Alan Ezequiel Pedraza salió anteanoche con intenciones de ir ver el partido de Rosario Central ante San Pablo en el Gigante. Desde entonces nadie supo de él. Poco antes del mediodía de ayer apareció asesinado en un descampado de Ibarlucea. Lo ejecutaron de 28 disparos, a juzgar por la cantidad vainas servidas que quedaron allí, y dejaron el cuerpo en una zona rural cercana al cementerio de esa localidad. Por la noche su padre había recibido un llamado que adelantó lo peor: “Llevale flores”.
Antes de que el reloj marcara las 12 del mediodía de ayer un trabajador de la zona encontró un cadáver en una zanja, al costado del trayecto conocido como Camino de los Incas, en Ibarlucea.
Para llegar al lugar donde ejecutaron al joven, de 20 años, hay que adentrarse un kilómetro en zona rural, describió un investigador. Pasadas las 13 los detectives de la Policía de Investigaciones llegaron al sitio.
Los pesquisas establecieron que el joven presentaba múltiples disparos, y en el lugar había 28 vainas servidas calibre 9 milímetros. “O le bajaron dos cargadores de pistola o usaron una metra”, dijo un vocero de la pesquisa.
Garrafa, como conocían en la calle a Pedraza, estaba afincado en Maestros Santafesinos y Gutiérrez, en barrio Grandoli, una de las zonas en disputa entre el bando referenciado de este barrio y la facción del lindero barrio Municipal, cuyos coletazos recrudecieron durante las últimas semanas en barrio Tablada.
Los familiares, desesperados, habían posteado su foto en las redes y un teléfono de contacto. La publicación se compartió cientos de veces.
Por a la tarde de ayer les llegó la peor noticia.
Según investigadores, a Garrafa “lo chuparon” antes del partido de Rosario Central por la Copa Sudamericana, que se inició el jueves pasado a las 21.30 en Arroyito.
Según las fuentes, los vecinos de esa zona de Ibarlucea comentaron haber escuchado a los lejos detonaciones, las que se presumen dieron muerte al joven, alrededor de las 21.
Un familiar del joven había radicado una denuncia de paradero ayer por la mañana en la comisaría 15ª, al tiempo que la familia hacía los desesperados posteos en Facebook.
El fiscal a cargo del caso, Florentino Malaponte, dijeron los portavoces, ordenó las primeras medidas, entre ellas el levantamiento de rastros y la ubicación de posibles testigos.
En la zona no hay cámaras de seguridad, un dato que, se presume, los verdugos de Pedraza tuvieron en cuenta. Igual que quienes mataron de nueve tiros en ese mismo camino en junio de 2016 al barra de Central Mario “Gringo” Visconti.