Trabajadores de La Virginia denunciaron que el miércoles pasado, mientras intentaban tener una asamblea, personal de Gendarmería entró junto a un grupo de jefes de la fábrica y abrieron la oficina de la delegada para llevarse un megáfono, entre otros elementos. La intención, según el sindicato, fue impedir que puedan discutir cómo exigirle a la empresa que les devuelvan las horas no pagadas por haber participado del paro general de la CGT del lunes pasado. Dijeron que retuvieron a dos empleados por horas en la planta y el despliegue fue ilegal e intimidatorio.
“Llegó la jefa de Recursos Humanos con Gendarmería y la obligaron a Carmen, una de nuestras compañeras que es delegada, a que abriera la puerta de nuestra oficina por las buenas o por las malas. Encontraron un megáfono, abrieron un armario bajo llave y llevaron la tuvieron unas dos horas a una oficina central de la planta”, detalló a El Ciudadano Ramón Sánchez, delegado general de La Virginia. También contó que a la delegada le hicieron preguntas. En particular, para saber quién había llevado el megáfono a la planta.
“Los jefes de cada sección pasaban por las máquinas amedrentando a los operarios con que iban a haber sanciones y descuentos porque la asamblea no estaba aprobada ni por Recursos Humanos ni por el sindicato. Los representantes de la empresa llegaron a hacer un cordón humano para impedir que los operarios vayan al sector donde se iba a hacer la asamblea”, describió Sánchez.
“Estamos buscando ayuda para ver cómo seguimos con todo esto. Hoy nos reunimos con el diputado provincial Carlos del Frade para ver qué medidas vamos a tomar. Las cosas están muy densas”, concluyó el gremialista.
Para Sánchez, el conflicto es claro. “Quisieron impedir que hagamos una asamblea donde se iba a definir cómo oponerse para que se devuelvan las horas del día del paro general del lunes pasado convocado por la CGT, las dos CTA y al que adhirió el Sindicato de Trabajadores de la Alimentación (STIA) de Rosario”, dijo el sindicalista.
Antecedente
No es la primera vez que La Virginia tiene problemas con los trabajadores. El más reciente fue el de Oscar Gómez, un joven de 28 años y desde hacía seis trabajaba en la fábrica. El 18 de enero se presentó a trabajar y cuando quiso pasar por el molinete no pudo. Se presentó en la oficina de Recursos Humanos y le avisaron que estaba despedido sin aviso y que le iban a depositar su indemnización en la cuenta bancaria. Según contó Gómez a <El Ciudadano<, el despido fue persecutorio y antisindical. “Dos días después me llegó el telegrama. La empresa no pudo justificar la desvinculación. Soy un trabajador que asistía activamente a las asambleas que convocaba el sindicato. Siempre tuve voz y llevé los reclamos del sector para que se discutan y a la patronal no le gustó. La causa es discriminatoria”, explicó.
Gómez presentó en el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi) una denuncia por discriminación laboral e ideológica. «Los que trabajamos en La Virginia sabemos las terribles presiones a las que somete a sus empleados y en especial a las trabajadoras. Esta empresa persigue e impide la actividad sindical. Demuestran que están dispuestos a hacer cualquier cosa para evitar que los trabajadores nos organicemos. La mejor manera de pararles la mano y defender nuestros derechos es unirnos, y las asambleas son la mejor herramienta para que los trabajadores tengamos unidad para frenar estos ataques», concluyó el ex empleado.