales, provinciales y municipales. Una ametralladora de aplausos barrió desde el público. Luego, con transmisión por cadena nacional, el grupo artístico El Choque Urbano, acompañado por la Fanfarria Alto Perú, ejecutó una particular versión del Himno Nacional, con instrumentos de viento, base electrónica y sonidos de percusión. Después llegó el turno de Mónica Fein, que leyó su discurso.
Mónica y Cristina
La intendenta arrancó con los saludos protocolares y le fue poniendo pimienta a sus palabras al hacer una férrea defensa de la gestión socialista y el crecimiento de Rosario. Esta vez los militantes K hicieron silencio y hasta hubo tibios aplausos cuando Fein resaltó la política municipal de derechos humanos y la acción solidaria de los ex combatientes de Malvinas.
Tras el discurso de Fein, la locutora del acto informó sobre una inversión del gobierno nacional para obras viales y de infraestructura. Acto seguido fue recreada la jura de lealtad al pabellón nacional, donde se lo vio a Manuel Belgrano –representado por el actor Matías Martínez–, montado en un caballo blanco y escoltado por soldados y gauchos. La presidenta se acercó al borde del escenario y le estrechó la mano al personaje de Belgrano. Este le dio la bandera argentina atada a una caña y la mandataria la hizo flamear.
Al comenzar con su encendida oratoria, CFK destacó el modo en que creció Rosario, mencionó el boom de la construcción y atribuyó la bonanza “al modelo nacional” que comenzó en 2003. Igual dijo que no venía a hacer campaña, rescató la figura política del general Belgrano y lanzó dardos venenosos contra la resistencia judicial a las reformas que impulsó el Ejecutivo. Criticó el festival de cautelares y los nuevos modos de colonización mental. Habló de la inseguridad y el narcotráfico –“ustedes en Rosario saben de que hablo”, dijo–, flagelos que relacionó con cuestionables decisiones de la Justicia. Terminó su encendido discurso a las 14.20, cuando empezó a sonar el tema “Dar es dar” de Fito Páez. La presidenta bajó del escenario y saludó a la gente.