Por: Gastón Marote/ NA
Gabriel Arturo Garza Hoth, más conocido como «el Viudo negro» de México, quien fue condenado a prisión perpetua por matar a su esposa y luego a dos novias que tuvo, con el objetivo de cobrar los seguros de vida de ellas.
Nacido en la Ciudad de México en 1966 se mantuvo activo como asesino serial entre 1991 y 1998 en el mismo lugar. «El Viudo negro», luego de los tres crímenes, cobró por los seguros de vida un total de 500 mil dólares.
La ola de homicidios arrancó en 1991 cuando su primera esposa Soledad Valdez murió de un ataque de corazón, pero los médicos desde un inicio creyeron que había sido envenenada. La relación duró nueve años y tras la muerte, Garza Hoth cobró 400 mil pesos por el seguro de vida.
Este hombre se hacía ver consternado por la muerte de su pareja, pero con el correr del tiempo se puso de novio con Marcela Muñoz Palacios, quien el 3 de octubre de 1992 apareció baleada dentro de su automóvil en un presunto robo que sufrió en la Colonia Nápoles de la capital «azteca», donde recibió balazos de dos armas distintas. En este caso, la muerte de Muñoz Palacios le dejó al «Viudo «Negro» más de un millón de pesos por el cobro del seguro de vida.
Este sujeto volvió a forma pareja y el 11 de mayo de 1997 la fatal «casualidad» volvió a golpear en su puerta: Ana Gloria Gómez Palacio Escudero murió de un disparo en otro asalto.
En ese hecho, ocurrido en la Colonia Toriello Guerra, Garza Hoth no resultó herido y llevó a su novia al hospital más cercano, donde finalmente falleció. Por la muerte de esta mujer, el «Viudo negro» percibió más de 400 mil dólares por el cobro del seguro de vida.
Los dos primeros fallecimientos permitieron no poner las sospechas sobre este hombre, pero ya el tercer homicidio y el cobro de seguros de vida en todos los casos alertaron a la Justicia.
La Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) investigó los tres casos y en este último llegó a la conclusión que Garza Hoth había falseado sus declaraciones como único testigo del homicidio. Asimismo, las pericias balística y criminalística determinaron su culpabilidad.
El perfil psicológico practicado al apresado lo definió como «un sujeto que utiliza la crisis emocional de las personas para iniciar una relación de amistad».
Incluso se supo que «a sus víctimas les ofrecía apoyo moral, compañía y atenciones, a fin de ganarse su confianza y la de sus familiares».
Allí pasó a ser el victimario no solo de la muerte de su última novia, sino de sus dos parejas anteriores, por lo que escapó a España.
La PGJDF junto a Interpol localizaron al homicida en España en 1998 y determinaron su extradición para recibir una dura condena: prisión perpetua.