Ningún juez se opuso tanto al olvido como Baltasar Garzón, quien fue suspendido de su cargo por la Justicia española debido a su decisión de investigar los crímenes del franquismo. Hace tiempo que Garzón, llamado el juez de la Democracia, se ganó un lugar universal entre los prestigiosos procesos iniciados para castigar la violación de los derechos humanos a partir del tribunal de Nüremberg, Alemania, en 1945.
Además de luchar por una Justicia que estaba “muerta” en distintas partes del mundo, incluida en su propia patria, Garzón se hizo famoso por empuñar la bandera contra el “olvido”, desafiando con sus medidas a la propia jurisprudencia internacional.
Así, en medio del estupor de los ex dictadores que seguían gozando de poder en sus países, Garzón pidió la extradición del chileno Augusto Pinochet al Reino Unido en 1998, en un caso con el que se ganó el apoyo de los chilenos y de todos los pueblos de América latina.
También acusó al líder de Al Qaeda, Osama Bin Laden, de estar involucrado en los atentados ferroviarios del 11 de marzo de 2003, en España, y abrió sin éxito un proceso contra el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, por presunto fraude y evasión de impuestos.
Garzón impulsó el proceso que derivó en la condena a 640 años de prisión por crímenes de lesa humanidad contra el marino argentino Alfonso Scilingo durante la dictadura militar argentina (1976-1983).
Asimismo, investigó algunos casos de corrupción que involucraron al gobernante Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y al opositor Partido Popular (PP).
Horas antes de ser suspendido de su cargo por el juez del Tribunal Supremo español Luciano Varela, Garzón había declarado a la prensa que “el olvido pertenece sólo a aquellos que quieren olvidar. Cuando se quiere imponer, produce condiciones desastrosas”.
Varela acusó a Garzón de “prevaricación intencionada” debido a su investigación de los crímenes franquistas cometidos durante la guerra civil (1936-1939) y, luego, en la dictadura de Franco (1939-1975).
Garzón, de 54 años, abrió un proceso por dichos cargos en 2008, a pesar de la ley de amnistía de 1977. La decisión del tribunal fue saludada por los querellantes del magistrado, la organización Manos Limpias, que se define como un sindicato, y la Falange española que reivindica la dictadura de Franco.
“Quien se atrevió con los dictadores ha sido apartado de la magistratura por sus pares. O mejor dicho, por los jueces que nunca procesaron a Pinochet ni oyeron a las víctimas del franquismo. Millones de personas saben señalar el cadáver, que no es el de Garzón, respetado y querido en todo el mundo, sino de quienes, con todo tipo de argucias, no quieren una sociedad con memoria, sana, libre y valiente”, dijo el Premio Nobel de Literatura portugués José Saramago.
La suspensión del cargo de la Audiencia Nacional de España es un dolor grande para el magistrado, quien por ahora no podrá ser declarado en situación de servicios especiales para irse como asesor de la fiscalía a la Corte Penal Internacional (CPI) de La Haya.
Entusiasmado con la posibilidad de contar con Garzón, el fiscal de CPI, el argentino Luis Moreno Ocampo, había declarado desde Kenia, donde está entrevistando a víctimas de crímenes de lesa humanidad, que el magistrado español es un juez del mundo.