El policía Gabriel Sanabria, quien se encuentra internado desde hace casi un mes tras ser baleado durante un operativo en zona sur, reaccionó de forma positiva a los tratamientos y abrió los ojos en terapia intensiva del Hospital de Emergencias Clemente Álvarez (Heca). Los médicos informaron que trabajan para que el oficial respire sin estar conectado a una máquina, mientras que su familia declaró a los medios que, tras esperar 28 días, “hoy lloramos de alegría”.
El último parte médico del paciente Sanabria, de 26 años y oriundo de San Javier, indica que “tras la mejoría que evidenció en el inicio de esta semana se le disminuyó gradualmente el nivel de sedantes hasta lograr suspenderlos”, informó Andrea Becherucci, subdirectora del Heca.
La médica describió que Sanabria comenzó a reaccionar y a respirar de a poco por sus propios medios, aunque todavía no está en condiciones de ser desconectado del respirador artificial. También puede movilizarse dentro de la cama de terapia intensiva sus miembros e incluso “intenta apertura ocular y responder a alguna orden simple”.
Las actuaciones sobre el joven policía para separarlo de la respiración artificial y hacer que su organismo se baste por sí mismo lograron que el oficial pudiera abrir los ojos, aunque oficialmente el parte no dice que Sanabria despertó.
Vicente Sanabria, el hermano de Germán, narró a los medios este viernes que Gabriel abrió los ojos y le sonrío a su mamá; también respondió con gestos cuando él le habló: “Cuando llegamos hoy nos encontramos con que estaba medio despierto. La vio a mi mamá, le contestaba, le hacía gestos”, dijo y señaló que este jueves los médicos le bajaron los sedantes, y agregó: “Gabi no habla” debido a la traqueotomía. “Hace gestos pero busca querer hablar. Me reconoció y cuando le preguntaba si me entendía me decía que sí con la cabeza. Le dije que estaba con mi señora y los chicos y se le llenaron los ojos de lágrimas”. “Hoy mi mamá volvió a ser mi mamá”.
En tanto, el director del Hospital de alta complejidad Jorge Bitar dijo este sábado que Gabriel “está presentando una evolución favorable, afebril, sin drogas inotrópicas” y señaló que se encuentran “estables sus parámetros vitales” y continúa “bajando la sedación”.
Bitar sumó que “por momentos está respirando solo, alternando con respirador” mecánico.
El caso
El suboficial fue atacado a las 2.20 del viernes 27 de mayo cuando con un colega de la Brigada Motorizada detuvieron la marcha de un automovilista que iba en un Peugeot 206 color gris junto a cuatro acompañantes. Fue en Arijón al 400, barrio Saladillo.
Sanabria se acercó a la ventanilla del conductor y, según indicaron voceros policiales, sin mediar palabras desde el interior dispararon una ráfaga de entre 10 y 15 disparos en el momento en que el automovilista aceleraba. El policía tenía chaleco antibalas pero la mecánica del ataque hizo que quedara tendido con alrededor de una decena de heridas de arma de fuego en muslo y mano derecha y en ambos costados del tórax.
A la par de pedir la presencia de un sistema médico de emergencias Sies, sus colegas dieron el alerta e hicieron un operativo cerrojo para dar con los atacantes. Sanabria fue trasladado de urgencia al Hospital Roque Sáenz Peña y de allí al Heca.
Tras algunas comunicaciones, el personal de la Policía de Acción Táctica (PAT) informó a las 2.40 que un rodado de las mismas características estaba detenido, sin ocupantes y con las puertas abiertas en Hungría al 100, de barrio Molino Blanco.
Tras requisar el vehículo y pedir datos del mismo, se comprobó que tenía pedido de secuestro por denuncia de su robo del 24 de abril en Centenario y Andes, de Parque Regional Sur. A las 3.40 fuerzas provinciales y federales hicieron un operativo a cuatro cuadras de donde hallaron el Peugeot. Se trata de un asentamiento precario ubicado en Hungría y Batlle y Ordóñez donde demoraron a una mujer y cuatro varones, dos de ellos menores de edad de 16 y 17 años, tras una breve persecución. En ese operativo, los uniformados secuestraron una mochila con dos pistolas 9 milímetros, una ametralladora FMK3 y un arma de fabricación casera también a repetición del mismo calibre en la casa donde apresaron a los dos adultos. Las armas fueron enviadas a peritar y aún no se conoció si fueron utilizadas para cometer el violento ataque a Gabriel Sanabria.
La investigación por el ataque quedó a cargo de la fiscal Gisela Paolicelli, quien tras recibir los resultados de las pericias del personal de la Agencia Investigación Criminal (AIC) ordenó que uno de los mayores de edad, identificado como J.G., recuperara la libertad porque no hallaron indicios que lo involucraran en el hecho. A su vez, los adolescentes de 16 y 17 años, quedaron a cargo del Juzgado de Menores 2 donde negaron su participación en el hecho y fueron alojados en el Instituto de Recuperación Adolescente (Irar). Uno de ellos fue sindicado por encubrimiento mientras que el otro fue desligado de la agresión armada pero quedó a cargo de la jueza de Menores María del Carmen Mussa por tener una causa abierta por amenazas.
En tanto, el domingo siguiente a la balacera la fiscal Paolicelli imputó a Mariana M., de 41 años, y Brian B., de 30, por el delito de encubrimiento “porque eran las dos personas que estaban en una vivienda donde uno de los menores se refugió tras la persecución”, explicó.
En ese sentido, la Fiscalía les achacó ocultar al chico en su casa cuando se fugaba por los techos linderos. Además haber recibido y escondido una mochila que tenía una pistola ametralladora PMA3 calibre 9 milímetros, un dispositivo de disparo de fabricación casera calibre 9 y dos pistolas, la cual se encontraba en el patio interior de la vivienda. Ambos quedaron en prisión preventiva por 30 días.
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