Las mochilas de la compañía Amendment II resisten al impacto de balas y vienen en 3 modelos diferentes (uno de princesas de Disney, otro de la película Los Vengadores y otro gris para chicos más grandes) y se venden a un precio que oscila entre los 200 y 300 dólares.
«La mochila puede ser rápidamente llevada al frente como un escudo o puede servir como centro de protección mientras se huye de la escena del tiroteo», se lee en la página de la empresa, cuyo nombre alude a la enmienda constitucional que consagra la portación de arma como un derecho de los ciudadanos norteamericanos.
Según declaró a la revista izquierdista Mother Jones (famosa este año tras difundir las cámaras ocultas de Romney) el presidente de la empresa Derek Williams, «triplicamos nuestro volumen de venta de mochilas; lo que solemos hacer en un mes, lo hicimos en una semana».
Sin embargo, Amendment II, que se define en su web como «la armadura norteamericana», no es la única ni la primera en sacar rédito comercial tras episodios de violencia.
BackPackShields es otra de las populares -si bien con mochilas menos vistosas- compañías que entraron en el negocio de los bolsos-escudo tras los varios atentados que se sucedieron en los EEUU en la última década, comenzando con la matanza de Columbine en 1999 en el que 13 estudiantes fueron asesinados.
En tanto, tras los asesinatos en la Universidad Virginia Tech en el año 2007, en el que 33 personas perdieron la vida, incluyendo al autor del tiroteo, fue la empresa MJ Ballistic la que cobró notoriedad, con una oferta de mochilas blindadas que, según la compañía, cumplían los estándares de seguridad de la milicia norteamericana.
El boom registrado en los últimos días tiene por supuesto una sola explicación: la siniestra masacre perpetrada por un joven de 20 años en una escuela de Connecticut en la que perdieron la vida 20 niños de entre 6 y 7 años, y 7 adultos.
