Cuando la crisis de 1930 azotó ferozmente al mundo entero, los gobernantes pensaron en cambiar las reglas económicas. Lentamente se fueron aplicando las propuestas de John Maynard Keynes, quien había dicho que el Estado debía intervenir en la economía para solucionar lo que el mercado, “la mano invisible”, desprotegía. Así fue que aparecieron los “Estados de bienestar”, que significa que el gobierno presta ayuda a los sectores menos integrados, se dedica a sostener la educación, la salud e, incluso monta sus empresas. Casi al mismo tiempo, los liberales que habían hegemonizado la economía, política hasta entonces, empezaron a plantear su oposición. Se formó entonces la fundación Mont Pelerin que elevó a dos economistas Milton Fridman y Friedrich Von Hayek, como sus lanceros principales. Ellos opinaron que el Estado debía correrse totalmente de la escena económica, que se debía privatizar. A ellos los llamaron neoliberales porque ya no era el mismo liberalismo sino que el mundo había conocido el acceso a la salud, la educación y los trabajadores habían tenido una mesa de discusión de sus salarios. Por fin su receta fue aplicada en el primer laboratorio social con el golpe de Estado a Chile y el gobierno de Augusto Pinochet. Otros baluartes de esa política fueron Margaret Thatcher y Ronald Reagan. En nuestro país, Carlos Menem y Domingo Cavallo también las llevaron a cabo. Sin embargo, la crisis del 2001 puso un freno a ese pensamiento. La semana pasada, la local Fundación Libertad (que impulsa estas recetas) realizó un seminario que reunió a varias importantes figuras del neoliberalismo. Entre ellas llegó el premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa. El periodista rosarino Coco López, quien editó su libro Libertad o libre mercado. Del “Consenso de Washington” a Vargas Llosa y las fundaciones neoliberales, explicó en diálogo con El Ciudadano por qué el intelectual peruano se compromete con esta corriente de pensamiento conservador.
—¿Qué opina de la visita de Vargas Llosa a Rosario?
—Una visita sin sorpresas, porque Vargas Llosa no dijo nada nuevo. Y eso me parece bien porque ése es su pensamiento. No pretendo que Vargas Llosa cambie su pensamiento cuando viene a Rosario. Él se proclama liberal y dice que no sabe lo que es el neoliberalismo. Se hace como que no sabe qué es eso.
Ellos representan una corriente que se quedó estancada en el siglo XIX.
Después tienen una formulación caprichosa, algo que repitió Vargas Llosa, que dice que solamente puede haber democracia política si hay pleno liberalismo. Sin embargo, en el Chile de Augusto Pinochet hubo pleno liberalismo junto a una dictadura con una feroz represión, así que eso es una falacia, una mentira que no se puede demostrar, y es más, quienes llevaron adelante ese proyecto de gobierno también estuvieron en Rosario, como Joaquín Lavin.
El otro tema que me resultó interesante también fue la poca difusión que tuvo la presencia de José María Aznar. Ese hombre es responsable de la mentira que lanzó George W. Bush para poder invadir Irak, cómplice de la guerra y los asesinatos allí. Hay fuentes que hablan de un millón de muertos, la mayoría de ellos civiles. Alguien se tiene que hacer cargo de eso. Sean liberales o no. José María Aznar gobernó 8 años España, después vinieron también los socialistas que gobernaron como liberales y ahora está el liberal Mariano Rajoy. En los días que Aznar estuvo acá y nadie habló, el diario El País informó que en su país hay un desalojo cada quince minutos.
—¿Cómo surgieron Mont Pelerin, la fundación de Vargas Llosa o la Fundación Libertad?
—El tema de las fundaciones tiene una larga historia, porque muchas de esas instituciones tienen origen norteamericano como Heritage, entre otras. Esa fundación diseñó para Ronald Reagan el famoso “Documento de Santa Fe” que era el lineamiento para la política exterior norteamericana para América latina en el que colaboraban asesores militares, muchos de ellos frecuentes visitantes de la última dictadura argentina. La Fundación Ford tiene una amplia gama de actividades y tiene egresados de grandes universidades. Uno de sus miembros, que fue ideólogo del Plan Marshall para reconstruir la Europa de posguerra y hacer negocios, fue Richard Bisell, quien desde la Fundación Ford fue el hombre de la CIA para diseñar acciones encubiertas. Él fue responsable del derrocamiento del presidente democrático Jacobo Arbenz en Guatemala, del asesinato de Patrice Lumumba (primer ministro del Congo) y de la invasión a playa Girón, entre otras acciones. Esto se puede leer en el libro Legado de cenizas del antiguo periodista del New Yort Times Tim Weiner. Él dice que varios íconos de la libertad fueron creaciones de la CIA y esos son Radio Europa Libre, Radio Libertad, el Congreso por la Libertad Cultural, entre otros. Weiner dice que todas las pequeñas revistas influyentes que habían florecido bajo la bandera progresista anticomunista, todos los grupos de intelectuales respetables que habían servido para el manejo de dinero de la CIA, estaban interrelacionados con empresas ficticias. Aún no se sabe si esas redes están activas.
Tenemos que reflexionar que grandes intelectuales fueron comunistas, como ser Pablo Picasso entre muchos otros. Entonces la CIA emprendió una batalla cultural para hacer de contrapeso de esto. Que Mont Pelerin lo traiga a Vargas Llosa como tapadero, siendo premio Nobel de Literatura, ¿quién le puede negar a este reconocido escritor arribar a nuestra ciudad para hablar de Literatura? Se lo puede escuchar con atención también. Pero él también viene y opina sobre la política local, etc. En mi libro yo no polemizo políticamente con Vargas Llosa porque él tiene dos o tres ideas en ese sentido, nada más. Habla siempre de lo mismo: populismo, libertad de prensa, y ahí se agota.
—¿Qué es el populismo?
—El populismo reemplaza, intenta englobar a los enemigos como antes se acusaba a los comunistas. Después de la Primera Guerra Mundial, el principal enemigo del capitalismo fue la Unión Soviética, en América latina luego fue la Revolución cubana, y ahora el populismo. Vargas Llosa en ese sentido es futurólogo porque dijo que el chavismo tiene los días contados. Vamos a ver. Lo que fue derrotado no fue Vargas Llosa, sino el “Consenso de Washington” con la movilización popular del 2001 y con la reunión en Mar del Plata, donde le dijeron que no a Bush.