Gary Lineker es toda una celebridad en el Reino Unido. El goleador del Mundial de México 86, desde su puesto de conductor de Match of the Day cambió el paradigma de la comunicación deportiva. La hizo más directa, menos acartonada, más fluida y, por sobre todas las cosas, sin filtros. Es la figura mejor paga de la BBC con un salario anual de 1.3 millones de libras.
Si algo ha dejado claro Lineker en estos años es que no se calla la boca. Con mejores formas tal vez, porque no deja de ser inglés, es una especie de Maradona de la comunicación. No esquiva las polémicas vinculadas al deporte pero tampoco se contiene si debe encarar alguna cuestión política. No es uno de esos clásicos periodistas deportivos cabeza de termo en los que en su cabeza sólo hay un gol, tal como alguna vez decía una propaganda que no me acuerdo de qué era.
La cosa es que hace una semana, más precisamente el martes 7 de marzo, Lineker reaccionó en su cuenta del pajarito a un video publicado por la Ministra del Interior, Suella Braverman, que tenía un título explosivo: “Enough is enough. We must stop the boats” (“Suficiente es suficiente. Debemos parar con los barcos.”) Los barcos a los que se refería Braverman son las barcazas precarias en la que los inmigrantes tratan de cruzar el Canal de la Mancha para llegar a las costas británicas.
Luego de ver ese video, Lineker tuiteó: “Santo cielo. Esto es más que horrible. No hay ninguna terrible invasión de inmigrantes y refugiados. En realidad nosotros aceptamos muchos menos refugiados que cualquier de las potencias europeas. Esta es una política increíblemente cruel contra la gente más vulnerable usando un lenguaje que no es distinto al que se utilizó en Alemania en los 30”. Y al día siguiente el conflicto estalló: la BBC anunció que separaría a Lineker de su staff de periodistas por verter opiniones políticas en las redes sociales.
Lineker se hizo cargo de la situación como un señor. No salió en los medios de comunicación a llorar ni a denunciar censura ni ninguna otra cosa. Sostuvo su postura y dijo que si tener una opinión sobre la inmigración era pasible de una sanción la aceptaba pero que no se iba a mover ni un centímetro de sus palabras.
Y ahí se armó el efecto dominó. El resto de los presentadores de la BBC se solidarizaron con Lineker y no se presentaron a sus puestos de trabajo para las transmisiones de los partidos del fin de semana lo que generó un eco fenomenal para los dichos de Lineker y para la incomprensible actitud de la BBC, tantas veces elogiada aquí, en la Argentina, por ser un ejemplo de la libertad de expresión y la responsabilidad comunicativa. ¿Qué dirán ahora las Sarlos, los Sebrelis y tantos otros intelectuales de derecha que cada vez que pueden sacan a relucir las bondades de la BBC? Seguramente no dirán nada.
Ya con la noticia en desarrollo, la BBC reculó en chancletas y dijo que iba a hacer una revisión en los códigos sobre opiniones políticas de sus periodistas. El director general, Tim Davi, afirmó que “la imparcialidad es importante para la BBC y para el público. Pero la BBC también está comprometida con la libertad de expresión. Es un equilibrio difícil de mantener cuando hay diferentes tipos de contrato con diferentes tipos de audiencia”. O sea, sarasa. Mucho ruido para no decir nada. Lo concreto, más allá del intríngulis de las palabras de Davi, fue que le levantaron la sanción a Lineker y que el fin de semana estará al frente de su programa con el resto de los periodistas y ex jugadores que lo respaldaron.
¿Qué dijo Gary luego de que lo reincorporaron? “Quiero agradecer el increíble apoyo que recibí en particular de mis colegas de BBC Sport. El fútbol es un juego de equipo: el apoyo en este caso fue 100%”, tuiteó. Pero no se quedó ahí, ya que cantó vale cuatro tal vez con un cuatro de copas en la mano: “Una última cosa: por difíciles que hayan sido los últimos días para mí, simplemente no tiene comparación con tener que huir de tu hogar por persecución o guerra para buscar refugio en una tierra lejana. Resulta alentador haber visto la empatía de tantos de ustedes hacia esas penurias”. Tomá mate.
Para cerrar el círculo, es hay que decir que todo el episodio sacudió las obsoletas estructuras de la BBC y que se prevé que el presidente de la BBC, Richard Sharp, un exbanquero que donó más de 400 mil libras al Partido Conservador, deje su puesto en los próximos días. En definitiva, el bueno de Gary no sólo colaboró para que el público tomara conciencia del drama de la inmigración sino que además puso su granito de arena para sacar del medio a los conservadores del manejo de la cadena de TV y radio. Veremos cómo sigue la cosa. Aunque por ahora parece que ganan los buenos.