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Galperín, el verdadero gerente de la pobreza

Se hace difícil entender cómo el fundador de Mercado Libre ocupa su tiempo llenando ríos de tintas contra otros sectores de la sociedad que no han tenido ni por asomo su misma suerte

Por: Daniel Menéndez (*) 

Resulta paradójico cómo el empresario Marcos Galperín, beneficiado a lo largo de los años con exenciones impositivas del Estado, hoy destile odio en redes apuntando a supuestos «gerentes de la pobreza» y a los «piquetes». 

Fue en 2004, con la sanción de la ley de Software durante el Gobierno de Néstor Kirchner, cuando se dieron los primeros pasos que permitieron, desde el Estado, impulsar el desarrollo de las empresas que hoy en el mundo conocemos como de la Economía del Conocimiento.

Medidas como un régimen especial sobre el impuesto a las Ganancias, o como la devolución en crédito fiscal de las contribuciones patronales, que permitieron el desarrollo de esta industria y sentaron las bases para el nacimiento de las empresas que hoy se conocen como unicornios.

Este tipo de beneficios gozados por los unicornios y sus consecuentes resultados, son un muy buen ejemplo de una virtuosa relación entre el Estado y el mercado.

Precisamente en este marco se hace difícil entender cómo el fundador de Mercado Libre ocupa su tiempo llenando ríos de tintas contra otros sectores de la sociedad que no han tenido ni por
asomo su misma suerte.

Deberíamos pensar entonces que detrás de esos permanentes comentarios mal intencionados y desinformados se esconden algunas oscuras intenciones. Y esas intenciones no serían otras que hacer negocios con un Gobierno necesitado de aliados.

No resulta casual, en ese contexto, la decisión del gobierno de Milei de permitir que Mercado Libre administre los fondos de la Asignación Universal por Hijo. Pero no solo eso. Aunque más desapercibido, Galperín ya venía haciendo sus negocios con el gobierno entrante.

Así fue como la decisión de cambiar la SUBE por otros medios de pago digitales, como lo son las fintech, ya venían haciendo crecer el patrimonio personal del señor Galperín.

Todos recursos que hoy en día son del Estado y que son bien administrados, permitiendo un ahorro y su uso más eficiente.

Además, Galperín y otros «voceros» de este Gobierno, parten de un falso supuesto al que habría que erradicar: lo que ellos llaman intermediación.

Una mentira bastante indigna, ya que tanto asignaciones, como planes sociales, siempre se depositan en las cuentas personales de los beneficiarios. 

Nadie maneja dinero en el medio. La mayoría de los que los reciben ni siquiera necesitan de una tarjeta, ya que pueden acceder a través de las aplicaciones de los bancos. Además, el programa siempre fue muy transparente.

Por otro lado, este empresario hace alusión a los gerentes de la pobreza y a los piquetes porque tiene la necesidad de desviar el foco.

Desviarlo de lo único que aquí es claro y como el agua, y es que si hay un gerente de la pobreza, no es ni un dirigente social, ni un particular, sino el propio Galperín, al que el concepto le cae como anillo al dedo.

Para explicarlo mejor, la posibilidad de que los beneficiarios puedan cobrar la AUH a través de MercadoPago le abre a Galperín un negocio multimillonario en el que podrá «trabajar» el dinero de la seguridad social en su Fondo de Inversión. 

Como la Anses liquida los beneficios el día 16 de cada mes y en ese día transfiere el dinero, le abre toda una oportunidad de fondearse.

Miles de millones de pesos que se esfuman de las arcas del Estado en general y del Banco Nación en particular, para pasar a manos de privados.

Lamento que no se pueda dar una discusión sincera al respecto, ya que Mercado Libre es un buen ejemplo de cómo el Estado puede impulsar al privado en esta relación virtuosa ya descrita.

En cualquier caso, es una buena oportunidad para preguntarse por qué una empresa que ya cuenta con tamaño éxito internacional sigue recibiendo beneficios impositivos.

Y más aún, por qué se le siguen entregando negocios que no tienen ningún tipo de explicación sensata y que hacen sospechar que estamos frente a una connivencia espuria. Todo «con la nuestra», por supuesto.

Javier Milei y su séquito sumaron, con Galperín, a un «intermediario», mientras se la pasan festejando que acabaron con ellos. Surrealista. Todo parece confirmar, finalmente, esa frase que circula por redes sociales y que dice: nadie es mileísta gratis.

(*) – Daniel Menéndez es coordinador Nacional de SOMOS/Barrios de Pie y ex subsecretario de Políticas de Formación e Integración del Ministerio de Desarrollo Social.

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