No hay dudas que la victoria de Newell’s ante Barracas Central era más necesaria desde lo anímico que desde lo numérico o futbolístico. Tratar de dejar atrás lo antes posible dos derrotas inesperadas, en especial la de Copa Argentina ante Claypole, había amenazado con finalizar el idilio que la mayoría de los hinchas tienen con Gabriel Heinze. Y el entrenador entiende el juego, la necesidad de resultados, más allá de que no comparta eesta manera de sostener ciclos en el fútbol argentino.
“Cuando jugás con tu gente, teniendo este estadio y esta gente, indudablemente tenés algo más. Pero lo importante es que el equipo volvió, tuvo todas las ocasiones que tuvo. Vamos a seguir intentando”, destacó el Gringo tras el triunfo, dándole importancia a la victoria.
Heinze sufre como un hincha más. En más de una oportunidad confesó que en la previa a los partidos, en especial cuando se juega en el Coloso, tiene dolores de estómago de los nervios. El Gringo siente un compromiso muy grande por Newell’s, él mismo asume que una victoria o una derrota cambia el ánimo de los hinchas durante toda la semana. Y se siente responsable por eso.
“Ganar de local tiene un valor agregado por la gente que trabaja todos los días con nosotros, por los chicos y por la gente que viene al estadio. Estos son nuestros hinchas y cuando los resultados no son buenos, ellos sufren igual que nosotros”, sostuvo, reafirmando esa idea de “ganar para la gente”.
Y por ahora esos triunfos se dieron en casa, cumpliendo al menos con esa premisa de devolverle a los hinchas un poco del apoyo que incondicionalmente entregan cada vez que la Lepra se presenta en el Coloso.
Tres jugados en el Parque, tres ganados. Buena producción táctica en el 1-0 con Vélez; una muestra de carácter importante al ganar 2-0 a Banfield con un hombre menos; y una buena presentación ante Barracas para un 1-0 que se quedó corto a partir de las chances que la Lepra tuvo en el segundo tiempo.
“Vamos a seguir intentando y trabajando, ojalá en el próximo partido puedan convertir los delanteros. Pero esto es un equipo, pueden cumplir distintas funciones. Me pone contento que los delanteros erren goles porque quiere decir que las situaciones están”, señaló el entrenador.
Inesperadamente, uno de los puntos más destacados en este inicio de torneo es el buen trabajo en pelota parada, ya que Newell’s anotó cuatro de los siete goles por esa vía.
“La pelota parada es uno de los puntos que trabajamos pero también hay que resaltar lo que hacen los chicos para llegar a esa pelota parada”, destacó Heinze, que prefiere resaltar otras virtudes del juego.
“La gente debe saber que por primera vez no di charla técnica. Cuando les hablé a los jugadores, sentí que ya sabían todo lo que tenían que hacer. Eso es algo muy lindo. Estos chicos se esfuerzan, trabajan, le están metiendo con todo y tuvieron su merecido”, confesó el Gringo.
Siempre la referencia a la gente, a los hinchas, en una búsqueda de que se identifiquen con el equipo, que ese apoyo incondicional hacia él, también se prolongue con los futbolistas, en especial en las derrotas.
“La institución debe vender y para crecer, deben formarse jugadores. Nosotros vamos evaluando y le damos a los chicos todo lo que podemos. A veces tienen que padecer cosas de lo externo que son muy injustas. Yo conozco este club, sé cómo se manejan ciertas cosas, cómo es la prensa, pero ellos recién empiezan”, comentó, en claro apoyo a los jugadores.
Heinze llegó al Parque a intentar un cambio profundo en el fútbol. A promover juveniles para mejorar lo económico. Para mejorar incluso la formación de estos chicos. Pero como sucede en el fútbol argentino, el Gringo sabe que eso sólo será posible si los resultados acompañan, aunque considere que eso es un error.
“Esta institución debe también formar, pero si digo que voy a formar y no gano, no voy a estar más acá”, fue su sincericidio sobre una realidad que le choca, aunque no puede cambiar.
Por eso fue importante ganar. Para que los jugadores consigan un poco más de confianza mientras intentan reproducir en cancha lo que quiere Heinze. Por ahora el idilio del DT con la gente está intacto, pero el Gringo pretende que ese amor incondicional también le llegue al plantel. Y para eso, hay que ganar, no hay otra fórmula.