A sólo tres días de que desconocidos balearan la parroquia María Reina y el colegio Paulo VI de barrio Larrea, el cura Juan Pablo Núñez, quien denunció venta de drogas en la zona, contó a El Ciudadano que le llegaron mensajes de apoyo y solidaridad, tanto nacionales como internacionales, y ahora el barrio está calmo y tranquilo. «Se escucha el canto de los pajaritos y hasta las fábricas que están trabajando».
Hasta hace pocos días el barrio Larrea era otro: había ruidos permanentes de motos que iban y venían a alta velocidad, balas, robos, arrebatos y amenazas.
El padre Núñez contó que le llegaron muestras de apoyo desde distintos lugares, tanto nacionales como internacionales. “Se solidarizaron desde distintas diócesis, de entidades de seguridad, desde distintas fiscalías, ONGs, instituciones gubernamentales, los curas villeros de Buenos Aires que pertenecen a la comisión de drogadependencia y hasta del episcopado de Italia, entre otros”.
Para el sacerdote de la parroquia María Reina hubo un antes y un después de la balacera: ahora tiene dos autos de la Policía en la entrada de la iglesia y otros que recorren el barrio.
“Me tocó a mí pero le podría haber pasado a otro. Lo que hice yo lo hacen muchos sacerdotes. No es un acto heroico, ni siquiera hice una denuncia explícita. Me hice eco de la realidad social”, se lamentó el cura párroco.
El sacerdote dijo que haber recibido mensajes de apoyo y la solidaridad le genera un poco oxígeno pero por otro lado, dolor y tristeza.
“Hoy salía para la escuela y miré para los dos costados, como lo hago siempre, y no había nadie. Muchos vecinos están asustados”, dijo. Y agregó: “Gracias a los medios de comunicación se visibilizan estas problemáticas. Pedimos que la seguridad permanezca y quiero agradecer a todos los que se solidarizaron, que algunos no pertenecen a la iglesia y se humanizaron con la realidad”.
La misión del padre Juan Pablo es evangelizar en el camino de la fe, transmitir los valores del evangelio, ayudar a los más necesitados, atender a los enfermos pero por sobre todo, mantener un diálogo con los vecinos. “No soy ni trabajador social, ni puntero, ni agente de seguridad. Soy cura”, concluyó.
El día D
Este domingo a la madrugada atacaron a tiros la capilla y el colegio en barrio Larrea, de zona norte. El cura había denunciado el funcionamiento de un búnker de venta de drogas a la vuelta del establecimiento y por eso ya había sido amenazado.
El violento hecho ocurrió el domingo a la madrugada y afectó el ingreso de la escuela Paulo VI y la parroquia María Reina ubicada enfrente, en México 1055 bis.
Incluso dijeron que personas vinculadas a la venta de estupefacientes en la zona habían hecho llegar al cura amenazas de muerte si continuaba denunciándolos.
Se solidarizaron sacerdotes
Este miércoles en la parroquia María Reina un grupo de sacerdotes se solidarizaron con el padre Juan Pablo Núñez por el ataque a balazos. Una parte del comunicado rezaba: “Procuramos vivir en paz y buscar el bien de todos e invitamos a las autoridades a que cuiden a todos los ciudadanos. No podemos dejar de exigirle al Estado seguridad y justicia. No se logra atacando los eslabones más débiles del sistema delictivo, que con frecuencia son víctimas y no responsables, sino a las organizaciones que sustentan este sistema de muerte. A los promotores de esta agresión física, les recordamos que Dios siempre se alegra de sus hijos cuando vuelven a los brazos de su Padre, quien los espera en su misericordia”.
Los firmantes del comunicado, que son 15 sacerdotes, aspiran a que el Estado tome una actitud firme en la lucha contra el delito del narcotráfico.
Este jueves, a las 19.30, habrá una misa presidida por Monseñor Eduardo Martín, en la parroquia María Reina, de México 1050 bis, en solidaridad por el violento hecho.